Ozu en tiempos de guerra. Segunda parte.

En agosto de 1939 Ozu está ya de vuelta en Japón. A diferencia de lo que dice en público, no manifiesta en su diario intención alguna de hacer un film bélico. La guerra es algo de lo que solo quiere escapar definitivamente, una experiencia que ha sobrellevado con entereza pero de la que no ha sacado nada en claro, y vuelve tan poco patriotero y belicista como se fue, y eso que estamos, no se olvide, en 1939, cuando todo eran victorias para el Imperio del Sol Naciente. En los dos años que transcurrieron hasta que en 1941 pudo volver a rodar, Ozu vivió momentos incómodos al tener que desdecirse una y otra vez de esos planes para una película de guerra de los que se pasó hablando dos años. Más tarde comentaría, ya libremente, que tanto las condiciones de producción como las limitaciones ideológicas por la censura eran tan fuertes que jamás hubiera podido rodar una historia de soldados en aquel tiempo

Sin embargo, con la desmovilización no terminó la guerra para Ozu. Como cineasta, finalmente se vio invitado, en 1942, a preparar una historia que enardeciera el espíritu patriótico y, habiendo conocido la batalla, bien estaría que sucediera en el frente. Así que finalmente proyectó junto a Ryousuke Saito y Kosaki Akiyama un film con el título provisional de La lejana tierra de nuestros padres (Haruka nari fubo no kuni). Aunque el guion llegó a escribirse y el proyecto era firme, finalmente Shochiku detuvo la producción quizá porque la oficina de censura militar no vio adecuado su tono cómico. La idea era contar las peripecias de un grupo de soldados en el frente de Birmania. La protagonizarán Chisu Ryu y Takeshi Sakamoto. De hecho se llegó a plantear el título de Kihachi se va a la guerra, pues se llamaban, quizá lo recuerden, muchos personajes de las comedias y dramedias mudas de Ozu interpretados por Sakamoto de las que hemos hablado en este especial. El proyecto, pues, se detuvo, y aunque no sé qué tal le hubiera quedado a Ozu una comedia bélica después de su experiencia (y la de su país) en el campo de batalla, desde luego que de haberse realizado hubiera sido una de las obras más exóticas y memorables del maestro.

Finalmente, la guerra para Ozu terminó varios meses después de que terminara definitivamente la guerra. En 1943 Shochiku envió a Singapur a Ozu y su operador Yuharu Atsuta a realizar un documental sobre el movimiento independentista indio, que por entonces se alineaba con el Eje en general y Japón en particular. Ozu llegó a entrevistar su líder, pero eran tantas las dificultades de todo tipo (y quizá tan pocas las ganas de Ozu y su compañero de trabajar en este asunto) que se dedicaron a ver cientos de películas occidentales que el ejército había confiscado en Singapur. Allí, nos cuenta Antonio Santos, tuvo acceso a Ciudadano Kane, que vio varias veces y le dejó fascinado, de la que declaró “Este joven de 24 años es todavía más genial que Chaplin. Si a Chaplin le das 62 puntos, esta película merece un 85”. También vio Rebecca, Lo que el viento se llevó, La diligencia y otras muchas. Pero lo que me parece más fascinante es su clarividencia genial tras ver Fantasía: «Viendo Fantasía comprendí que nunca podríamos ganar la guerra. A esta gente parecen gustarles las complicaciones, pensé para mis adentros. Nuestro oponente es condenadamente bueno. Nos batimos con un enemigo verdaderamente terrible».

Cuando los ingleses tomaron el control de Singapur en agosto de 1945 detuvieron a Ozu, que ya había quemado todo el material rodado de su proyecto. Fue juzgado por un tribunal aliado y, aunque no se le consideró criminal de guerra, se le retuvo en un campo de prisioneros en Cholón, donde permaneció seis meses, hasta que volvió a Japón en febrero de 1946. Pasó esos meses limpiando y componiendo poesía en su tiempo libre. En un libro sobre Ozu que tengo por ahí (Chasing Ozu, de Shinnosuke Kometani) se cuenta una historia no sé si real. Y es que en diciembre del 45, en el barco de transporte que debía llevarlo a Japón desde Singapur no había sitio para todos y se hizo un sorteo para ver quién volvía y quién debía esperar hasta el siguiente. Ozu ganó su plaza en el transporte, pero sin darse importancia le dio su papeleta a su operador, que había perdido, cediéndole su puesto con un lacónico “no tengo problema en esperar”. Y esperó dos meses hasta el siguiente transporte.

No tenemos diarios de Ozu de esta segunda época en el frente. El vacío va desde junio de 1939 hasta 1949. Desconocemos la suerte de esos cuadernos.

Conclusiones

Queda pendiente la reflexión final a la que todo este recuento de la experiencia bélica de Yasujiro Ozu debería conducir: ¿En qué grado afectó su estancia en el frente chino y su posterior detención en Singapur a su personalidad, su forma de ver el mundo y por lo tanto su manera de hacer cine y concebir sus películas?

Sinceramente, no lo sé. Solo me atrevo a afirmar dos hechos que sí considero probados: el primero, que Ozu detestó la guerra con todas sus fuerzas pero cumplió sin rechistar con lo que se le pidió como soldado y como cineasta. La segunda, que en sus últimas películas se dicen en ocasiones los veteranos, tras rememorarla con melancolía: no hablemos de la guerra.

