Hasta el momento del juicio es una gran película, se cuenta la historia de Pavel y su madre de forma casi convencional, si bien con una puesta en escena muy eficaz y un montaje especial, marca del momento histórico, cuyo rasgo quizá más característico es el uso de planos cortos, en los que el contraste emocional surge no tanto de las representaciones como de las miradas y las expresiones. Ya sería una película histórica e importantísima si toda ella se desarrollara en el mismo tempo y tono hasta el final, pero es que…

A partir del juicio se vuelve frenética y atormentada, quizá por hacernos empatizar con la mente torturada de la madre a causa de sus sentimientos de culpa y la toma de conciencia política. Visto así, puedo reconocer que hay dos grandes emociones que dirigen los hechos hasta el desenlace final: por un lado una especie de caos “ordenado”, que se logra con la narración paulatina de los preparativos de obreros y militares. Las notas que le pasan a Pavel en la cárcel generan una inexorabilidad narrativa sobre todo lo que vemos, nos confirman que efectivamente ocurrirá aquello que se prepara, pero por otro lado hay otra emoción, u otra idea que se adentra en nosotros. Me refiero a la “primavera” como señal de llegada de lo nuevo. Hay una clarísima metáfora que es el hielo que, generado por el frío invierno (zarismo) cuando viene río abajo es imparable y terminará derrumbando el viejo sistema para construir sobre él una nueva sociedad que efectivamente representan los últimos planos de la película.
Una pena que la copia que hay por ahí tenga una música a veces extemporánea y que no se haya encargado nadie, que yo sepa, de restaurarla debidamente.
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