Película que dura una hora exacta y que sin embargo necesitó de nada más y nada menos que tres directores para llegar a buen puerto. La empezó William Dieterle, que enfermó al poco de comenzar el rodaje del que se hizo cargo William Wellman y, una vez terminada, a Jack Warner -tan majo- no le gustó como estaba interpretado Cooper, un personaje secundario, y se empeñó en rehacer todas sus escenas, tarea que recayó sobre Michael Curtiz (ya saben, el hombre que siempre “pasaba por allí”) que finalmente se llevó el crédito definitivo, y como film suyo cuenta.
Como ocurre en tantas películas de esta época alocada en la historia y en el cine americanos, la trama mezcla modernidad y puritanismo a partes no sé si iguales, pero desde luego un tanto desquiciantes a nuestros ojos actuales. Y esa es una de las cosas que más disfruto de este cine tan viejo y adelantado a la vez: que sorprende a la vez que enseña. Es la ventana a un pasado del que vemos -esto es cine amigos- mentiras hechas de retazos de verdad. El cine que refleja un mundo y lo deforma, como siempre, cuando han pasado 90 años nos sorprende con su doble deformación, la del tiempo y la del arte, y nos demuestra que somos siempre los mismos, a pesar de haber cambiado.

Female (la traducción Hembra es malsonante en castellano, no se corresponde) nos cuenta las peripecias sexuales de Alison Drake (interpretada por una estupenda y acertadísima Ruth Chatterton, sustituta de última hora de la habitual Bárbara Stanwick en las películas de Wellman de este tiempo) CEO, como se dice ahora, de una compañía de automóviles. Mujer atareadisima, imagen misma del ejecutivo agresivo fiero e incansable que, como depredadora triunfante, cada noche se permite una presa en forma de empleado resultón. Cada día invita a un subalterno a cenar en su casa con las excusa de revisar el trabajo, y tras el vodka llega el sexo, cada día además en una estancia distinta de la suntuosa mansión modernista en la que vive. Un buen día uno de estos empleados le sale rana, y hasta aquí quiero contar.

Mentiría si defendiera Female como una obra maestra, incluso si me empeñara en que es una gran película. Su brevedad se agradece porque la historia no da para mucho y el guión es bastante pobre y previsible. Sin embargo es una historia que estoy seguro de que era “peor” en su momento que hoy en día. Y es que vista en el presente es una historia fresca, muy curiosa, y sin embargo a la vez profundamente contradictoria. El planteamiento es que una mujer dueña de su destino tiene a sus mandos toda una gran empresa y además sabe usar su energía e inteligencia de forma exitosa. Es el vivo retrato de la mujer empoderada, de una modernidad posible y deseable. Y es que hasta 2014 -81 añazos después del estreno de Female– ninguna mujer dirigió empresa automovilística alguna. Sin embargo, y para pasmo de nuestra mente actual, su arco de transformación se dirige hacia volver a ser la mujer tradicional, madre de sus hijos (nueve quiere ella) y abnegada ama de casa. En fin, es un giro inaudito para nosotros pero nada extraño en el cine clásico sobre mujeres, ya hemos hablado de ello alguna vez no solo en el caso del Hollywood precode, sino también en el del cine japonés. Lo que ocurre es que en Female falta el genio que atempere un poco el trago áspero que es para nosotros ese giro regresivo.

En cualquier caso recomiendo la visión de esta película, por el muy buen hacer de su protagonista y sobre todo por su dirección artística. Escenarios improbables, piscinas art-decó, escaleras irreales y, en fin, un mundo de cartón piedra en el que es gozoso perderse y tocar un timbre oculto que conecte con cómplices criados que nos vengan con dos vodkas en bandeja de plata. Ojo al organista.
Más de Wild Bill en nuestro especial No soy tan duro: el cine de William A. Wellman


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Feliz estoy con el Dirigido por… qué ya anunciaste y me llenó de alegría con su primera parte del dossier dedicado a Wellman. ¡Hoy llegó a mi kiosko! Y ya devorándolo.
¿Sabes dónde vi por primera vez a la protagonista de Hembra, Ruth Chatterton? Pues en una película de uno de mis consentidos, William Wyler (lo adorooooo): Desengaño.
Beso
Hildy
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Ay Hildy!
ayerme llegó la revista, otra revista (el especial 300 de Versión Original) y un pedido de 16 libros!!!
Y encima, cuando voy a ponerme a leer (y corregir en los ratos libres) me cae una tarea ciclista que no voy a contar para no aburrir, pero que se me ha comido la tarde, la noche y seguro que el finde…
¡Hay días muy completitos!
Tengo pendiente revisar Desengaño, que hace muchísimo que la vi.
A Wyler siempre le digo que sí.
Un besazo atareado
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