De Gillo Pontecorvo he visto, como todo el mundo supongo, Operación Ogro (1979) hace ya muchísimo tiempo, que me gustó mucho más de lo que esperaba, y ya mayorcito La batalla de Argel (1966) que me gustó algo menos de lo esperado. De la existencia de Kapó he sabido tan solo leyendo sobre otras cosas que espero que resuenen pronto por aquí. En concreto me refiero a la opinión que mereció para Jacques Rivette cierto travelling que enfatiza la muerte de un personaje cuyo nombre silencio para no destripar:
“Observen en Kapó el travelling en el que (…) se suicida arrojándose sobre los alambres de espino electrificados: quien en ese momento decide hacer un travelling hacia adelante para encuadrar el cadáver en contrapicado, teniendo cuidado de inscribir exactamente la mano levantada en un ángulo del encuadre final, merece el más profundo desprecio.”

Tan severo juicio se encuadra en el debate que poco antes había surgido en torno a la pertinencia de mostrar el horror del holocausto mediante la reproducción de imágenes de archivo reales con o sin aderezo dramático, al modo de Noche y Niebla (1956). El mediometraje de Resnais levantó mucha polémica y se encontró con gran oposición estética y crítica, por ejemplo del mismo Rivette. Kapó no sería, a ojos de quienes así opinaron, más que una resulta zafia y burdamente pretenciosa de lo que empezó con el estremecedor documental francés.
Kapó cuenta la historia de una adolescente judía de París, interpretada por una imposible Susan Strasberg, que al poco de ser deportada junto a sus padres a un campo de trabajo y exterminio cambia su identidad por la de una delincuente recién fallecida, lo que le permite esquivar la infausta suerte de su familia y ser trasladada de nuevo a un campo de trabajo en el que las circunstancias la irán transformando hasta que llega a la connivencia con las autoridades del campo y obtiene el puesto de kapo, esto es, prisionera de confianza que como es sabido se encargaba de la custodia de un barracón en aquellos campos infernales. El arco de transformación de esta chica, de la que me apetece omitir sus dos nombres, más que un arco es una cinta de moebius, así que en un último acto de la película un tanto desorientador se medio lía con un prisionero ruso y… En fin, ahí lo dejo.
A este filme le pasa algo curioso, aunque relativamente frecuente cuando uno escarba en el cine que pretende contar hechos recientes. Me refiero a que es una película muy bien realizada, con unos medios estupendos, que tiene la mejor intención, que culmina en un producto de calidad, entretenido y con cierta enjundia humana, etcétera y, sin embargo, es un error. Kapó es un gran error que se subdivide en varios errores menores que hacen que, siendo una buena peli, no puede acumular sobre sí más que juicios negativos si se la quiere valorar más allá de sus aspectos puramente formales, que aceptaremos con más cariño que Rivette y perdonaremos por la buena intención que los sustentan.

Alguno de esos errores son leves y solo punibles desde nuestra perspectiva saturada de imágenes fieles a la realidad. Por ejemplo que las prisioneras luzcan en general una piel tersa y luminosa o que a buena parte de ellas estén entradas en carnes, contrastando con sus trajes andrajosos y sus peleas por la ración de sopa boba. Sin embargo hay otros fallos que creo que no se le pueden perdonar. Por ejemplo el arco de transformación de la protagonista que mencionaba antes, totalmente absurdo. No es porque pase de ser ingenua a mala y luego a buena sin ton ni son por flaquezas del guion, sino porque sus sentimientos y su forma de conducirse no son propios de ese mundo negro, sino del exterior que ella ya no habita. Por otra parte, las libertades idiomáticas (que se entiendan todos en italiano, incluido el soldado ruso) que asumimos en otras historias aquí es una especie de falta de respeto a la verdad histórica, pero también a la verdad humana de quienes sufrieron aquello, porque la desconexión comunicativa y la deshumanización del grupo comenzaba con el extrañamiento de las lenguas, con la indefensión que provoca no saber qué te están diciendo, si el gesto con que respondas a una orden incomprendida no podrá costarte la vida. Creo recordar que Si esto es un hombre, del italiano, precisamente, Primo Levi, hablaba de esto ya en sus primeras páginas. En fin, que es una película que se estropea a sí misma, como decía, y en este caso comprendo que esté olvidada.

