Barrio Chino (Frisco Jenny, William Wellman, 1932)

Frisco Jenny es el buen resultado de  lo que Wild Bill describió tal que así: It was just a couple of s.o.b.’s getting together, who suddenly liked each other. Los dos s.o.b. eran él, por supuesto, y Ruth Chatterton. La estrella tenía fama de ser terrible e ingobernable, así que cuando Zanuck la reunió con Wellman para presentarles la historia a ambos, se negaron en redondo a trabajar el uno con la otra y la otra con el uno. Realmente no se conocían, pero la fama les precedía a ambos, así que, obligados bajo amenaza a aceptar el proyecto, no se dirigieron la palabra hasta que el primer día de rodaje ella fue profesional, a él le bastó con la primera toma, y desde entonces se hicieron amigos. 

La historia comienza en 1906, cuando el gran terremoto asoló San Francisco, que Wellman recrea aceptablemente combinando efectos originales con imágenes, según Frank Thompson, de Old San Francisco (Alan Crosland, 1927). Yo no estoy muy seguro de que sea correcto, pero pueden encontrar el primer terremoto aquí. La versión del seísmo de Wellman la  vivimos en el bar que regenta el padre de Jenny. Es un curioso tugurio en el que las chicas despluman con variadas artes a los parroquianos beodos. En este contexto sórdido destaca el pianista de la sala, un verdadero artista con el que Jenny vive un romance a escondidas. Justo el día en que le comunican al padre sus intenciones de casarse, luego sabremos que de penalti, que este rechaza violentamente, –prefiero que se case con un hotentote, le dice al protoyerno- la tierra tiembla y se lo traga -literalmente- y poco después Jenny descubre, mientras vaga por la ciudad arruinada, que Dan, el pianista, ha muerto también porque aparece en una lista de finados que un policía clava en un árbol y que Jenny, en su dolor, desgarra y arranca, en un gesto si bien comprensible muy poco solidario con los demás supervivientes que buscan a los suyos. A la heroína todo se le consiente.

En un corte de plano y sin más explicaciones dos chinos comentan en chino el nacimiento del bebé de Jenny, y a partir de ahora esta tendrá que buscarse la vida. No cuento muchos más detalles y voy al meollo argumental: pasa algún tiempo y Jenny se ha convertido en una madame con muchas prostitutas en la agenda y las cosas le van bien. Tanto que se relaciona con tipos importantes de la ciudad, como un abogado famoso al que libra de ir a la cárcel eliminando las huellas de un crimen que comete. La cosa es que la acusan a ella y, aunque no acaba entre rejas, sí le quitan al niño, que este abogado entrega en adopción a unos amigos suyos ricos y respetables. Jenny asume que es mejor que se críe con ellos, y los años van pasando, y a la vez que el niño se termina convirtiendo en un tipo importante y consigue ser fiscal del distrito, Jenny se convierte en toda una madame de madames y además entra en el negocio del contrabando de licores. Su ascenso por la pendiente del crimen termina en donde culmina el de su hijo -que no sabe que lo es- por el de la defensa de la ley, así que ahí arriba se encuentran, pero no digo más.

Siguiendo la moda del momento, Wellman dirige como un Murnau con prisas, y emplea siempre que puede movimientos de cámara para seguir la acción o reencuadrar. Si biógrafo Frank Thompson, que pienso que escribió sobre esta película sin poder verla y se dejó llevar por los comentarios críticos del momento, incluso se mofa algo de Wild Bill, por su empeño en rodarlo todo desde ángulos extraños. Exagera, la película no es nada pretenciosa, y aunque hay otras opciones de puesta en escena, le viene estupendamente ese dinamismo para acompañar un argumento en el que pasan tantas cosas durante muchos años en tan poco tiempo de metraje.

Sobre la concisión de estas películas de hora y poco rodadas con prisas y estrenadas sin promoción apenas ni ilusión de trascendencia histórica, Frisco Jenny creo que nos puede servir de referente para mencionar una cualidad muy peculiar suya que la aleja brutalmente del audiovisual actual. Me refiero a que esa sobriedad narrativa, eso de mostrar y decir única y exclusivamente lo que es necesario para que la historia continúe, permite que aceptemos con naturalidad que Jenny Sandoval sea a la vez toda una madrina del crimen organizado, que como es obvio para mantener su estatus habrá tenido que cometer y consentir las fechorías correspondientes, pero que aquí es mostrada solo como madre desgarrada por la separación de su hijo. Es decir, ella no es un personaje ambiguo, con dobleces, devorado por su sus contradicciones. Es solo una madre que, para que la película avance fluida y sin explicaciones innecesarias, debe ser rica e influyente, y lo natural por su origen es que lo consiga ilegalmente, y porque también eso ayuda a la trama melodramática.

