El 12 de diciembre de 1963 murió Yasujiro Ozu. Justo ese día cumplía 60 años, pues nació el 12 de diciembre de 1903. En Japón el día que uno cumple esa edad se celebra, tiene nombre propio: kanreki. Ozu, pobre, no pudo brindar por ello con un buen trago de sake, como le hubiera encantado hacer, sino que tras una agonía larga y dolorosa expiró. Como se cumple este año el kanreki de su kanreki, ya hace tiempo que pensé en que de alguna manera habría que usarlo de excusa para traerlo de nuevo, hacer algo especial por él, mantenerlo entre nosotros y renovar su memoria. Es por esto que procuraré comentar su filmografía completa, o publicar algo sobre él o su legado, cada mañana de domingo hasta el día 12 de diciembre del presente.

Debo decir sin embargo que en el momento actual afronto todo esto con un pensamiento agridulce. Aunque Yasujiro Ozu sea mi cineasta predilecto, y aunque me sobren las razones y las emociones -las que puedo escribir y las inefables- para considerar que su trabajo merece perdurar, por otro lado pienso que es irremediable que se marche, que se esfume del imaginario cultural de nuestro planeta. Hace unas semanas se publicaron los polémicos resultados de la encuesta de Sight & Sound 2022, y al hilo del ascenso de Chantal Akerman al primer puesto y los dimes y diretes que he leído, me fijé en que ningún articulista, ninguno de los críticos que sobre el tema peroraron en artículos sin cuento comparando a unos con otros y otras, mencionaba a Ozu en ningún sentido, ni para bien ni para mal. Ozu, que básicamente sigue en la lista de las 100 como antes, con Cuentos de Tokio en primera fila y Primavera Tardía haciendo bulto al fondo, parece que huele a cuota crítica, a elección por inercia, a estar sin estar. El cine de Ozu tengo la impresión de que tiende a ocupar en la Historia del Arte un lugar parecido al de la pintura bizantina, la ópera barroca, la poesía simbolista o la cartelería de propaganda. Un rincón agradable pero que tiende a ocultarse y diluirse, en el que solo estamos a gusto si hemos llegado a él abriéndonos paso por nosotros mismos. El cine de Ozu es muy cercano y sencillo para quienes lo conocemos y disfrutamos, pero también -ya menos- es un tópico del postureo cultureta y, lo que es peor, diana fácil de burlas y topicazos muy necios. Es un cine que repugna al mundo de hoy, que está en retirada, que va camino de sepultarse en esa ausencia, en ese dejar de ser que se expresa con un kanji: 無 (Mu) que Yasujiro Ozu quiso que fuera lo que dijera su tumba. Este humildísimo homenaje que le hacemos en trendesombras, casero e irregular, iletrado y muy poco riguroso, a mi pesar pero muy sinceramente lo siento como una salida a por aire del cine del gran sensei antes de precipitarse hasta el oscuro fondo del pasado remoto y superado. Por otra parte, pienso en estos apuntes como hilos de Ariadna que puedan conducir de forma fácil y gratuita a la filmografía de Ozu, en especial a la menos conocida, y por ello confío en aportar algo con vistas a refutar lo que yo mismo acabo de decir, que es un cine caduco, y quizá contribuir a que perdure para siempre, como merece.
Pero… ¿Quién es este señor?
Yasujiro Ozu es uno de los grandes directores de la época clásica del cine japonés. Se menciona siempre como culmen de este tiempo el triunvirato Ozu, Mizoguchi y Kurosawa (aunque este es posterior), pero yo soy de los que defiende que ahí falta Mikio Naruse. Hay muchas opiniones sobre Ozu que se han vuelto tópicas y que, como suele ocurrir, solo sirven para que quienes no han visto su cine, o solo se han asomado a alguna película hace mucho, incidentalmente, puedan decir algo de él, o sentir que saben algo de él. Por ejemplo, se repite mucho que es “el más japonés de los directores japoneses”, lo cual tendremos tiempo de desmentir durante este año. Ozu vistió siempre a la occidental, y en su juventud era un enamorado de la cultura norteamericana que le llegaba en las películas de Hollywood. Incluso firmaba sus guiones como James Maki. Otra cosa es que su cine lo captara mejor el público japonés de su época que nosotros, pero eso se debe simplemente a que trataba temas de absoluta actualidad que afectaban directamente a su audiencia, las personas cuya vida siempre quiso reflejar, más que mitos fundacionales nipones o valores ancestrales de los que, si acaso, se burla de vez en cuando.

También se tiende a pensar desde la ignorancia que Ozu es un director raro, que hace películas extrañas, lentas y reflexivas. De eso nada, Ozu era un director de gran éxito comercial, famoso, reconocido y multipremiado en su país natal. Sus películas están llenas de sentido del humor, y si de algo huyen sus personajes es de solemnidades impostadas. Estaba totalmente integrado en una industria muy poderosa, ante la que nunca tuvo que rebelarse ni enfrentarse en lo artístico, solo por alguna circunstancia laboral, como otros trabajadores en determinados momentos de crisis.
