He nacido pero… (Umarete wa mita keredo, Yasujiro Ozu, 1932)

Esta película nació del deseo de hacer una película con niños. Es una historia que comienza con niños y termina con adultos. Inicialmente iba a ser alegre, dentro de lo que cabe, pero durante la filmación hubo muchos cambios. Al final se convirtió en una historia tan oscura que la productora dijo que no esperaba una película así, y tardó casi dos meses en distribuirla a las salas. Con ella decidí además no utilizar los fundidos de apertura y de cierre, y emplear el corte para pasar de una escena a otra. Después, si no recuerdo mal, no los volví a usar. Los fundidos de apertura y cierre no son elementos de la gramática del cine: son simplemente características técnicas de la cámara. 

Ozu rememoraba, 20 años después de rodarla, justo las claves esenciales por las que habría que empezar a hablar de su primera gran película, si no obra maestra. Ese recorrido desde el nansensu infantil que ya había ensayado en El pilluelo (1929) hasta el regusto amargo que deja el aparentemente amable final de He nacido pero…  es la historia que Ozu ha filmado con verdadera habilidad e inteligencia, como el cineasta maduro y hábil que ya era. Aunque aún está por desarrollarse del todo su puesta en escena tan particular y estilizada, como él mismo comenta ya se ha eliminado uno de los recursos tradicionales que considera artificiosos, como son los fundidos. Aún tendremos movimientos de cámara, un montaje con muchos cortes y unas actuaciones que persiguen la mayor naturalidad posible. En cualquier caso a Ozu le dejó buen recuerdo He nacido pero… Y, como se sabe, volvió a rodar una historia parecida en 1959, Buenos días (Ohayo) a la que luego nos referiremos.

Yoshi (Tatsuo Saito) ha encontrado trabajo y se muda a las afueras con su mujer Haha (Mitsuko Yoshiwaka) y sus hijos Keiji y Ryoichi. Como el dueño de su empresa vive por allí cerca, nada más llegar se acerca a presentarle sus respetos. De hecho en la oficina se rumoreará después que quizá se ha mudado solo para estar cerca del jefe y dejarse ver, hacerle un poco la pelota. Entre tanto los dos niños tienen que adaptarse al nuevo medio, lo que implica empezar en una nueva escuela y lograr el respeto del grupo de niños del barrio. 

Esos procesos de adaptación, el del padre a la empresa y el de los hijos a su entorno, es lo que cuenta He nacido pero… Por un lado tenemos al padre, un hombre íntegro, amable y cariñoso con su familia, que ocupa un puesto de trabajo de rango medio-bajo a pesar de haber sido muy buen estudiante. Como él mismo terminará confesando a su mujer,  es verdad que le hace un poco la rosca al jefe haciéndose el encontradizo o proporcionando muecas para él cuando rueda películas de aficionado. Entretanto debe lidiar con sus dos hijos, algo rebeldes y desde luego más espabilados que su padre, al que casi terminan perdiendo el respeto al comprobar sus ademanes serviles.

Los niños, Keiki y Ryoichi, forman un dúo inseparable. Al contrario que su padre, ellos enseguida logran no solo integrarse en la pandilla del barrio, sino ocupar en esa pequeña sociedad con sus particulares jerarquías y reglas un lugar destacado gracias a un eficaz uso del uso de la fuerza en su vertiente disuasoria, pues blanden a la primera sus temibles sandalias de madera. Además, han traído consigo un divertido “conjuro”, con el que tras tumbar a sus oponentes con un golpe de dedos, les resucitan santiguándose. 

Según avanza la película estos dos procesos de adaptación terminan entrecruzándose en una escena preciosa, extrañísima en el cine de Ozu, en la que los niños asisten a una proyección casera de las cintas del Jefe, que a su vez es padre de un amigo suyo. En ella ven a su padre haciendo el ridículo y toman conciencia de su frágil posición social y que carece por completo, en su vida laboral, de la dignidad y el señorío que tanto se empeña en inculcarles a ellos. Hasta el final de la historia, que nos guardamos, la familia tendrá que resolver esta cuestión y, de paso, los dos hermanos aprenden varias lecciones que todos los adultos conocemos a pesar de que nunca quisimos aceptarlas: que querer no es poder, que saber no siempre conduce a tener y que más que por quienes somos se nos respeta o conoce por lo que parecemos.

