Película fracasada comercialmente porque a los cubanos les aburrió y a los rusos no se la quisieron ni mostrar porque mostraba lo demasiado bien se podía llegar a vivir con Batista…

La película es una absoluta genialidad técnica, un artificio visual como hay pocos, pero el formalismo es tan intenso que vacía de contenido unas historias que, aparte de por su evidente carga panfletaria (es un libelo castrista) solo en momentos muy puntuales logran la intensidad emocional con la que la gente quiere encontrarse en la sala oscura del cine.
Soy Cuba está rodada combinando el gran angular, el acercamiento a los sujetos y una fotografía no sé si quemada o virada a algún color para que lo verde se vea blanco y el cielo casi negro. Cualquier fotograma que encontráramos por ahí tirado es genuinamente suyo, y lo reconoceríamos. Los movimientos de cámara son descacharrantes. Por ejemplo la fiesta del principio, o el funeral de la penúltima historia, con la cámara yendo del suelo al cielo, del cielo a la fábrica de puros y de allí al cielo de nuevo sin detenerse ni un instante, ni tembleques ni un solo extra mirando al objetivo…
Además tengo la impresión de que lo que se me muestra no es Cuba, aunque no la conozca. Personas gélidas, como en pausa, tomas angularísimas, líneas rectas, racionalidad y ausencia absoluta de humor, sal y azúcar. No me extraña, aunque sorprenda, que fuera un film incomprendido y que pasó indiferente porque los cubanos, quizá con razón, lo miraban sin verlo.
Dicen que tardó año y medio en rodarse para una semana de cartel. A veces crear lo insuperable te conduce a lo olvidable.
Cosillas
- la belleza de los cubanos
- que tanta plasticidad visual quede envuelta en un sonido doblado tan penoso
- ¿cómo se hace para que lo verde se vea blanco? ¿Es una decisión técnica o estética?
- Me gustó más “Cuando pasan las grullas”, o las cigüeñas. Una artificiosidad mucho más natural. Y soviética.
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