Sí es cierto que las películas de Ozu son muy distintas a lo que estamos habituados a ver y que los temas que tratan no son de rabiosa actualidad, que digamos. Su peculiar estilo visual sobre todo, en el que impera la frontalidad y su famoso y peculiar tiro de cámara desde casi el suelo, resulta chocante al principio, pero cuando se han visto varias películas suyas termina convirtiéndose en un formato más en el que es fácil sentirse a gusto. Creo que a todos los que gustamos del cine de Ozu nos ocurre que cuando entramos en su imaginario nos sentimos especialmente reconfortados, como si volviéramos a una especie de segunda residencia filmada. En fin, ya iremos comprobando, al ver sus películas, cómo estos y otros lugares comunes son cuando menos exageraciones infundadas.

Yasujiro Ozu, como ya hemos dicho, vivió entre 1903 y 1963. Tras una primera juventud en la que dedicaba mucho más tiempo a colarse en los cines que a asistir a clase y probar, tras abandonar los estudios, a ser maestro de escuela en una aldea remota, consiguió que un tío suyo le metiera a trabajar en Shochiku, la gran productora nipona para la que dirigió casi todas sus películas. Era 1923 cuando entró allí como ayudante de cámara y ya en 1927 se le encomendó la dirección de la única película de época de su carrera, La espada de la penitencia (Zange no yaiba) que está perdida como otras muchas que hizo en la época muda, que en Japón se alarga hasta bien entrados los 30. Salvo por dos interrupciones debidas a la guerra, una cuando sirvió en el frente de Manchuria entre el 37 y el 39, y otra al final de la IIGM, cuando fue detenido unos meses en Singapur, donde había ido con la peregrina excusa de rodar un documental, simplemente hizo películas. En la época muda 3 o 4 al año, y luego usualmente una por temporada hasta el año anterior a su muerte, pues 1963 lo pasó en una larga sucesión de penosas operaciones y tratamientos para el tumor en el cuello que terminó con su vida.
En lo personal fue un hombre discreto. Fumaba mucho y bebía demasiado. Vestía siempre de la misma manera: un traje gris de tres piezas confeccionado con telas de la mejor calidad. Cuando rodaba llevaba siempre un sombrero blanco de los que usan los senderistas. Era sibarita pero no ostentoso, le gustaban los pequeños lujos y era espléndido en las invitaciones. Nunca se casó ni se le conoció relación con mujer alguna, más allá de rumores alentados por la propaganda cinematográfica y de su larga amistad con una geisha. Vivió con su madre, a la que veneraba, casi toda su vida. Era sociable, gustaba de reunirse con amigos, pero tendía a la introspección y no hablaba de intimidades. Tampoco era un teórico al uso en lo que respecta al cine. Como le entrevistaron muchas veces se vio obligado a mostrar sus puntos de vista sobre este arte, pero repetía siempre tres o cuatro ideas que justificaban su estilo. Era un hombre extremadamente sensible, buen dibujante y poeta ocasional. Tenía tendencia a la molicie, pero cuando se ponía a trabajar lo hacía hasta la extenuación. Él mismo se quejaba una y otra vez en su diario de lo insalubre de su ritmo de vida en las épocas de rodaje. En el trabajo era extremadamente meticuloso, podía pasarse horas componiendo el plano él mismo antes de empezar a rodar, y también ensayaba o repetía las tomas decenas de veces, para extraer de actores y actrices lo que deseaba.
A Ozu le gustaba mucho el cine, y curiosamente sus películas predilectas poco tenían que ver con su estilo. La que le animó a ser cineasta fue el dramón cristiano-pacifista Civilization (Thomas H. Ince, 1916), que le dejó patidifuso. A veces dijo que su favorita era Ciudadano Kane. De entre su propias películas las que más le gustaban eran Había un padre (Chichi Ariki, 1941), Primavera tardía (Banshun, 1949) y Cuentos de Tokio (Tôkyô monogatari, 1953) Sobre su estilo no diré nada ahora, porque lo iremos desgranando al analizar sus cintas y en otros textos más teóricos que iré intercalando entre ellas.

Saber más de Ozu
Si sabe usted poco sobre Ozu y este texto le está pareciendo, con razón, cargante y deslavazado, sepa que lo redacto así a sabiendas de que tenemos la suerte los que leemos español de contar con una entrada en la wikipedia muy completa, más incluso que la versión inglesa, que sirve más que cumplidamente como primera introducción a la vida y obra de Ozu. También incluye una bibliografía comentada de lo publicado sobre él en español, que me permito copipegar tal cual:
- Yasujiro Ozu, Antología de los diarios, Filmoteca de la Generalitat valenciana, 2000. ISBN 84-482-2287-3. Selección a partir de la edición completa francesa. Gran cantidad de anotaciones informativas.