Hay cierto tipo de mecanismos narrativos de los que Ozu gusta especialmente y que son apreciables en todos sus filmes: me refiero al uso de dualidades, paralelismos, repeticiones y simetrías. A Ozu le gusta terminar las películas como las empieza, que los personajes y los hechos se reflejen entre sí y le encanta ese gag visual de origen cómico que creo que ya hemos mencionado alguna vez, el llamado efecto sojikey, que consiste en que dos personajes mimetizan sus gestos. He nacido pero… lleva todos estos recursos hasta un extremo que yo calificaría de excelso, porque a pesar de ser evidentes y manifiestos no solo no resultan pesados o presuntuosos, sino que terminan construyendo un sentimiento y un pensamiento en el espectador, al final, como de amable desgarro, y esto se debe a que toda esa estructura profunda, absolutamente dialéctica, de la historia, los hechos y los personajes, resulta que no puede resolverse, que solo hay una conclusión, además lúgubre, a lo que han sido durante hora y media un sin fin de pequeños conflictos e historias dobles, o que suceden en dos niveles (el infantil y el adulto) que parece que, finalmente, son de alguna manera irreconciliables, o incompatibles. 

En efecto, la película sucede en dos realidades humanas, la infantil y la adulta, que a su vez se subdividen en otros dos ámbitos. El de los niños, en la escuela y la calle y el de los adultos el del trabajo y la familia. Cada uno de esos ámbitos tiene su propia naturaleza, pero Ozu sabe mostrar con gran agudeza las intersecciones que hay entre ellos. Es en estos puntos de unión donde la película nos remueve, y la grandeza de esta se debe a la naturalidad y la inteligencia con la que Ozu muestra estos momentos. Por ejemplo, en el plano puramente visual, cuando intercala un travelling por los alegres estudiantes en clase con otro en la oficina en la que trabaja el padre. Los trabajadores están aburridos y mayormente ociosos, con lo que Ozu -que por cierto siente un grandísimo respeto por la gente ociosa, y le encanta mostrarlos- nos vuelve a hablar del lastimoso fin a que conduce la alegría juvenil.

Otra intersección entre ámbitos es por ejemplo la escena mencionada anteriormente de la proyección. El interés en divertirse viendo las películas reúne a niños y adultos y resulta que cuando el padre aparece haciendo el payaso para su jefe, siendo a diario, y a la vista de sus hijos, un hombre muy serio y formal, estos, en ese instante, dejan de ser payasescos como ha sucedido hasta ahora y pierden toda alegría al darse cuenta de lo poco que vale su padre.

Además de estas intersecciones, la dualidad y los paralelismos están por todas partes. Los mismos hermanos son dos pero tan iguales que constituyen una especie de uno más fuerte. El hijo del jefe tiene para con ellos la misma actitud servil y perruna que su padre tiene con el de él… Ver la película, además de un disfrute por sí mismo, puede convertirse en un divertido ejercicio de descubrimiento.

Y es que He nacido pero… Siempre será un descubrimiento. Es a la vez una divertida comedia infantil y un oscuro drama existencial. Es un documento excepcional, detallado, sobre cómo funcionan las relaciones sociales, familiares y laborales de una época muy particular y de un país realmente especial, y sin embargo es una historia universal, con la que no es necesario esfuerzo alguno en adaptar nuestra percepción o nuestras entendederas para desternillarnos de risa o quedarnos, al final, reflexionando sobre lo distintas que son esas personas a nosotros, y que sin embargo todo lo que les ha pasado forma parte también de nuestra experiencia. De hecho es una película muda, creo que no lo he dicho hasta ahora, y les aseguro que, incluso quienes sean muy reacios al silente, en apenas unos minutos se olvidarán del condicionante. Háganse, eso sí, de una copia con musiquilla de acompañamiento. El día que escribo esto está disponible en una plataforma española, Filmin, pero inexplicablemente en una versión sin sonido, cuando está editada y disponible con una imagen y una banda sonora estupendos. 

