Sangre por sangre (Blood in, blood out, Taylor Hackford, 1993)

Preparando para clase una cosilla sobre El odio, (Matthieu Kassovitz, 1995) me topé con la existencia de esta película sobre la vida de los pandilleros chicanos del East LA. A la vista de su duración de de tres horas y el aspecto pobretón de su cartel, además de que no me sonaba de nada, lo reconozco, las eufóricas críticas de filmaffinity me empujaron a verla en sesión doble con el revisionado de la francesa y, aunque se me hizo bien tarde, me entusiasmó y mereció mucho el trasnoche.

Rodada en 1991, se retrasó su estreno a causa de los disturbios que asolaron esta zona de Los Ángeles en 1992, y que aconsejaron esperar a que se enfriara el tema de la violencia racial. Además se estrenó con otro título (Bound by Honor), lo cual no hizo sino despistar a quienes estaban pendientes de verla y a los que fueron al comprar el dvd más tarde, con el título original recuperado sumado a este. En taquilla no recaudó mucho y aunque yo vivo un poco en la inopia y es normal que ignorara su existencia, me da que el tiempo ha pasado por ella sin sacarle el brillo merecido. 

Es la historia de tres “carnales” pertenecientes a Los Vatos Locos, una pandilla bien chingona que, como es habitual -la historia es muy convencional, pero está excelentemente narrada- terminan enfrentados los unos con los otros a lo largo de los años. Se divide en tres épocas bien diferenciadas que podríamos llamar tierna juventud, movidas carcelarias y jodida vida adulta. De hecho leo por ahí que el metraje original es de cinco horas y media, y que en algún momento se pensó en convertirla en una trilogía, correspondiendo cada capítulo a cada una de esas tres épocas. La factura de Sangre por sangre es muy convencional desde el punto de vista visual, más cercana al aspecto televisivo que al cinematográfico, quizá porque se concibió como un producto enfocado más al videoclub que a las salas de cine. En cualquier caso, aunque la puesta en escena no brille por su originalidad, la agilidad con la que se suceden las escenas, el ritmo imperioso y las circunstancias apabullantes que se van amontonando hacen que la atención no decaiga ni un segundo, y que ni un segundo seamos capaces de de dejar no ya de disfrutar, sino de pensar en la trama atando sus cabos y adivinando acechanzas.

Sangre por sangre podría calificarse, yendo a lo fácil, de versión low cost y west coast  de El padrino. Quizá sea más preciso asociarla a alguna de las grandes epopeyas gansteriles de Scorsese, en las que obviamente esta historia se mira. La diferencia que encuentro entre, por ejemplo, Goodfellas, Casino, El irlandés, etc y nuestro film de hoy, es que este producto es más humano y cercano que los peliculones de Scorsese. En esos filmes  del maestro neoyorquino uno se encuentra un poco como dentro de una catedral; todo es grande y hermoso pero ahí no se puede vivir. En Sangre por sangre, sin embargo, la sensación de cercanía es mucho mayor, y no me refiero al hecho de que por ser chicanos sean más afines por nuestras raíces culturales compartidas. Me refiero a que hay una humildad en la producción, incluso una cierta mediocridad en algunos detalles -no es menor, por ejemplo, lo horrendamente que actúa el protagonista, Damian Chapa, y algún micrófono asoma con toda su pértiga-  que nos atrapan porque, unidos al frenético sucederse de los hechos, terminan creando una cercanía que el barroquismo de las películas de Scorsese en mí al menos no generan, por más que las admire desde el punto de vista artístico.

Dándole vueltas al tema después de verla, caí en la cuenta de que lo que me atrajo tanto de ella es que no parece una película de los 90, sino dos o tres películas de los 30 cosidas entre sí. Y es que ahí está la cosa, en los orígenes del género. Porque esta peli no se refleja en Scorsese ni en Coppola ni en Brian de Palma. Esta peli es Hawks, Wellman, Cagney, Paul Muni. No hay subtramas que estorben, por ejemplo. De hecho mientras la veía me preguntaba cómo a Paco, el guapete del trío protagonista, no le habían puesto una novia con la que discutir de vez en cuando… Pues hoy mirando por ahí descubro que existía esa subtrama (la novia era Ashley Judd) y con muy buen criterio la cercenaron completa en el montaje. Y así debe ser: lo inmoral, lo violento, lo inhumano… El mal que representan estos ambientes, y sus extraños códigos morales está bien que sea representado frenéticamente, pero es igual de importante la estilización, que los personajes devengan abstractos y se conviertan en la prolongación visual y un poco despersonalizada de los hechos, no sé si me explico. La temática además remite a aquellas películas de gansters y carcelarias de esa época genial del cine, y ahí están todos los tópicos de siempre adaptados a la cultura latina y a la vida en el penal de San Quintín en los años 70 y 80. Por cierto que la película está rodada en buena parte dentro de él, y muchos de quienes aparecen en ella -incluyendo el guionista, Jimmy Santiago Baca, poeta que aprendió a escribir tras sus rejas- han sido internos o trabajadores de esta prisión. Pinchos, comunicaciones, silencios, tratos inesperados, cómplices sudorosos… 

Bueno carnales, aqui lo dejo, me voy al Pino en busca del Mero-Mero, cuando nieve en L.A. lo encontraré.

4 respuestas a “Sangre por sangre (Blood in, blood out, Taylor Hackford, 1993)

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  1. Qué sesión doble más atractiva propones.
    Yo amo El odio.
    Pero desconocía la de Taylor Hackford. Así que gracias por ponerme tras su pista.
    Decirte que yo a Taylor Hackford le tengo gran cariño, pues dirigió una película que a mí me resulta fascinante: Noches de sol.

    Beso
    Hildy

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  2. Yo llegué a ella, igual que tú, por FilmAffinity, ya que me salió en Recomendaciones y tenía muy buenas notas, aunque al principio tuviera mis prejuicios por esa estética de telefilm. Y cuando la vi tuve una impresión muy parecida a la tuya: muy buena película, a la que no le sobra metraje pese a la excesiva duración y a la cual ese deje de telefilm le acaba dando una humildad que le sienta muy bien.

    Un saludo

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  3. Es que me encantó llevarme una sorpresa con una peli de este jaez, que no es que yo sea adicto al género ni mucho menos. Lo que más me mola del cine es que es un pozo sin y llenito de agua fresca.

    Saludos, y recuerdos al Mero mero

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