
En el velatorio de Yasujiro Ozu se presentó un tipejo, contable de la Shochiku. En Japón es -o era- costumbre que con el pésame se entreguen a los allegados del finado sobres con algo de dinero, recuerdo supongo de un socorro urgente que en tiempos de pobreza había que dar a la familia del muerto. El contable de Shochiku, a la que Ozu fue fiel por 40 años, venía a recaudar esas dádivas simbólicas, porque el maestro dejó por justificar algunas facturas de sus últimas películas al enfermar. A este contable hijo de la gran puta le paró los pies Kazuo Inoue, prometedor aspirante a director, discípulo de Ozu que, por enfrentarse al contable, fue expulsado de la Shochiku y de la industria del cine en general, con el maestro de cuerpo presente.

Kazuo Inoue aspiraba a ser director. Había sido ayudante de Ozu en sus últimas películas y estaba listo para dar el salto a la responsabilidad de dirigir, pero aquel desplante funerario, mandar a tomar vientos al contable de Shochiku, le valió el ostracismo. No tengo ni idea de qué hizo con su vida. Lo busco en google y resulta que se llama igual que un ciclista cuarentón por lo visto más importante que él, así que desisto. Solo me queda el documental que, en 1983, hizo para recordar a su maestro Yasujiro Ozu. Lo tituló con ese charcarrillo que lucen varias películas del primer Ozu, ese “ He no se qué, pero…” Que se pudo de moda en los años de la Gran Depresión. He vivido pero… Es el título para Ozu.

Inoue hace el mejor documental que creo que se podría haber hecho para entender, una generación después de su muerte, quién era Ozu. En vez de perorar sobre su forma de rodar o sobre lo que el público piensa de Ozu, o dejar que lean la chuleta mental y tópica otros directores autóctonos o foráneos, Inoue se deja de historias y contacta con personas que han convivido con Ozu. Con sus hermanos primero y después con sus actores, la otra familia. El retrato que queda del maestro es certero, parcial y sentido. Es decir, perfecto.



El documental hace un recorrido temporal por la vida y obra de Ozu, pero Inoue le conoció tan bien, y le comprendió con tanto acierto, que mientras uno lo ve disfruta no tanto de los datos que se dicen como de la impresión personal que dejan los testimonios. Desde el hermano rememorando con dificultad, inventando acaso, las trastadas juveniles, hasta las confusas ideas de las jóvenes secundarias que trabajaron para él en los filmes en color del final. Hay también ayudantes de dirección, cameramen, y la mujer de Kogo Noda, el guionista de su período culminante, que deja para el archivo la más valiosa información que el documental aporta a la Historia del Cine: que cada película requería 100 botellas de sake.

Inoue es sabio, y ha dejado en el documental, completas, las escenas más extremadamente sensibles o sentidas del cine de Ozu. Está la proyección de Hemos nacido pero…, está la discusión entre padre e hijo de Un albergue en Tokio, está Setsuko Hara conviniendo en casarse, está el desgarro de Crepúsculo en Tokio.
Ya que la menciono, la única gran falla del documental es la ausencia de Setsuko Hara. Esta mujer esquiva y digna al cuadrado se retiró del cine y de la vida pública poco después de morir Ozu y nunca más se la vió. Yo pienso, aunque la admire, que hizo un feo muy feo no dejándose grabar por Kazuo Inoue, como sí hizo el otro gran fetiche actoral de Ozu, el grande -por humilde- Chisu Ryu.

No veo qué puedo seguir escribiendo sobre el documental. Mejor verlo y comprender mejor a Ozu, aunque resulta que termina y no te han contado nada que no supieras al principio… Pero así funciona esto, por acumulación de misterios. Está aquí

Esta entrada forma parte del Especial kanreki de Yasujiro Ozu
Todas las citas literales de Ozu, salvo que se indique lo contrario, están extraídas de La poética de lo cotidiano. Escritos sobre cine de Yasujiro Ozu, traducido por Amelia Pérez de Villar y editado en Gallo Nero. o bien de Antología de los diarios de Yasujiro Ozu, Edición a cargo de Nuria Pujol y Antonio Santamarina. Filmoteca de la Generalitat Valenciana.
Si menciono a Antonio Santos suelo referirme a lo leído en su monografía sobre Yasujiro Ozu editada por Cátedra.
Se pueden consultar la ficha de cada película y otros análisis en IMDB, Filmaffinity y Letterboxd.
En inglés se puede leer el análisis técnico de David Bordwell de cada película legal y gratuitamente de su libro Ozu and the poetics of cinema en este enlace.
En Internet Archive hay algunas películas de Ozu que no se pueden encontrar en las plataformas habituales.
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Hola tocayo
A mí me parece un broche de fantasía que, cuando se supone que tienes una entrevista con San Pedro para ver si te abre (ó no) la puerta, el que viene es Pedrito el-de-contabilidad para ajustar los últimos balances. Porotraparte todo un papelón ir a recoger los aguinaldos.
También forma parte de la mítica egipcia que el ayudante se incinere -a lo vikingo- en el funeral de su jefe. Estos japoneses con empresa cinematográfica seguro que vieron las pelis de Ozu… pero aprendieron muy poquito de ellas.
Un saludo, Manuel.
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Hola tocayo,
desde luego a estos nipones no hay quien les entienda, por eso son capaces, en el mismo punto del espacio-tiempo, de juntar la actitud más deleznable con el heroísmo más inútil.
Al menos quedan una curiosa anécdota, un estupendo documental que igual Inoue no tendría tiempo de haber hecho de haber sido director a sueldo de Shochiku, y las cuentas de esta supongo que quedarían saldadas, si, no entonces sí ahora con los millones de yenes que ingresan por derechos y dvds.
Un saludo vikingo pero sin perro a los pies, pobrecitos canes.
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