- (en francés) Kiju Yoshida, Ozu, ou L’anti-cinéma, Arlés, Actes-Sud, coll. « Essais », 2004, 257 p. ISBN 2742745912
- Lorenzo Javier Torres Hortelano, “Primavera tardía” de Yasujiro Ozu: cine clásico y poética zen. Valladolid, Caja España, 2006. ISBN 84-95917-24-6
- Yasujiro Ozu, La poética de lo cotidiano. Escritos sobre cine, Gallo Nero, 2017. ISBN 9788416529452 Selección de textos del director y entrevistas que se le hicieron.
- Antonio Santos, Yasujiro Ozu. Cátedra, 2005 ISBN 84-376-2231-X Monografía amplia que además de desarrollar la trayectoria y análisis técnico de Ozu, incluye un análisis de cada una de sus películas conservadas, así como ficha de su filmografía completa.
- Antonio Santos, Ozu, Tiempo de cine, Tomo I: el tiempo y la nada, Texnai, 2015 ISBN 9784907162627. Es el primero de lo que serán cuatro tomos. Un análisis monumental de Yasujiro Ozu, su cine y su mundo. Los siguientes tomos están por salir. Incluye ampliadas secciones que están en la monografía de Cátedra.
- René Palacios (compilador y traductor), Yasujiro Ozu, Editado por SEMINCI, 1979, sin ISBN .Interesante resumen de la primera crítica que se interesó por Ozu en occidente, incluye artículos de Donald Richie y Tadao Sato, entre otros.
- VVAA, Yasujiro Ozu, el tiempo y la nada. Ediciones JC, 2013. ISBN 9788489564695 Monografía sobre el cineasta que pone el acento en sus relación con el cine, la estética y la cultura japonesa. Incluye comentario de sus películas conservadas.
- Paul Schrader, El estilo trascendental en el cine, Ozu, Bresson, Dreyer. Traducción de Breixo Viejo Viñas, EDICIONES JC, 2019, ISBN 9788415448419 Un clásico de la crítica cinematográfica.
- Marta Peris Eugenio, La casa de Ozu. Shangrila, 2019 ISBN 9788494936562 Análisis de los espacios fílmicos y arquitectónicos llevado a cabo por una arquitecta. Incluye mucho material visual y análisis de secuencias.
- VVAA, Nosferatu, revista de cine, Números 25-26, diciembre de 1997, ISSN 11319372. Número doble de esta prestigiosa revista con multitud de artículos sobre Ozu.
Pero la introducción más disfrutable al cine y a la personalidad de Ozu es sin duda el sentido documental (se puede encontrar aquí) He vivido pero… Una biografía de Yasujiro Ozu (Ikite wa mita keredo: Ozu Yasujirô den, 1983) que dirigió su último discípulo Kazuo Inoue, también por cierto uno de sus mayores admiradores y garantes de su legado a través de la escritura y edición de varios libros sobre su figura que por desgracia solo existen en japonés.
Incluiré al final de cada comentario una nota con enlaces y bibliografía en la que ampliar información. Además de los libros mencionados más arriba, recomiendo completarlos con los análisis de David Bordwell en su monografía canónica Ozu and the poetics of Cinema. Por suerte está disponible de forma legal y gratuita aquí. Y no puedo dejar de comentar que en castellano tenemos la suerte de contar con el mayor experto mundial en el cine de Ozu, o al menos el mayor experto no japonés. Es Antonio Santos, y quien quiera adentrarse tanto en el cine de este director como en su contexto social y personal, debe encargar ya mismo su monografía en la colección Signo e Imagen de Cátedra, fuente primaria, aunque no siempre le mencione por no parecer pesado, de muchas de las cosas que diga. Más adelante hablaremos de él y de libros en general con más detalle. Y es que estos apuntes no pueden sustituir el criterio, el orden y la profundidad analítica de Bordwell, de Santos y de otros y otras de los que iremos hablando. Invito a leer sobre Ozu.

Este especial
Como he dicho al principio, mi intención es glosar durante este año 2023 del kanreki del kanreki de Ozu, toda su filmografía conservada. Procuraré no irme mucho por las ramas, ser práctico y útil para quienes deseen adentrarse en su universo. Seguiré el orden temporal según las fechas de estreno de las películas conservadas. Esto puede que perjudique a la serie, porque las primeras entradas tendrán un interés muy relativo para el que no sea completista -qué gracia me hace este palabro- del cine de Ozu, pero creo que en su caso, al contrario de lo que ocurre con el otro especial que tenemos en la casa, el de William Wellman, sí es importante ir desenvolviendo su filmografía en orden temporal, mostrando los progresos, los hallazgos y los abandonos, para comprender por una parte que Ozu podría haber sido un estupendo director convencional y para, por la otra, comprender la naturaleza de su peculiarísimo lenguaje filmado.
También se verá irremediablemente afectada la marcha del blog en general. Habrá semanas en que no pueda hablar más que de Ozu, y sé que algún lector habitual pasará por alto estas entradas dominicales porque no le interese nada el cine viejo de ojos rasgados. Pido disculpas.