Esta entrada forma parte del Especial kanreki de Yasujiro Ozu

Todas las citas literales de Ozu, salvo que se indique lo contrario, están extraídas de La poética de lo cotidiano. Escritos sobre cine de Yasujiro Ozu, traducido por Amelia Pérez de Villar y editado en Gallo Nero. o bien de Antología de los diarios de Yasujiro Ozu, Edición a cargo de Nuria Pujol y Antonio Santamarina. Filmoteca de la Generalitat Valenciana.

Si menciono a Antonio Santos suelo referirme a lo leído en su monografía sobre Yasujiro Ozu editada por Cátedra.

Se pueden consultar la ficha de cada película y otros análisis en IMDB, Filmaffinity y Letterboxd.

En inglés se puede leer el análisis técnico de David Bordwell de cada película legal y gratuitamente de su libro Ozu and the poetics of cinema en este enlace.

En Internet Archive hay algunas películas de Ozu que no se pueden encontrar en las plataformas habituales.

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5 comentarios sobre “Ozu en tiempos de guerra. Segunda parte.

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  1. Querido Manuel, le agradezco profundamente este paréntesis sobre Ozu en tiempos de guerra. No soy un experto en su figura y siempre he tenido muchas dudas sobre su papel en aquellos años y cómo se las apañó para no caer en la obligación de hacer filmes de propaganda bélica. Ha sido muy interesante, pero también triste, conocer los detalles.
    Como poco más puedo contribuir al respecto, le dejo esto que me encontré hace poco por los mundos de internet y que quizá le haga gracia: http://www.pinnlandempire.com/2023/06/the-school-of-ozu-aki-kaurismaki.html

    Un abrazo.

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    1. Mi querido doctor, muchas gracias por el hermoso enlace. Por cierto que esas declaraciones de Kaurismaki están sacadas de su intervención en un pequeño documental de 1993 que a lo mejor cuelgo por aquí un día y que acompañaré ahora de su enlace. Por si le llama la atención lo puede ver en https://youtu.be/8J4NRMH_Rt0
      La intervención de Kaurismaki -la única realmente imprescindible para mí, junto a la de Wenders, creo recordar que es la segunda o tercera. Un puntazo.
      No sé si me va a dar la vida para analizar si acaso someramente la influencia de Ozu en otros directores que se dicen muy influidos por él. Hay algunos que en parece que solo han visto Cuentos de Tokio un par de veces y que con remedar alguna solución característica como la frontalidad en los diálogos o los planos almohada de tendedero y ponerlo en sus películas ya se sienten satisfechos. Kaurismaki es un claro ejemplo de una influencia muy bien asimilada. Por ejemplo La vida de bohemia, que tengo reciente, tiene mil cosas de Ozu, y no solo en la puesta en escena, sino en su tono a la vez profundo y superficial que tanto nos gusta de Kaurismaki, y de Ozu.

      Sobre estos apuntes de Ozu y la guerra, le diré que me dejaron un poso agridulce no por lo que cuento, que ya lo sabía, sino porque me hubiera gustado redactar unas conclusiones más elaboradas y, valga la redundancia, concluyentes. Me gustaría poder haber reflexionado algo más y mejor sobre cómo influyeron estas experiencias en su cine posterior. Siempre tuve la impresión de que estos años dejaron en él un poso de amargura que de alguna forma le cambió, o cambió su forma de vida, y que eso también transformó su cine. Creo que incluso lo he dejado por escrito en algún sitio, pero le confieso que ahora mismo no sabría acotar esa influencia, por lo que he preferido dejar esas conclusiones casi en blanco, para invitar a que cada cual saque las suyas.

      Un abrazo

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      1. Qué coincidencia, ¿se creerá que revisioné La vida de bohemia esta misma semana? Qué maravilla de película, y me parece muy interesante lo que apunta de la influencia de Ozu en su tono, no lo había pensado y tiene razón.

        Y sobre lo que comenta, a menudo pasa que uno tiene en mente algo muy elaborado-profundo pero a la hora de ponerlo por escrito no está a la altura de lo que esperaba… vaya, es que me pasa eso a mí continuamente. Lo que sucede es que los que lo leemos no conocemos qué había en su mente y solo juzgamos lo escrito tal cual. Dicho en otras palabras, no creo que le falte nada a sus dos textos, y de todos modos lo que usted quería analizar es bastante complejo, es normal que le haya costado transmitirlo y que además creo que no suele mencionarse en estudios sobre Ozu.

        Un abrazo bohemio.

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  2. Hola tocayo
    Parafraseando: nuestro mundo se derrumba pero… ¡Menudas pelis disfrutamos! (fue muy convincente con su Disney-idea; tengo entendido que lo tienen en un silo, fresquito, por si les vuelve a hacer falta).
    Propongo otra conclusión: limpieza y poesía es el «contigo, pan y cebolla» del sol naciente.
    Un saludo y un poco de limpia poesía. Manuel.

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  3. Efectivamente tocayo, algo bonito de los japoneses es que cuando vienen duras se refugian no solo en la composición y lectura de poemitas, sino en esas costumbres suyas de volver arte las rutinas y, por supuesto, tenerlo todo muy limpio. En esto sí que Ozu era muy japonés, y no tanto en su forma de hacer cines, como es tópico comentar.
    La verdad es que es una pena no tener un registro directo de esa su segunda fase de a guerra, que a mí me parece más interesante que su estancia en China, en la que al fin y al cabo fue un simple soldado. Aquí sin embargo fue con una «misión» y la impresión que tengo siempre que leo sobre ello es que Ozu estuvo por allí mareando la perdiz, sabiendo ya que la guerra no se iba a ganar.

    Un abrazo fantasioso

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