Las hermanas Munekata (Munekata kyôdai, Yasujiro Ozu, 1950)

Tan solo dos películas realizó Yasujiro Ozu fuera de su productora habitual, Shochiku: Las hermanas Munekata, que nos ocupa, para Shintoho, y La hierba errante (Ukigusa, 1959), de la que ya hablamos al compararla con su primera versión, para Daiei. Shintoho fue una productora de vida breve pero muy fructífera, que surgió como una escisión de la Toho –Shintoho literalmente significa nueva Toho– tras los graves conflictos laborales que llevaron en 1947 a unas huelgas y disturbios tan terribles que requirieron la intervención de fuerzas militares. Shintoho nació con la idea de hacer películas que fueran lo más rentables posible, y como Ozu en aquel momento estaba en la cresta de la ola taquillera, le pagaron un buen sueldo y pusieron a su disposición un presupuesto importante de 50 millones de yenes. Para rodar en estas condiciones Ozu tuvo que ceder en algunos aspectos que son los que hacen que el resultado final, notable, no llegue a ser excelso. Por ejemplo tuvo que adaptar una novela por entregas de Jirô Osaragi, de gran éxito popular pero con argumento y caracteres excesivamente folletinescos. Esto se nota sobre todo en el último acto de la película. Ozu también tuvo que convivir con un equipo técnico distinto, obviamente, lo que hace que por acumulación de detalles percibamos, quienes tenemos los ojos acostumbrados, que no es una película Shochiku. Además tiene muchos exteriores en Kioto, donde transcurre la historia, y ya sabemos que rodar en la calle ponía muy nervioso a Ozu.

En el fondo todo eso eran asuntos menores en comparación con el hecho de tener que aceptar a intérpretes que apenas conocía. Tuvo que lidiar con Ken Uehara y Hideko Takamine, con quien solo había trabajado siendo esta una niña en El coro de Tokio (Tôkyô no kôrasu, 1931). Ambos eran grandes estrellas del firmamento nipón por aquel tiempo y la experiencia no debió de agradarle, pues es la única ocasión en que años después se quejó de sus actores, sin nombrarlos eso sí. Además Kinuyo Tanaka, que ya había protagonizado para él muchas veces y que contaba con su confianza, resulta que terminaba de volver de su gira de confraternización yanqui-nipona por Hollywood, de la que llegó con ideas nuevas para su oficio que, supongo, harían resoplar al maestro de vez en cuando. 

En efecto, es muy evidente que en especial Takamine y Uehara no terminan de entrar en el modo Ozu de interpretación, como sí lo había hecho Setsuko Hara con tanta naturalidad -a pesar de no sentirse a gusto- en Primavera tardía. El resultado se puede opinar que lastra la película, que le quita algo de sabor a Ozu, que es cierto, pero yo lo veo de otra forma. Me parece más bien que la frescura payasesca de Hideko Takamine, por ejemplo, le viene genial a un film que sin ella se haría demasiado pesado por dramático. Sus muecas y canturreos -esto último quiero suponer que es una imposición Shintoho- resultan tan simpáticos, tenía tanto carisma esta actriz, que aunque sacara a Ozu de su zona de confort por una vez yo discrepo de él, y me alegro mucho de tenerla en pantalla.

Las hermanas Munekata (a veces transliterado Munakata) son Setsuko, la mayor (Kinuyo Tanaka) y la bastante menor Mariko (Hideko Takamine). Su padre, Chisu Ryu -que solo era en la realidad seis años mayor que Tanaka- tiene un cáncer terminal, aunque esto es un elemento folletinesco que no pinta nada en la trama, más allá de la gracia de que fuma y bebe a pesar de todo y de que parece que por moribundo sus escasos consejos y opiniones tienen más valor. Setsuko viste y actúa al modo tradicional y tiene un marido, Ryosuke Mimura (Sô Yamamura) parado y que no le hace caso, y además regenta un ruinoso bar de estilo español, el Acacia, donde no entran ni los viajantes de sake. Es una mujer estoica que hace gala de esa dulce reciedumbre que se esperaba de las esposas japonesas. En los tiempos imperiales la familia vivió en Manchuria, y allí es donde Setsuko conoció a Hiroshi (Ken Uehara) de quien se enamoró. Ahora Hiroshi reaparece y Mariko, que es un trasto, como sabe del antiguo romance por haber leído el diario íntimo de su hermana mayor, intenta por todos los medios primero eliminar de la ecuación a una pretendiente que, cree ella, tiene Hiroshi, para después procurar que Setsuko se separe de Minura y vuelva a su lado.

Tenemos pues todos los elementos del folletín más puro: dos hermanas distintas por completo, un padre moribundo, el marido atormentado y maltratador, el combate entre tradición y modernidad, antiguos amores, la esposa abnegada, la hija rebelde, enamoradas que renuncian a sus sentimientos por un bien mayor… Enmarcados además en una historia absolutamente lineal y literal en cuya narrativa no hay espacio apenas para ambigüedades, sobreentendidos ni muchas sutilezas poéticas. Ozu y Kogo Noda, sin embargo, trabajaron bien la historia impuesta y supieron rebajar su dramatismo, y por eso el resultado es una buena película.