Lo único que deseo es que alguien descubra el cine de Ozu. O mejor, que si se aburre en la primera película se anime a ver una segunda y que entonces sienta que estaría bien ver una tercera, que le va a emocionar, y entonces vuelva a la primera y a la segunda y descubra mil detalles que se le escaparon. Por suerte en algunas plataformas ya están disponibles bastantes películas suyas, aunque se suelen corresponder con la última época. Si nunca ha visto usted ninguna película de Yasujiro Ozu, o la vio en una filmoteca por inercia hace mucho y se la pasó sesteando, le recomiendo que comience, por ejemplo, con cualquiera de las tres que, como dije arriba, eran sus predilectas y creo que también las mías: Había un padre (Chichi Ariki, 1941), Primavera tardía (Banshun, 1949) o Cuentos de Tokio (Tôkyô monogatari, 1953) Las tres son geniales pero, eso sí, muy serias. Otra forma de entrar en Ozu por la puerta de la risa es a través de Buenos días (Ohayo, 1959)
Explicaré, para acabar, cómo redescubrí el cine de Ozu. Yo tuve una época de muy fuerte cinefilia en mis tiempos de estudiante, hace ya más de 20 años, pero me saturé. He seguido viendo cine con constancia pero con la justa voracidad y desde la barrera acrítica. Sin embargo hace 3 o 4 años me dije que por qué no volver a lo que en el fondo tanto me gusta, destripar películas, comprender pantallas y anotar lo que pienso. No recuerdo por qué, pero el caso es que se me pasó por la cabeza que la mejor forma de volver a envolverme en cine era disfrutar la filmografía completa de Ozu, del que solo recordaba haber visto dos o tres títulos típicos en dvd. Sin que yo hubiera vuelto a pensar en él en todos estos años, cuando quise volver a penetrar en el mundo del cinema se me encendió alguna luz interior, más bien un neón colorido que decía: Ozu-Ozu–Ozu. Y a él volví y con él volvió el cine a mí por completo.

Es inútil pretender convencer a nadie de que Yasujiro Ozu es un creador imprescindible, y que se vive peor si se le ignora que si se le aprecia. Pero qué gusto es invitar a quien no lo sabe a que lo sepa, y a que descubra la sonrisa helada de Setsuko Hara, los gruñidos sonrientes de Chishu Ryu, niños traviesos que simulan llorera, unas chimeneas que humean cómicamente, ropas al viento que se secan ignorantes de haberse ensuciado, grafos nipones sobre lino con musiquilla hortera de fondo para los créditos como fin y principio o una lágrima que está pero no se ve, o los besos de amor que existen solo como elipsis, imaginados.
Filmografía como director (copiada de la wikipedia)
Ozu escribió algunos guiones que terminaron siendo realizados por otros directores. Se puede consultar la lista de sus guiones completa en IMDB


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Qué pasada de especial para los domingos de 2023, queridísimo Manuel.
¡Yo no me lo pierdo seguro!
¡Lo que voy a aprender!
Lo que ya he aprendido leyendo esta primera entrada.
Como no me he perdido ninguna de tus entradas.
Como he disfrutado y disfruto de tu especial de Wellman.
Además yo de Ozu poco he visto, te confieso.
Primavera tardía, Cuentos de Tokio, El sabor del sake…, y poco más.
A ver si me animo este año y completo algo más su filmografía.
Y me encanta que acompañes tus especiales de completa bibliografía. Ay, cuántos buenos libros de cine nos esperan por el camino.
Beso enorme
Hildy
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Queridísima Hildy,
qué gusto es escribir sabiendo que personas tan sabias, sensibles y valiosas como tú (bueno, como tú pocas) están al otro lado.
Como digo en la entrada, este especial tiene el hándicap de que me he comprometido a ir en orden temporal, por lo que hasta dentro de un par de meses hablaré de películas muy desconocidas y que realmente no son gran cosa, aunque casi todas tienen su interés, como espero poder transmitir.
También tengo pensado dedicar algunos post a comentar libros o autores sobre Ozu, ya veremos si me da la vida. A mí me ocurre que me siento mucho más a gusto leyendo libros sobre Ozu que sobre otros directores. Lo quería haber comentado en la entrada, pero no quería ser -más- pesado. El cine de Ozu es peculiar y yo creo -es algo en lo que insisto y a lo mejor me confundo, pero tengo esa impresión- que no lo vemos igual quienes lo conocemos y entramos en él con naturalidad que quienes solo muy puntualmente han visto algo. Pues al leer sobre él yo al menos tengo una sensación curiosa, porque por una parte me encuentro muy cómodo, como en esa segunda residencia que decía que son sus pelis, y por otro lado todo lo que leo lo pongo en duda, o me alegro de que confirme mis ideas… Dialogo con estos textos, más que leerlos.
Un besazo muy fuerte Hildy, gracias por estar aquí, y allí.
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Hola tocayo
¡Ozú! ¡Ze viene un ezpecial de Ozu!
Se nota que Yasujiro te toca particularmente y será bonito ver cada domingo -a partir de hoy día del señor… Ozu- como nos cuentas tu relación personal con su cine ¡Y con él!