De ella proviene, eso sí, una imagen de la vida en los campos de trabajo y exterminio que es la que ha quedado en nuestras retinas. Hay que tener presente que apenas hay imágenes reales en movimiento de la cotidianidad de aquellos lugares. Todos nosotros nos imaginamos los andares desorientados de los presos, la horizontalidad del paisaje artificial que forman los barracones, el maltrato constante de los SS y sus métodos porque lo hemos visto en películas. Quizá la que más ha contribuido a formar esta imagen sea La lista de Schindler. Y Kapó parece, en lo visual, un ensayo general primitivo y acertado a la vez de la obra magna de Spielberg.


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Qué alegría volver a leerte.
Kapó es una película que siempre se me escapa, pero de la que he leído bastante, así como la polémica que gira alrededor de ella y de otras que han tratado de reflejar los campos de exterminio nazi. ¿Cómo reflejar el horror? Y ahora se suma a mis lecturas tu texto.
¿Por que dices «una imposible Susan Strasberg»? ¿Es por el personaje como explicas posteriormente? ¿Por su actuación? ¿Por como dices presentarse con un físico que no pega con las condiciones en que vive?
La última película de ficción que vi sobre los campos y que me resultó muy interesante en varios momentos fue La última etapa (Ostatni etap, 1948), de Wanda Jakubowska, cuya realizadora estuvo en los campos.
Beso y, lo dicho, qué bueno leerte de nuevo
Isabel
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Hola HILDY querida,
espero volver a escribir y leer con más asiduidad, es que llevo unas semanas enfrascado en varias peripecias vitales consecutivas (ninguna mala) que me han tenido ausente
.
Puse una «imposible» Susan Strasberg por las tres cosas que mencionas y alguna más. Compone un personaje melodramático que no pinta nada en este contexto y actúa sin matices. Es que no pega nada, ni ella misma ni su forma de conducirse, y no digamos ya sus decisiones y actos. Cuando ejerce de tierna pipiola no te crees que sea una niña ingenua de 14 años, y cuando al minuto y medio se ha convertido en una cruel vigilante sin escrúpulos ya ni te cuento lo que te crees. En fin, me gustó muy poco su personaje y su trabajo.
No había oído hablar de la peli que mencionas, ahora mismo la busco.
También me paso cuando pueda por tu casa, que es como la mía.
Un beso, Manuel
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Hola tocayo
Menos mal. Después de «algún tiempo» vuelves con una historia de campo de concentración y estaba por sugerir que si las iniciales de tus cinco próximos párrafos formaban la palabra «preso» te mandábamos al Equipo A (que, al parecer, andan por aquí).
El tema es delicado y Pontecorvo no era precisamente sutil pero, creo, le exiges demasiado; por aquellos años creo que el neorealismo -o el cinémá vérité- no alcanzaba hasta el extremo de los campos de trabajo.
La peli se llama Kapó, según Los hombres G en italiano capone y nosotros «el capo de la mafia».
Todos los malos se parecen.
Con alegría. Manuel.
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Hola tocayo,
tienes razón, que Pontecorvo es como es, pero seguro que ni él mismo quedó satisfecho con el resultado final.
Preso no he estado, ni me han capado, pero si juntas las dos cosas y les sumas mucho amor ahí tienes la pista sin acrónimos que valgan.
Me encanta que las tartas salgan bien.
Abrazo fuerte
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Hola otravez
Eso suena como si alguien estuviese en «el momento de su vida» ¡Enhorabuena! ¡Y un abrazo para la partecontratante de la primeraparte!
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