La voz que van a escuchar… (The Next Voice You Hear… William A. Wellman, 1950)

Aparte de sus méritos y deméritos, anecdotario y demás palabrería que sigue a este párrafo, es de justicia empezar con la más certera afirmación que se puede hacer sobre esta película: es una película muerta, que ha perdido su valor, su vigor y su mensaje. Al menos así es para la inmensa mayoría del público actual. La voz que van a escuchar… es una propuesta firme, pero a la vez muy tibia, por unos valores religiosos demasiado deslavazados que precisamente por su amplitud de miras hacen que hoy, al escaso público realmente pío y comprometido con el evangelio y amante del cine viejo que pueda quedar en Occidente, le va a parecer que la peli, pareciendo tener mensaje, no dice nada realmente. Y es la verdad. Porque eso es lo que se pretendía y eso es lo que se hizo. Veamos.

Rodaje (archivo de W. Wellman Junior)

El argumento lo tomó Dore Schary, por aquel entonces exitoso Vicepresidente de Producción de la MGM y amigo personal de Wellman, de una historia publicada en la revista Cosmopolitan en 1948, y es tan sencillo como increíble: un lunes a las 20:30 Dios en persona ocupa las ondas hertzianas y a través de la radio lanza una homilía a la humanidad. Seguirá presenciándose, en el idioma de cada sitio además, durante una semana. Y ya está. Dios habla (pero nunca le escucharemos nosotros, sabremos de su mensaje de forma indirecta, por boca de los personajes) y la humanidad primero se lo toma un poco a coña y luego ya se lo va creyendo. La película, sin embargo, se centra exclusivamente en cómo afecta esto a una familia típica norteamericana, y esto es lo que vemos. 

Schary era un tipo avispado y se le ocurrió que esa historia tan improbable tenía su nicho de mercado en aquellos años un tanto extraños para la sociedad norteamericana. El fin de la resaca ideológica y social que provocó la IIGM y el rampante anticomunismo del momento se mezclaban con el despegue definitivo de la sociedad de consumo y la construcción de un imaginario social y familiar que luego solidificaría la televisión durante al menos los siguientes 50 años. En la gestación de esa imagen de la familia como núcleo seminal de la hegemónica Norteamérica quiere participar esta historia que, aunque ha quedado obsoleta en sus mensajes, me parece sin embargo peculiarmente precursora en su formato. Y es que no tengo conocimientos suficientes sobre la historia de la televisión para evaluar esto -pido ayuda desde aquí- pero The Next Voice you Hear… es un filme que llama mucho la atención por su aspecto eminentemente televisivo cuando la pequeña pantalla, creo, aún no había llegado a su primer cenit. De hecho la familia protagonista no tiene TV y Dios se aparece en la radio, pero el formato tanto visual como narrativo de la película es muy poco cinematográfico. 

Schary era un tipo muy avispado, repito, así que desde que concibió el proyecto se dijo que tenía que dirigirlo Wellman y nadie más. Qué listo era. Él sabía que Wellman podría hacer rentable la película en primer lugar con su habilidad para adaptar la historia a un formato al que estaba poco acostumbrado tanto él como el público de las salas: una historia sin sobresaltos de familia de clase media cuyos miembros se llevan estupendamente y a la que, en realidad, nada extraordinario le ocurre. También sabía Schary que si le proponía esta trama tan ñoña a Wellman en forma de desafío técnico la aceptaría obviando su mensaje y su ñoñería que, como bien comentaría Wild Bill en muchas ocasiones, se la traía al pairo. Vamos, que Wellman aceptó la película como un reto: el de hacer una película de serie A en menos tiempo que cualquiera otra de la época sonora producida por una major. Y probablemente lo consiguió, vaya que sí.

El proyecto original contemplaba unos 650.000$ de presupuesto para 22 días de rodaje. Wellman la hizo por 475.000$… ¡En 14 días!  Lo de este hombre no era normal. Para ello, por ejemplo, contó con eficacísimos actores sin ínfulas de estrella. James Whitmore, una especie de versión low cost de Spencer Tracy (o eso me parece a mí siempre, que me perdonen sus fans y herederos) acababa de trabajar con Wellman en Battleground y lo cierto es que borda su papel de padre de familia preocupado y ocupado. Nancy Davis (luego Reagan) a pesar de su limitado registro y extraña fotogenia está estupenda como madre amantísima y esposa americana ideal… Papel al que dedicaría el resto de su vida. Incluso el chico, Gry Gray, borda su papel de buen hijo; encantadora es una escena suya en la que remeda el complejo procedimiento que sigue el padre para arrancar el coche desde la cocina. En cuanto a la puesta en escena, llama mucho la atención a quienes conocemos a Wellman y su gusto por el montaje fragmentado que para esta peli haya optado por el casi abuso de los planos secuencia en las escenas familiares. Son estas escenas, con sus largas conversaciones sin cortes o rodadas con varias cámaras, las que le dan a la película ese aire televisivo que le viene muy bien, vista la historia y su contexto histórico, y que no sabe uno si es causa o consecuencia del nuevo formato pequeño.