Un saludo, Manuel.
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Muchas gracias tocayo. Espero que la cosa no se tuerza y pueda sacar tiempo, que la tarea es larga. No obstante ya he adelantado durante las navidades, que me las he pasado viendo pelis mudas en ocasiones sin musiquilla ni ná…
¡Lo mismo hasta te doy envidia!
Un abrazo
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Rayos, menuda sorpresa se había guardado para este 2023. Sabía que quería hacer algo para conmemorar su aniversario pero no esperaba algo de este envergadura. Muchos ánimos en su fatigosa empresa y le comento varias cosas que, espero que no le aburran, en correspondencia a una entrada tan larga y generosa (que no fatigosa, ya que, no sea modesto, sabe escribir de forma que despierta el interés).
En primer lugar el hecho de que Cuentos de Tokio esté siempre tan alto en la dichosa lista de la Sight & Sound yo creo que no debería ser para usted más que motivo de alegría y una muestra de que Ozu ha logrado entre cierto público establecerse como un director de referencia. Creo que pocos cineastas hay, a nivel universal, tan respetados hoy día entre la cinefilia. Admito que hay una mezcla de sincera admiración pero también cierto «temor reverencial» por la distancia cultural. Es más fácil atreverse a atacar a un Hitchcock o Ford, porque entendemos mejor su universo por estar más cercano a nuestra cultura, que no a un Ozu, porque uno siempre tiene el temor de «si no me gusta es porque no entiendo la cultura japonesa». Vale, reconozco que eso juega en favor de Ozu, pero aun así creo que hay mucha gente que sinceramente admira su cine, y el que su Cuentos de Tokio se haya convertido en uno de los grandes clásicos que siempre está en lo alto de esa lista junto a Kane o Vértigo creo que es motivo de alegría (olvídese de las polémicas o de lo que hablan los articulistas, quédese con que mucha gente ha votado por esa cinta… y snif, muy pocos por mi adorado Naruse).
En segundo lugar me permito comentar cómo descubrí su cine, aunque no tiene mucha importancia, pero es un tipo de batallitas que me gusta compartir y leer de otra gente. Mi primer contacto con él fue una emisión de Cuentos de Tokio en el programa Qué grande es el cine. Y, voy a ser sincero, me aburrió. Estaba empezando en el cine, era adolescente, y esta película tan pausada sobre la vejez no me interpeló, no me lo tenga en cuenta. También probé años después con Buenos días, de nuevo sin éxito. Caí en la idea de «el cine japonés es demasiado lento», «es otra cultura», etc. y lo tuve algo olvidado. En paralelo había descubierto a Kurosawa y Mizoguchi que, lógicamente, me entraron a la primera, pero mis incursiones fuera de ellos no solían funcionar (con Naruse me pasó lo mismo). Y entonces ya con 20 y poco años un día decidí probar de nuevo con Ozu viendo Primavera tardía. Y ahí todo me encajó. Me encantó. El final me conmovió profundamente. Entendí «de qué iba la cosa». No sé si es por la película, porque había visto más cine en esos años o simplemente por la sonrisa de Tetsuko Hara, pero ahí sucumbí. Desde entonces seguí explorando su cine y aunque no soy tan fan como usted me sucede lo que comentaba de Naruse en otra entrada: voy viendo sus películas poco a poco, sabiendo que son un valor seguro y son un sitio confortable al que sé que siempre puedo volver cuando me apetezca.
Menudo tocho, se nota que he empezado la semana con energía.
Un abrazo y mis enhorabuenas por este ciclo. De entrada me ha encantado esta primera entrada como resumen de quién era Ozu, por qué le gusta tanto y tantas referencias bibliográficas que serán muy útiles. Seguro que no decepcionará.
PD: me alegra saber que coincidio con Ozu en sus favoritas: Primavera tardía y Había un padre, que diría que es mi predilecta nº 1.
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Mi querido Doctor, gracias por su extenso comentario que, sin embargo, siembre deja ganas de más.
En primer lugar le juro que el día que me dieron las vacaciones de navidad no había pensado en hacer esto, pero sucedió una cosa rara, y es que se me cambió el sueño (a veces me pasa, duermo muy poco y suelo trasnochar, pero a veces me duermo a las 11 y amanezco a las 3…) el caso es que uno de esos días soñe algo relacionado con Ozu que iba a contar aquí arriba, pero luego decidí eliminarlo para no hablar tanto de mí, y eso me trajo el recuerdo de lo que USTED (asuma su cuota de culpa) me dijo en un comentario, felicitándome el año Ozu, o algo así… Así que me vi un día a las 2 de la mañana o las 3, recién levantado, con toda la noche por delante y me dije… ¿por qué no aprovechar estos ratos para ver pelis mudas de Ozu? y al ponerme con ellas se me vino la idea de hacer el especial, y he podido adelantar tarea en vacaciones, pero , la verdad, no puedo garantizar la periodicidad semanal, porque piso otros muchos charcos.
