Pido disculpas por anticipado si este apunte suena demasiado subjetivo, pero no me veo capaz de hablar de Deliverance -paso por alto el absurdo título español, Defensa– si no es desde la propia percepción de una película tan especial que, por su misma rareza, creo que admite bien que se la trate con un punto de fabulación subjetiva.

La vi hace muchos años. Sé que la pillé en un videoclub en el que alquilaba cintas en oferta sin tener ni repajolera idea o referencia sobre lo que me llevaba. La alquilé quizá por ser ella barata y yo pobre y me puse a verla sin saber ni quién era John Boorman, ni lo que es el New Hollywood ni nada de nada. La vi y de ella solo recordaba hasta hace una semana lo que la Historia del Cine recuerda de ella, que son dos escenas carismáticas e inesperadas a partes iguales. La primera, el duelo guitarra-banjo con la que casi empieza la historia, la segunda, esa violación inesperada, impresionante, inaudita, in, in, in. Y nada más recordaba de ella. Era una cosa sórdida que vi hace veintipico años en una tele de 14 pulgadas, en VHS y en formato ¾ , que me dejó una huella poco profunda, sucia en todo caso.
Hace unas semanas sin embargo me la trajo de nuevo a la memoria mi semanal vicio auditivo que es Sucedió una noche, ese podcast/programa de la SER tan parcial -por solo dedicarse a Hollywood- como encantador que no me puedo perder. Esta temporada tienen una sección de películas polémicas con la sintonía más molona del mundo, por cierto, y hablaron de Deliverance.
Ahí cuentan anécdotas de la producción, del rodaje y del inesperado éxito de público que supuso. Por ejemplo, que por falta de pasta los actores tuvieron que rodar en persona las arriesgadas escenas en los rápidos del río, o la tremebunda escalada que John Voight se dispone a hacer para cazar al cazador desde el fondo de la garganta. Invito a escucharlo en el enlace de arriba -qué bonita Lola Flores de portada- narrado por profesionales sabios. He vuelto a ver Deliverance, en definitiva, y lo que yo recordaba como una medianía soez resulta que ahora me parece una gran película, repleta de méritos, hirviente de ideas, potente en imágenes.
Para quien no la recuerde o no la haya visto, la sinopsis. Cuatro hombres de ciudad llegan a un pueblo de la américa profunda para bajar un río con sus canoas antes de que un embalse que se está terminando de construir se inaugure y todo quede anegado. Son dos guías, Burt Reynolds y John Voight, contratados por dos grises ciudadanos citadinos: Ned Beatty y Ronnie Cox. Llegan a una aldea remota poblada por un par de familias marcadas por los estigmas de la endogamia. Por ejemplo el muchacho anómalo que protagoniza -y vence- la batalla del banjo redneck contra la guitarra urbanita es un genio de la música pero un ser incapaz de toda comunicación social. Tras convencer a unos hermanos inquietantes para que les dejen los coches que traen al final del trayecto fluvial que se disponen a recorrer en canoa, se lanzan a las aguas que disfrutan, con sus paréntesis de adrenalina en forma de rápidos, hasta que tras la famosa escena que decía yo arriba la vida de los cuatro ciudadanos corre riesgo, y la lucha por la supervivencia, por una final liberación –deliverance– es el grueso de la historia, que remata un civilizado epílogo.
Deliverance es el zumo agrio que queda de exprimir con la fórmula más concentrada las complejas relaciones que el humano actual mantiene con la naturaleza. Estos cuatro hombres modernos llegan a los Montes Apalaches cada uno con su etiqueta metafórica para enfrentarse a ese río bravo que, por moribundo, les parece interesante, y del que se toman a risa los alrededores y sus pobladores. Uno es el líder carismático (Reynolds) que presume de que podrá sobrevivir al colapso de la civilización, aunque luego resulta que solo sobrevive a la película haciéndose el tonto, puesto de morfina. El otro guía es John Voight, un superviviente venido a menos. Está el gordito comercial que paga por una aventura que le cansa y le marca por encima de sus posibilidades, que interpreta en su debut en el cine el eficacísimo Ned Beatty. Y luego el otro cliente, el perfecto padre de familia (Ronnie Cox), recto y legal, que termina el metraje retorcido en el fango alegal. Desde luego esta película es una lección sobre la utilidad narrativa del arco de transformación.