A pesar lo que vengo diciendo o de su falta de espectacularidad o mecanismos dramáticos The Next Voice You Hear no es una película mala ni aburrida ni que no merezca la pena ver. Muy al contrario, es un filme interesante y curioso que, aunque haya perdido su vigencia temática, tiene una atmósfera muy especial, a la vez cotidiana y sobrenatural, que contrasta de forma extraña, pero atractiva, con el candor y el cariño que desprende su familia protagonista. Además recordemos que Schary era un prominente activista demócrata, y su toque progre se deja notar en el mensaje social y muy moderadamente contestatario, con modosas quejas sobre la condiciones de trabajo y la plomiza omnipresencia de la autoridad policial que sufre Joe Smith, American, que así se llama el personaje del padre. En fin, una película muy interesante y recomendable.

Gracias a lo avispado que era Schary -lo vuelvo a decir– y a la habilidad de Wellman, y en contra de lo que podamos pensar viendo hoy esta película, que ni la recuerda nadie ni se parece a los grandes clásicos de su tiempo, fue todo un éxito de público, pues este resultó ser bastante receptivo a su mensaje patriotero-esotérico-social y, gracias a su reducido coste, le dejó buenos réditos a la MGM, a pesar de aquello que decía Samuel Goldwing: las películas son para entretener, los mensajes son cosa de la Western Union. Precisamente su bajo coste y tiempo de rodaje fueron los argumentos promocionales que sirvieron para lanzar la película. Así, un artículo del New York Herald Tribune que transcribe el hijo de Wellman en su libro titula: A MIRACLE IN HOLLYWOOD: 14 DAY FILM COST $475.000. Tiene cierto interés aunque no lo vamos a copiar aquí para no cansar al personal; destacaría de él alguna de las razones que da Wellman para tan tremenda hazaña cinematográfica, copio dos:

  • No teníamos que pasar dos horas y media esperando a que Lana Turner volviera del tocador
  • Usamos actores novatos pero muy sólidos: James Whitmore y Nancy Davis. Estuvieron alerta, despiertos, cooperativos e hicieron lo que les dije que hicieran. Sin pataletas, sin mal genio y sin pérdidas de tiempo. Además, no necesité maquilladores. Tan solo Nancy Davis usaba maquillaje y era algo de pintalabios que ella misma se ponía. Cuando tienes a una estrella con su maquillador en el set, se sienta “un minuto para empolvarse la nariz” y, si te descuidas, cuando te das cuenta le están haciendo la permanente. Aquí no hubo nada de eso.

En fin, que a pesar de que Wellman no sentía nada especial por el argumento ni disfrutó de más estímulo que el reto técnico de liquidarla en tiempo récord, la película dejó buenos números que, desdichadamente, animaron a Dore Schary a repetir la hazaña con un producto similar,  ese tropiezo del género humano que fue It`s a Big Country. Porque avispado era, pero a ratos.

Más de Wild Bill en nuestro especial No soy tan duro: el cine de William A. Wellman

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6 respuestas a “La voz que van a escuchar… (The Next Voice You Hear… William A. Wellman, 1950)

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  1. Hola tocayo
    Pues la TV en España empezó en 1957 pero, seguramente, en el 50 en USA ocurriría lo que que aquí 20 años más tarde, a saber, que una línea divisoria social sería los que tienen el «electrodomestico» en casa y los que no.
    Whitmore y Davis dos eficaces actores. Nancy dormida es mucho mejor actriz que su marido en el mejor papel que, sin duda, fue el de presidente.
    Por contextualizar: en el año 56 comenzó un Festival que, sorpresivamente, aún sigue, Semana de Cine Religioso de Valladolid. Algo se ha caído de tan casto nombre, hoy se conoce como Seminci (Semana Internacional de Cine).
    Lo que me parece muy bueno es «La Próxima voz que oigas…», curiosamente, se parece mucho al conjuro de un hipnotizador. Religión e Hipnotismo… Eso si que sería un buen festival.
    Un saludo, Manuel.

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  2. Muy buen apunte ese de la brecha social entre los que podían y no permitirse tv, que efectivamente en el año 50 debía formar parte de la realidad norteamericana. De hecho esta es una familia que llamaríamos humilde y trabajadora, y quizá que sigan teniendo solo radio fuera un signo de ello para el público de la época.
    Y toda la razón en lo de Nancy. En esta película tiene un aspecto extraño, no sé su estaría embarazada de verdad… No sabría describirlo, pero es que su marido ciertamente era un actor muy mediocre, y encima chivato.
    Un saludo tocayo.

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  3. No voy a decir gran cosa porque ni conocía la película… pero me flipan estos filmes del Hollywood clásico con argumentos tan esotéricos/bizarros. Es que la simple idea pensada hoy día resulta risible, pero si uno entra en la inocencia del cine de aquella época entiendo que pudiera colar.
    Que por cierto se me ocurre un poderoso argumento para que los protagonistas no tuvieran televisor, y es que a principios de los 50 la TV era el gran enemigo de los estudios de cine y no interesaba mostrar estos vistosos aparatos en una película a modo de publicidad subliminal. Aunque quizá es simplemente porque no les hacía falta a nivel de guion sin más, quién sabe…

    Un saludo.

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    1. Lo de la TV también puede ser lo que dices o simplemente para marcar diferencias de clase como decía mi tocayo o simplemente que era más fácil plantear que Dios hablara por la radio, porque eso sí estaba al alcance de todo el mundo, y no de unos privilegiados, y casi que solo en EEUU, que podían disponer del diabólico elemento.
      El argumento me recuerda a los relatos de Dino Buzzati, que me encantan. Muchos de ellos tienen en común esos planteamientos a la vez absurdos y realistas que resuelve con una mezcla de ternura, ironía y profundidad que me encanta.
      Un saludo!

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