Sobre lo de la cinefilia y las listas… Le voy a dar la razón a usted, porque sé que por dónde vive su lacayo jefe y a lo que se dedica, y que tiene Twitter y todo, así que estará mucho más conectado con la realidad cinéfila que yo, que vivo en un pueblo grande y apenas charlo con nadie de cine más allá de estos comentarios en nuestros blogs. Pero me cuesta dejar de pensar que en el culto a la figura de Ozu hay cierta parte de inercia. Lo de Naruse es imperdonable, pero es que tampoco están Raoul Walsh ni Howard Hawks! Bueno, dejemos el tema listas.
Lo de la diferencia cultural… Ya tendremos muchas oportunidades de hablar de ello, pero aunque hay mil cosas que no pillo, en especial en las pelis mudas (en la primera de este domingo ya comento algo de esto) al final para mí es una ventaja, porque mientras más pelis japonesas veo en general y de Ozu en particular más comprendo todo lo que ocurre, y me encanta porque hay códigos totalmente ajenos a nuestra vida diaria que pasan a formar parte de mi imaginario y de mi comprensión de las cosas, ¡Y eso mola!
Pues fíjese que yo no tengo la menor idea de cuándo vi una de Ozu por primera vez. Puede que fuera en lo de Garci pero tampoco me dejó mucha huella. Por algún motivo me dio por comprar un pack de 8 o 9 dvds (los he perdido) cuando aún no curraba, o sea que para mí era un gasto más que importante porque era muy pobretón y siempre no he sido de comprar mucho formato físico De esos dvds vi varias, ni siquiera todas, creo que la primera Buenos Días y luego Cuentos de Tokio y alguna otra no sé cuál, pero ni me emocionaron mucho ni me dejaron una huella indeleble aunque tampoco mal recuerdo. Pero el caso es que luego, 20 años después, no sé por qué se me ocurrió revisar todo Ozu para volver a la cinefilia «militante». No tengo ni idea, fue una intuición, pero desde el principio lo viví con muchísimo gusto y emoción, lo mismo que leer e investigar sobre él. Y aquí estamos.
Yo también coincido con las tres de Ozu, pero creo que pondría primera Primavera tardía…
Un abrazo!
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Vaya, ¡cómo me alegro de haber sido indirectamente el incitador de todo este tinglado! ¡Ya hice mi buena acción del año y apenas llevamos una semana!
Un par de puntualizaciones más sobre lo comentado… cuando le digo que Ozu hoy día es uno de los cineastas más respetados y reconocidos… se sobreentiende que hablo entre la cinefilia, y más concretamente la cinefilia que no se queda escorada en la actualidad. Es un matiz importante para asegurarnos de que hablamos de lo mismo. Obviamente me refiero a una minoría entre la que nos encontramos nosotros, pero dentro de esa minoría creo que Ozu goza de un gran respeto, si bien pueda influir ese respeto temeroso por pertenecer a una cultura que la mayoría de nosotros no conoce. Fuera de esa minoría no pinta nada, claro, pero no lo pintaba tampoco hace 30 años. Hace un par de años por cierto hicieron un ciclo muy completo dedicado a él en la Filmoteca de Cataluña y la asistencia creo que fue bastante buena, así a modo de ejemplo.
Sobre las diferencias culturales, no me malinterprete, para mí no son un handicap, me pasa como a usted, me encantan y me supone un aliciente extra aunque sea a costa de no entender del todo las películas. Además, como dice, cuando uno ve varias obras de otra cultura aprende costumbres, detalles y rasgos, y eso siempre es beneficioso.
Por último no sé si conocía esto, pero la revista de cine japonesa Kinema Jumpo hizo una encuesta para elegir las 200 mejores películas de su país, y creo que es muy interesante por conocer la percepción que tienen los lectores de dicha revista de su propia cinematografía. O si no, al menos es divertida de leer por muchas elecciones excéntricas (ojo a la película del puesto 55):
https://mubi.com/es/lists/japanese-movies-all-time-best-200-kinejun-readers
No tema, hay 5 de Ozu en el Top100, aunque aquí se desbarata el mito de que Kurosawa lo apreciamos en occidente pero no en su país.
Perdone de nuevo por enrollarme y desconozco si esto le aportará algo, pero Ozu es tan grande que da para digresiones de todo tipo.
Un abrazo.
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Chapeau, Manuel. En menuda te vas a meter, pero ¡qué alegría!
Compartó tu entusdiasmo, como el mostrado por nuestra querida Hildy Johnson, Manuel y gabinetedrmabuse por la vida y obra del grandísimo (aquí el superlativo es oportuno como pocas veces) Ozu. Creo haber comentado alguna vez que posiblemente sea el realizador japonés que más me guste, y también comparto tu opinión sobre Naruse, aunque en este caso creo haber visto únicamente un par o tres de sus películas, ya que no son fáciles de encontrar.