En ocasiones pienso o comento con gente cercana que una de las cosas que me aburren profundamente de parte del cine actual, y no digamos de las series, es el exceso, la brutal cantidad de explicaciones y reacciones que ocupan el tiempo y el espacio narrativo. Compruébelo usted mismo: un personaje entra en escena y antes de que abra la boca al menos se le habrán proporcionado dos contraplanos de la reacción de quien allí esté y de la reacción a la reacción de quien entre. Luego, antes de decir lo que tenga que decir, quien le recibe comentará su llegada, o sus circunstancias, o algo de su aspecto, y el otro le responderá de tal forma que el primero tenga que reaccionar, para que por fin comprendamos qué pasa ahí, o entre ambos. Total: 10 planos y unos 20 segundos para comprender que ha llegado un tipo sospechoso.  Será que en un mundo como el de hoy, con una humanidad tan volcada en la satisfacción emocional propia y ajena, que piensa mucho en lo que siente pero apenas siente lo que piensa, lo que funcione sea eso, ver interminables reacciones, emociones, explicaciones no pedidas, imágenes superfluas, primeros planos que me aburren. Porque el equivocado soy yo, la culpa es mía por ver pelis como Frisco Jenny.

Con sencillez y sin exasperantes disquisiciones la película llega a su fin en el que Jenny se verá obligada a elegir entre decirle o no a su hijo quién es ella. Esos breves minutos finales me parecen impactantes, muy poderosos, y es precisamente porque ahí si se dilata la acción, ahí sí se detiene el tiempo y se nos encoge el alma porque la cosa es seria, el dilema es fuerte, cosa de vida o muerte, y ahora sí, Jenny tiene dudas, contradicciones, pero toma su decisión responsablemente, fiel al estoicismo valiente, brutal en ocasiones,  que caracterizaba a las decisiones finales de muchas buenas películas de los años 30.

Más de Wild Bill en nuestro especial No soy tan duro: el cine de William A. Wellman

7 comentarios sobre “Barrio Chino (Frisco Jenny, William Wellman, 1932)

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  1. Hola tocayo

    No he querido hacerme trampa (IMDb) pero no hace mucho disfruté de exactamente el mismo seísmo sentimental -sin terremoto pues, como casi siempre que había moral «resbaladiza», la acción transcurría en Francia-. Puede que la que vi fuera posterior. Porotraparte: si te gusto «Pickup…» te recomiendo «Cape Town Affair» la produjo también Fuller y no mejora en nada a la original pero… ¡Dios mio! ¡La Bisset en los sesenta!

    Sobre la «educación cinéfila» en las series actuales no puedo opinar porque la última serie que vi fue «veranoazul» pero, tocayo, en el «super» además de potitos puedes encontrar carne para asar, comida vegana, cocina oriental y rica miel (que no caduca nunca).

    Un frisco saludo (creo que fue en un capitulo de Columbo que aprendí -posible mentira- que a los de San Franciso no les gustaba que dijeran «frisco»), Manuel.

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    1. Hola tocayo!

      si no me das más pistas no caigo en la afrancesada que comentas. Esto de madres que cuidan de hijos ignorantes es un motivo novelesco bastante recurrente, así que seguro que hay no una sino muchas que lo utilizan. Intriga en Ciudad del Cabo tiene buena pinta aunque mala nota, desde luego debe de ser un remake curioso de Manos peligrosas aunque sea por ser una producción sudafricana, que pocas habré visto.

      Ya sé que en el super hay de todas las cosas (aunque no veas en qué poco se queda cuando te ponen a dieta) pero aunque procuro evitarlo, es imposible no toparte con el estilo actual. Por ejemplo fui el otro día a ver Civil War, que acaban de estrenar y que tenía pinta de ser una cosa adulta y razonable, y me encuentro con los cuatro personajes infantiloides de siempre con el fondo desenfocado tratando un tema serio y preocupante, una posible guerra civil en USA, con menos profundidad y recovecos que el pasado de Chanquete, que a saber. De hecho llegué a casa y volví a verme la última de Kaurismaki, por contactar de nuevo con cosas serias de verdad, como que se te pierda el papel de la chica que te ha dado su dirección pero no su nombre delante del poster de Breve encuentro.

      Un abrazo de Piraña

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  2. ¡¡¡Es un buen melodrama de Wellman, ¿verdad?!!! Yo lo disfruté un montón cuando lo vi. Muestra muchas cosas de las buenas artes de Wellman, que bien señalas en tu texto.

    Además se puede crear un bonito hilo conductor de melodramas con temática parecida de madres peculiares, sus andanzas y sacrificios por los hijos… Barrio chino, Stella Dallas, Madame X… Guauuu, que buena sesión triple, jajajaja.

    En fin, que Wellman con su filmografía eterna, y como demuestras en tu pedazo especial, puede continuar dándonos sorpresas.

    Beso

    Hildy

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    1. ¡Hola Hildy!

      Me punto La mujer X, que no la conozco. Además me sorprende que el director es Lionel Barrymore. No sabía yo que el temido Sr. Potter había trabajado tras la cámara.

      En efecto, Frisco Jenny es un buen melodrama, aunque lo cierto es que en estas películas tan ágiles y movidas, aunque sea adecuado calificarlas así, la verdad es que hay poco tiempo para zarandajas emocionales. Solo los últimos minutos son realmente «intensitos», y merecen tanto la pena como los anteriores.

      Un besazo mu fuerte

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  3. Esa es efectivamente la primera versión de 1929, que protagoniza también Ruth Chatterton, pero yo me estaba refiriendo a su remake con ¡¡¡Lana Turner!!! de madre sufridora. Es una película de los años 60 dirigida por David Lowell Rich. Y la Turner lo pasa muy malllll. La de Barrymore ¡¡¡no la he visto!!! Pues Lionel he cotilleado y dirige varias, pero no he visto ni una. Seguro que nos pegamos más de una sorpresa.

    Beso

    Hildy

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