La naturaleza se manifiesta de muchas formas. Es el arroyo que ruge entre las piedras destructoras y también la isla de soledad que nos libera el fin de semana de la estúpida tiranía del reloj, en los 70, y de las notificaciones móviles de este insufrible siglo XXI. La naturaleza es el verde insultante, la frescura irrepetible, la piedra milenaria y una paz silenciosa, nocturna, que disfraza la muerte sigilosa del buen depredador que triunfa si no se hace notar. Pero también es, la naturaleza, esa endogamia forzada contra la que la civilización se abrió paso hace milenios inventando raptos de sabinas y dotes y complejos sistemas de parentesco que mantuvieran la pureza de una sangre que, para perpetuarse con salud, requiere aventurarse en la distancia y el contacto de otras tribus. A veces, sin embargo, ocurre que la naturaleza vence a la cultura, y ejemplos de esto son el chaval del banjo y el confuso desdentado de la escopeta que enfrentan los cuatro ciudadanos que bajan en canoa hasta el domingo a mediodía.

Me sorprendió escuchar en el podcast que el presupuesto fue escasísimo. Que por eso no hubo dobles de acción y hubo que asumir que Burt Reynolds casi se rompe la rabadilla y que Ned Beatty estuvo a media trucha de ahogarse en un remolino. Que la idea original fue contar con Marlon Brando y Jack Nicholson pero que los salarios eran inasumibles. Me alegro un montón porque a esta película, en sí misma histriónica por lo que muestra, nada le hubiera venido peor que dos histriones endiosados que la hubieran vuelto indigerible. Digo que me sorprendió lo del presupuesto porque, a pesar del pobre recuerdo visual que tenía de ella, por culpa del formato, me he encontrado ahora, vista con calidad suficiente en una tele de tamaño decente, con que su puesta en escena es espléndida. Hay algunos planos extraños, la fotografía está estropeada por algún motivo creo que en posproducción, cuando John Voight está en lo alto del desfiladero, pero todo lo demás es pertinente. La planificación es poderosa y el montaje -nominado al Oscar, como la dirección- devuelve una emoción que, peor tratada, no se correspondería con una historia en la que realmente apenas hay tres momentos de acción y avance dramático.
Me gusta Deliverance porque no es lo que recordaba, porque me pone en mi sitio de persona equivocada durante años, confundida por un recuerdo mal formado, como equivocados están sus protagonistas al pensar que pueden sobrevivir indemnes a una aventura que implica despreciar a los autóctonos, y como equivocados están los autóctonos si pensaban que algún tipo de justicia civilizada va a asistirlos si no se lavan los dientes, si procrean entre hermanos y si violan a un padre de familia por primera vez en la historia del cine comercial norteamericano.
Me despido con la versión completa de la sintonía de esa sección de Sucedió una noche de películas polémicas, que me gusta casi tanto como Lola Flores cantando pena penita pena.


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Hola tocayo
Una película que no deja indiferente a nadie la primera vez que la ve. Recuerdo que el «principal motivo» para verla era la presencia de Burt -durante mucho tiempo el actor más taquillero- y seguido, de lejos, por Voight (creo que «sabíamos» de Midnight Cowboy pero no creo que la hubiésemos catado). El arranque con «dueling banjos» era esperanzador pero, esperando una de héroes en la naturaleza, el desarrollo nos iba hundiendo en la butaca; nuestros héroes tenían pies de barro.
Y la «otra escena» nos acabó de aplastar. El sabor amargo cuando las luces se encendían al final y las caras de decepción eran evidentes. Haciendo trampas al solitario fue un poco como la carrera del propio Boorman.
Un saludo, Manuel.
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Muy interesante tu perspectiva, tocayo. Yo la vi desde la ignorancia absoluta, entonces no sabía nada de cine, y cuando la alquilé no sabía ni qué actores salían, y me daba un poco igual.
La gente que la vio como tú recuerdas, esperando una cosa y encontrándose esto, debió vivir algo muy intenso por inesperado, que es cada vez más y más difícil encontrarse en el cine. Yo al menos 9 de cada 10 películas que veo tengo la sensación de que ya las vi antes de pagar la entrada. Me da envidia.
Al menos me queda el consuelo de que he acertado volviendo a ella.
La carrera de Boorman…Con decir que a esta le siguió «Zardoz» todo está dicho. Irregular es su segundo apellido.
¡Un saludo!
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La vi cuando se estrenó en las salas de cine (por entonces leía revistas de cine y fui «preparado») y volví sobre ella -ya desde el sofá- unas tres décadas después. Nunca me convenció, ni entonces ni después. Violencia efectista, simbolismos con mensaje incorporado y reflexiones varias sobre la condición humana. Todo ello vehiculado con una, digamos, brillante técnica narrativa más preocupada quizá por impactar al espectador que por servir a la historia.