He nacido Pero… ¿Buenos días?

A veces se lee por ahí que Buenos días, la fabulosa comedia de 1959 sobre un par de hermanos rebeldes que hacen todo lo posible para que su padre les compre una televisión, es un remake de He nacido pero… Esto no es cierto. Ozu, como hará en incontables ocasiones, retoma ideas del pasado, se plagia un poco a sí mismo y repite esquemas o ideas que le han parecido provechosas anteriormente. Es cierto que Buenos Días también cuenta la vida en un barrio humilde del extrarradio, y que la protagonizan dos hermanos muy liantes que resultan muy cómicos y que en un momento dado se ponen en huelga de hambre. También el padre en ambas películas es algo pusilánime y se hace respetar poniendo caras agrias que no asustan a nadie, pero ahí terminan las similitudes. Buenos días también es una reflexión sobre cómo los niños no saben aceptar el mundo de los adultos, pero su temática es muy distinta, así como el desarrollo de la historia y no digamos ya el aspecto visual, siendo una peli en color del último Ozu. En cualquier caso, cuando la analicemos volveremos sobre este asunto.

Tengo por casa una entrevista a Aoki Tomio, que interpreta al más carismático de los hermanos. De hecho se le apodó (a él, al niño actor) Tokkan Kozo, que supongo que significa El pilluelo, como se ha traducido el título del cortometraje homónimo de Ozu de 1929 del que ya hablamos. Es una entrevista que se le hizo ya mayor, en 1998, en la que  el tema fundamental era su relación con otro director para el que también trabajó y del que somos muy admiradores en este blog, Hiroshi Shimizu. Sin embargo, por compararlo con él, que era un tipo algo atrabiliario y un director poco concienzudo en el set de rodaje, dice algunas cosas de Ozu, todas buenas o interesantes aunque pocas por desgracia. Por ejemplo, que ya en esta época les hacía repetir muchas veces las tomas, que siempre miraba por el visor de la cámara para preparar los planos, y sobre todo que era un hombre ante todo profesional, amable e íntegro. Dice, literalmente que fue como un padre para él y que cuando rodaban necesitaba tenerlo cerca para sentirse seguro, siendo él huérfano y pilluelo. 

Esta entrada forma parte del Especial kanreki de Yasujiro Ozu

Todas las citas literales de Ozu, salvo que se indique lo contrario, están extraídas de La poética de lo cotidiano. Escritos sobre cine de Yasujiro Ozu, traducido por Amelia Pérez de Villar y editado en Gallo Nero.

Si menciono a Antonio Santos suelo referirme a lo leído en su monografía sobre Yasujiro Ozu editada por Cátedra.

Se pueden consultar la ficha de cada película y otros análisis en IMDB, Filmaffinity y Letterboxd.

En inglés se puede leer el análisis técnico de David Bordwell de cada película legal y gratuitamente de su libro Ozu and the poetics of cinema en este enlace.

En Internet Archive hay algunas películas de Ozu que no se pueden encontrar en las plataformas habituales.

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España.

8 comentarios sobre “He nacido pero… (Umarete wa mita keredo, Yasujiro Ozu, 1932)

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  1. Hola tocayo
    Por lo que cuentas tan bien es apreciable que, ya en el treinta y dos, el cine «familiar» fuese importante. Y en este caso, además, supusiese el paso del ecuador de los niños que, a través de la pantalla, descubren el lado oculto de la vida. Eso, creo, sólo se le ocurre a un director.
    Cuando has comentado las «sandalias de madera» me has recordado que, durante los setentas, muchos macarrillas calzaban aquellos temibles zuecos; muy fáciles de agarrar y de efectos devastadores. Curiosamente dejaron de utilizarlos porque ponía fácil su identificación (y les dificultaban la huida). Y fue cuando comenzaron a ser parte del uniforme del personal sanitario. Hoy ya de plástico -o goma- se llaman crocs . Evolución lo llaman.
    Un saludo, Manuel.