Tu reseña me ha parecido hermosa en tu respeto y admiración hacia el cine del maestro (ignoro si únicamente en ese aspecto) y comparto tus temores de que el mismo y su cine queden arrinconados en esa vorágine de lo «pasado de moda». ¿La humanidad que emana de su cine está pasada de moda? ¿También Mozart, Beethoven, Dickens, Dostoiesky, Chejov y un largo etc.? Mal andamos, la verdad, nos importa más el «quantitas» que el «qualitas».
Es cierto, y ahí comparto el análisis de gabinetedrmabuse, que en nuestra percepción del cine japonés hay un componente cultural que, a nosotros como occidentales, se nos escapa, y a mí me ha ocurrido en muchas de sus películas –de él y de otros maestros del cine japonés– al desconocer su idiosincrasia. Conductas y comportamientos ajenos al sentir de un occidental. Ni mejores ni peores, sencillamente distintos.
Precísamente iba a preguntarte, dada mi absoluta ignorancia, que me recomendaras algún libro sobre la vida y obra de Ozu, pero no en el sentido aséptico tan habítual en este tipo de obras biográficas, sino en aquellas que escarban en profundidad y críticamente la vida y obra del personaje en cuestión. Así pues, Manuel, ¿alguna recomendación en concreto? ¿Tal vez la de Antonio Santos de Cátedra? ¿Entra en los parámetros de lo que busco en este tipo de biografías? Por supuesto, en castellano, que de idiomas nada de nada.
Felicidades por la monumental andadura que vas a comenzar. Ozu lo merece.
Un abrazo enorme.
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Hola nuncaelolvido!
Como le decía al doctor, para mí las diferencias culturales son casi una ventaja, porque al final es un ingrediente más de la salsa que enriquece el disfrute de este cine, y tampoco importa mucho que algunas cosas queden en el misterio. Lo oculto, lo que no se escucha, ve o comprende a veces es tan valioso como lo que es manifiesto. Entender esto mismo y aplicarlo a su cine es precisamente, en mi opinión, la mejor y más característica virtud del cine de Ozu.
Sobre él, por supuesto que siento mucha admiración, respeto y simpatía. Veneración por su arte muchas veces (también hizo alguna peli mediocre en su juventud) pero por la persona no… Pero ni por él ni por nadie, la verdad. Pero desde luego debió de ser buena gente. Solo hacía sufrir a la gente en los rodajes, por su forma de machacar a los actores con repeticiones sin cuento y su meticulosidad, pero no leerás ni escucharás a nadie hablar ni una palabra mala de él. Lo que ocurre es que, como digo arriba, era un hombre extremadamente discreto. Yo mantengo la hipótesis (esto lo deduzco yo de lo leído, pero no he leído a nadie que lo afirme ni siquiera insinúe literalmente) de que probablemente era homosexual y llevaba una «doble vida». Quizá por esto, o simplemente por timidez, apenas hablaba de sí mismo, y hay etapas importantísimas de su vida, como el tiempo que fue soldado, de las que apenas sabemos nada que no sea circunstancial, o mínimas anécdotas que repetía.
Por esto que te digo es difícil admirar o dejar de admirar a Ozu como persona, porque básicamente era un señor que trabajaba mucho y disfrutaba de su ocio de forma reservada. Era tranquilo, sensible, borrachín a tope y aficionado a los pequeños lujos, como la ropa cara o los relojes ingleses o cerámicas dela Talavera nipona, que no recuerdo por dónde cae.
Todo esto que te digo es la causa de que, de lo que yo he podido leer en castellano e inglés, poco se aprende de la vida de Ozu ni hay escándalos o sucedidos que hagan atractiva su biografía, como pasa con otros, por ejemplo las bromas crueles de Hitchcock y sus cosas con las rubias. Los libros sobre Ozu tienden mucho más a hablar sobre su estilo cinematográfico y sobre la relación que este pueda tener con la cultura japonesa. Para lo que me pides tienes dos opciones:
1. La monografía de Santos en Cátedra. Santos tiene una prosa amable y fácil de seguir, evita tecnicismos y enredos conceptuales. Además tiene un enfoque que a mí me gusta, y es que no hace mucho caso a toda la morralla pseudofilosófica del zen y todo eso (aunque tampoco la obvia) y se centra más bien en el contexto cultural del momento, y en explorar los temas que Ozu trata. Es bastante completa y consiste en unas150 páginas con letra chica hablando de su vida y obra en teórico, y el resto del libro analizando cada una de sus películas, como lo que yo voy a hacer pero bien. Quizá lo que menos me gusta de Santos es que en estos análisis mezcla el argumento con sus ideas y otras cosas… Están bien pero son como demasiado personales.
https://www.catedra.com/libro/signo-e-imagen-cineastas/yasujiro-ozu-antonio-santos-9788437630113/
2. Otra opción para lo que quieres, más breve pero que no está mal, es un libro escrito por varios autores: «Ozu, el tiempo y la nada» en Ediciones JC. Aunque no lo tengo muy fresco, es una buena introducción tanto a Ozu como al cine japonés de aquel tiempo, sus géneros, industria, etc. También dedica mucho espacio al análisis digamos filosófico de Ozu, el Zen, etc. Si son temas que te llaman la atención también te puede servir, es un buen libro.
https://edicionesjc.com/portfolio/yasujiro-ozu-el-tiempo-y-la-nada/
Tengo la intención -pero no sé si podré cumplir- de dedicar alguna entrada a comentar bibiografía, pero en castellano te recomiendo esos dos. Si puedes échales un ojo en una biblioteca o librería y déjate llevar por la intuición.