Un saludo.
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Hola Teo,
aunque tu opinión no se corresponda con la que emana de mi texto, te digo que la entiendo perfectamente, y que, incluso, la comparto.
Deliverance es verdad que se basa en un efectismo poco disimulado, muy de su época, y que incluso sacrifica el rigor narrativo por las ocurrencias llamativas, como esa escalada de John Voight por la garganta que, la verdad, es estúpida. Objetiva y fríamente tienes toda la razón: esta peli es artificiosa. Pero lo que comento, ya advierto al principio, es muy subjetivo, espero que me comprendas.
Y por cierto, bienvenido Teo
Un saludo.
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Yo vi la película por primera vez hace ya once años. No hace mucho. No era una película que hubiese visto durante la adolescencia ni la juventud, pero la tenía muchas ganas. Luego la he visto más veces.
El cuarteto protagonista hace interesante este descenso a los infiernos. Cuando escribí en su día esto fue una de las cosas que más me llamó la atención:
«Ed y Drew son dos urbanitas que creen en el sistema, y cómodos como padres de familia; Drew además es un ferviente creyente en la democracia y la justicia. En Ed se intuye que dentro de su aparente ‘comodidad’ busca algo más… Bobby parece el más frágil y vulnerable, es el graciosillo del grupo, y el que parece menos apto para la aventura. Y Lew es el rebelde, el que despotrica contra el sistema social, el que quiere fundirse con la naturaleza salvaje y tomarse la vida como aventura y juego. Uno de los aspectos más interesantes que ofrece Deliverance a lo largo de este duro viaje iniciático es como cada uno de los personajes va cambiando de rol cuando entra en juego el instinto de supervivencia».
Pero se pueden realizar tantas lecturas. Creo que es una película que no deja indiferente, independientemente de que te convenza o no. Algo late en ella…
Beso
Hildy
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Querida Hildy,
acabo de leer tu apunte de 2012 y como siempre es perfectamente complementario y paralelo al de aquí arriba. Sí, es curioso que es una película que provoca reacciones muy distintas, incluso a mí mismo en dos momentos distintos de mi vida me ha parecido cosas muy distintas.
Creo que es de esas pelis en las que sus defectos sirven también como virtudes, y dependiendo del ángulo desde el que cada cual en cada instante miramos hay muy poca distancia entre percibirlos como lo uno o como lo otro.
Un besazo enorme
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Yo la vi hace tiempo (¿un año o así? Francamente, no lo recuerdo.). De ella, la única escena que rescataría de la misma es esa del famoso duelo guitarra-banjo y también, ahora que me refrescas la memoria, la de la sodomización por su desgradable y brutal animalidad. Nada más. El resto, mucho efectismo, pero poco contenido. Realmente no sé que a tratado de trasladar al público el director con esta historia.
Y en cuanto a lo que comentas de tu percepción de la misma, no creo que se deba tanto a que ignorases a qué te enfrentabas, sino a nuestra percepción de las cosas en cada momento de nuestras vidas. Nuestra naturaleza no es inmutable, está en continuo movimiento. Pero ello tampoco significa necesariamente que antes estuvieras equivocado y ahora no. Sencillamente que tu percepción de la misma ha variado con los años. Y esto mismo te sucederá (como nos sucede a todos) con otras tantas películas, y habrá otras cuya opinión sobre las mismas permanecerán en el mismo lugar que cuando las vistes por primera vez.
Un abrazo, Manuel.
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Hola nuncaelolvido!
sobre lo segundo que dices, es totalmente cierto. Además mientras mayor me hago más cuenta me doy de la distancia que existe entre el que miraba el mundo hace xx años y el de hoy. Pero eso me gusta, porque me permite volver de cuando en cuando a películas que me dejaron alguna huella para bien o para mal, y curiosamente me doy cuenta de que con el tiempo me he vuelto más generoso y menos crítico, como en este caso.
Que la película es efectista hasta las trancas no te lo puedo discutir. Su tremendismo, su violencia gráfica, sus simbolismos obvios… Es cierto que desde luego no es el epítome de la sutileza, pero sí creo, por el contrario, que a su estilo sí logra mostrar lo que «ha querido trasladar al público el director con esta historia», que es esa dicotomía entre lo natural y lo civilizado, y sobre todo que, dentro de cada uno de los ámbitos, lo tópico y lo real se mezclan o enfrentan… No sé, yo creo que sí tiene una idea potente detrás aunque el modo de representarla pueda parecer demasiado burdo como para que esa idea nos ilumine claramente.
Un abrazo fuerte
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