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  2. Hola tocayo,
    la familia en general y los niños en particular son muy importantes en el cine de Ozu. Pronto por ejemplo escribiré sobre «Corazón vagabundo», protagonizada por cierto por este mismo pilluelo, en el que se ahonda en estos asuntos, y luego vendrán otras centradas en la relación paternofilial, sobre todo la obra maestra «Había un padre», que vale un potosí.

    Digo sandalias de madera porque realmente es lo que son, no zuecos, en la foto del conjuro se aprecia. No sabía yo que los zuecos gomosos esos de sanitario y de turista se llaman crocs… ¿No sudan los pies con eso?

    Un abrazo sudao

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  3. Se empieza a animar la cosa. Lo bueno de seguir el orden cronológico es que, si bien implica empezar por la parte menos interesante de la carrera de Ozu, a cambio es emocionante ir viendo cómo poco a poco va encontrando su estilo. Efectivamente He nacido pero… ya es una cinta que, desde mi escaso conocimiento sobre el primer Ozu, ya destila su estilo, aunque todavía sin perfeccionar, lógicamente.
    No soy tan fan de la película como usted, pero realmente me gusta mucho y tiene un muy buen balance entre comedia y reflexión sobre el mundo adulto.
    Un saludo.

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    1. Hola Doctor,
      Confieso que mi entusiasmo por He nacido pero… quizá nuble un poco la presunta objetividad que deberían tener estos apuntes. Aparte de sus propios méritos, que he procurado reseñar, lo que pasa es que fue la primera película muda de Ozu que vi y ciertos momentos, como la proyección en casa del jefe o las resurrecciones de los pilluelos, se me grabaron a fuego, quizá porque en mi ignorancia no esperaba cosas así.
      Aunque efectivamente empieza lo bueno no crea, aún habrá algún film menor en esta etapa que supone un cierto retroceso. Iremos viendo.

      Un saludo, pero…

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  4. Muy buenas… estoy revisionando películas de Yasujiro Ozu (las típicas, vamos…) y buscando más información sobre este director he dado con este blog con mucha información al respecto. Veo que está haciendo una especie de monográfico cronológico que me viene al pelo. En concreto esta película, a parte de Filmin, ¿donde podría ver la versión con música?
    Muy buen trabajo y siga así 👍👍👍

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  5. Hola billboweryboy (en adelante te llamaré Bill)

    lo primero, bienvenido, y muchas gracias por tus ánimos.
    Efectivamente la idea es dedicar casi todo este año a ir comentando la filmografía conservada de Ozu, además de otras cosas relacionadas con su cine. Cada domingo irá saliendo algo mientras pueda ir cumpliendo.
    En el enlace que tienes al final de cada texto que lleva a internet archive puedes encontrar He nacido pero… Con música. No entiendo muy bien qué pasa con la de filmin, porque la vi por primera vez allí hace unos años y era una copia mejor y con acompañamiento.
    Es fácil dar con cualquier película de Ozu en buena calidad buscando un poco en la red…

    Un saludo Bill, espero que el especial vaya siendo de tu agrado y te deseo que disfrutes de ese viaje por el cine de Ozu, que, te lo aviso, nunca acaba.

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  6. Gracias por el recibimiento. Pues ya la he visto y me ha gustado mucho. Sorprendido por ese tono pícaro y divertido del film, al contrario de otros títulos como «Primavera tardía», con tintes más dramáticos y argumentos más maduros. Tal vez podríamos analizar esta y el ejemplo mencionado como historias de juventud e historias de vejez. También significativo como el director aún no cuenta con esas señas de identidad a las que nos tiene acostumbrados en su última etapa. Venga pues… voy a seguir siguiendo la cronologia.
    Un saludo.

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