Cuenta una historia ficticia pero basada en un accidente ocurrido en 1906. Unos mineros franceses quedan sepultados y sus compañeros del otro lado de la frontera alemana, aunque no son bien recibidos ni se les da trabajo en Francia, deciden ir en su ayuda y rescatar a quienes se puedan. Otros por su cuenta recorren un viejo túnel que unía las dos minas antes de la I GM, destruyendo una absurda frontera subterránea en forma de verja. Es el símbolo de la unidad de trabajadores y humanidad en general.
Camaradería se alimenta del idealismo progresista que en el cine se manifiesta como un último coletazo de los felices 20. Hay solidaridad y confianza en un posible futuro mejor, a pesar del desenlace algo descorazonador, cuando se vuelve a instalar la verja.

Es una absoluta joya cinematográfica, que aun conservando esos restos de ingenuidad o representación directa de los hechos -también en 90 minutos se concentran varias historias y un montón de peripecias, no hay un segundo que perder- la arquitectura visual de la película es deslumbrante y hermosísima.
Un cine ya enterrado que aquellos que quieren hoy homenajearlo no pueden hacen más que endurecer la luz y forzar los cabezales del trípode con angulaciones obtusas. Un momento de la película que sintetiza bien esto que digo es el del baño de los mineros alemanes con ese sistema de poleas de las que se suspenden la ropa limpia y la sucia. Y el baño de todos los hombres desnudos (son decenas) perfectamente cronometrados, y la verticalidad de todo el escenario en sí, el de esos baños altos, que contrasta con el aire claustrofóbico del resto de la película, que discurre en túneles, lógicamente. Es una escena que además marca el giro narrativo fundamental y que tiene una mirada a cámara en la que nos confundimos con sus compañeros y escuchamos que debemos ir a rescatar, por encima de rencillas y nacionalidades. Hay luego otra mirada a cámara escalofriante, cuando le comunica su deber, ya en la caja del camión, a su mujer, que famélica e impotente le ve marchar con su hijo en brazos, pero comprende.
En fin, película de una materialidad descacharrante que además nos muestra un mundo que creo que en Europa ya está prácticamente extinto, el de las minas de carbón y el estilo de vida que las circunda.

Deja una respuesta