Un abrazo!
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Por cierto, se me olvidaba decirte que mejor que en cualquier libro lo que sabemos de Ozu como persona lo verás en el documental de 1983 que he puesto en la entrada. Si de verdad tienes curiosidad dedícale un rato.
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Muchas gracias Manuel por tus recomendaciones. A bote pronto, no sé por cual de las dos opciones me decantaré, posiblemente por la de Santos, aunque el libro no tiene 150 páginas, sino 600 por lo que pone la propia editorial.
Y en cuanto al documental, imposible, no veo los subtítulos por ningún lado.
Un abrazo.
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Claro, como te dije son 150 páginas antes de comentar con detalle cada una de las películas… Que es el grueso del libro. Desde luego es mucho más completo que el otro.
Sobre el documental, yo sí veo los subtítulos, pero no te preocupes, lo puedes ver en este enlace que te dejo con los subtítulos pegados:
https://ok.ru/video/4382747920908
¡Un abrazo!
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Doctor Mabuse,
qué bien la lista de Kinema Jumpo! La verdad es que no me había dado por buscarla, y me viene genial para aumentar aún más mi cola de futuras sesiones. Es que yo, le confieso, no tengo apenas idea del cine Japonés de los 60 para acá, más allá de cosas que todo el mundo (aficionadillo) ha visto.
Cosas que me han sorprendido de la lista.
-Que solo esté una vez Shimizu y en el puesto 88
-Que no aparezcan ni Almas en el camino (1921) ni Una página de locura (1926). De hecho mudas solo están He nacido pero… y a lo mejor otra de los 30 que no conozco y que lo sea. Dígale a su compadre Caligari que les mande una carta de protesta en japonés.
-Pero bueno, lo de arriba tiene que ver con nuestros gustos, lo que me parece extrañísimo -la he repasado dos veces, espero no equivocarme- es que no esté ni El imperio de los sentidos ni ninguna de las Baladas de Narayama, en especial la de 1983, que quizá sean las dos películas japonesas del siglo XX no Kurosawa ni anime más conocidas en occidente.
Luego tres cosillas personales: UNA: aunque me guste bastante, no entiendo la preminencia en todas estas listas de Los siete samurais sobre otras pelis de Kurosawa. Me parece muy buena pero ni de lejos la mejor suya, ni siquiera la mejor de época. Supongo que influye el impacto que tuvo en occidente y el remake de relumbrón. DOS: que quiero que por favor un japonés que pase por aquí me traduzca de una santa vez qué significa el título de mi peli favorita, Ugetsu monogatari… ¿Cuentos de la luna pálida de agosto? ¿Cuentos de la luna vaga después de la lluvia? ¿Cuentos de la lluvia y la luna? ¿Cuentos de la luna lluviosa?… Aaarggggg y TRES: lamento la ausencia de una película que me parece una obra maestra maestra total de Kobayashi, me refiero a Rebelión (Jôi-uchi: Hairyô tsuma shimatsu, 1967) Está bien que estén Harakiri y La condición humana, pero me gustaría mucho ver esta, por la que siento especial debilidad.
Por cierto, que aparte de la recepción que se le dé actualmente, no sé si sabe usted que Ozu es el único cineasta hasta ahora que ha conseguido nada menos que 6 veces el primer premio anual de esta revista, en eso sí supera a Kurosawa y Mizoguchi. Y es que creo que en su tiempo era bastante exitoso, pero que a la generación inmediatamente posterior a su muerte, la época de la nueva ola japonesa y su público, Ozu les debía parecer lo más trasnochado del mundo y creo que un poco así ha quedado en el imaginario del público actual.
Un abrazo y gracias de nuevo!
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Nuevamente gracias, Manuel. Cuando haga ganas de tirarme dos horas leyendo subtítulos (por cierto, penosos, en las palabras acentuadas la letra no aparece. No me mal interpretes por favor, no te estoy haciendo ningún reproche al respecto) lo visionaré, es que me cuesta horrores leerlos y siempre me quedo a medias. Me pasa igual con las películas.
Ah, y en cuanto a tu última respuesta al drmabuse, comparto tu opinión sobre Rebelión de Masaki Kobayashi, aunque a mí personalmente me importa bien poco que aparezca o no en un lista, no las hago caso, entre otras razones, por subjetivas.
Rebelión rezuma humanidad, principios e integridad. Esta son las películas que verdaderamente me llegan y hacen guardar un rayo (ténue, eso sí) de esperanza en la Humanidad.
Te prometo que ya no te doy la lata más.
Un abrazo muy fuerte.
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