No sé si la hace buena el que empiece con la siguiente frase: Si aplican alquitrán de hulla a la oreja de un conejo todos los días, a intervalos regulares, se forma el cáncer. Aparentemente no es el mejor de los comienzos, pero a quienes habitamos ozulandia nos parece una afirmación encantadora, pues la hace Tatsuo Saito, el protagonista de alguna de las primeras películas del maestro, que vuelve por un minuto a nuestra vida para introducir en una clase de medicina el carácter de su amigo, el patriarca Tadachika Munekata. Esta pequeña escena inicial que sucede en la universidad, y con Saito al aparato, nos retrotrae aquellos primeros gakusei-mono, historias de estudiantes, con las que Ozu aprendió la genialidad. Es un momento más hermoso al menos que la cancerosa oreja de un conejo.

Otra imagen que nos retrotrae el Ozu mudo es el cartel que preside el ruinoso bar Acacia, que es esa frase apócrifa que tanto gustaba a Ozu y que, se supone, pertenece El Quijote. En esta ocasión Ozu insiste una y otra vez en mostrarla, es como si quisiera decirnos que es el lema de su vida, quizá porque fuera el lema de su vida.

Hay otros minutos curiosos, como ese en el que Hideko Takamine, en el paroxismo de su celestinismo alocado, pide a la vez matrimonio a Hiroshi para ella y para su hermana. Que el matrimonio es el tema central de la filmografía de Ozu le lleva a uno a ver muchas cosas, pero que se pida a la vez matrimonio para dos es el no va más, como Hideko Takamine enseñando la lengua.

En fin, no tienen desperdicio Las hermanas Munekata. Dejo aposta en el tintero la enorme actuación de Kinuyo Tanaka, mujer que mientras más veo trabajar más admiro y le apuntalo el altar. No digo nada del momento de violencia extrema del que ella es víctima estólida -si pongo un gif lo mismo me banea wordpress- ni por extensión del último tramo de la película, en el que se amontonan los acontecimientos al ponerse en acción el personaje de Minura, marido perdido de Setsuko, que precipita los hechos. Me callo mi opinión sobre el extraño final, la decisión de Tanaka, difícil de asimilar, y muchas otras cosas.

Sí quiero, antes de abandonar la Shintoho junto al maestro, mencionar dos detalles que hacen que, incluso para quien no supiera que se rodó en casa ajena, lo evidencian. Uno es el montaje. En general el montaje en Ozu es perfecto, sobre todo en las secuencias especiales -como la famosa de la vasija de Primavera tardía– en las que parece que las tijeras las maneja un ángel, y no un atribulado obrero de ojos rasgados. Ozu no debió de supervisar la edición de Las hermanas Munekata y, aunque esta es correcta y no hay problemas de ritmo en general, y la película fluye, falta esa magia angélica. También hablo de la música. No suelo mencionarla primero porque, confieso, es uno de los últimos aspectos en los que me fijo cuando veo cine, pero además en el caso de las obras más clásicas de Ozu la música suele ser obra de Senji Itô o Takanobu Saitô. Cualquiera de los dos, y otros empleados de Shochiku, proporcionan a las películas de Ozu bandas sonoras que consisten en un tema fácil, casi pueril, interpretados con cuerdas, que se repite una y otra vez. La música de las películas de Ozu en ocasiones parece casi algo infantil, un adorno impuesto. Sin embargo la banda sonora de Las hermanas Munekata es más romántica -en el sentido musical- y más intrusiva, y uno en ocasiones siente eso, que se entromete en lo que vemos, que peca de dramatismo, y entonces se da cuenta de que hasta lo que parecía más nimio del cine de Ozu, como sus sencillas músicas, es auténtico y necesario.

Esta entrada forma parte del Especial kanreki de Yasujiro Ozu

Todas las citas literales de Ozu, salvo que se indique lo contrario, están extraídas de La poética de lo cotidiano. Escritos sobre cine de Yasujiro Ozu, traducido por Amelia Pérez de Villar y editado en Gallo Nero. o bien de Antología de los diarios de Yasujiro Ozu, Edición a cargo de Nuria Pujol y Antonio Santamarina. Filmoteca de la Generalitat Valenciana.

Si menciono a Antonio Santos suelo referirme a lo leído en su monografía sobre Yasujiro Ozu editada por Cátedra.

Se pueden consultar la ficha de cada película y otros análisis en IMDB, Filmaffinity y Letterboxd.

En inglés se puede leer el análisis técnico de David Bordwell de cada película legal y gratuitamente de su libro Ozu and the poetics of cinema en este enlace.

En Internet Archive hay algunas películas de Ozu que no se pueden encontrar en las plataformas habituales.

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España.

5 respuestas a “Las hermanas Munekata (Munekata kyôdai, Yasujiro Ozu, 1950)

Add yours

  1. Hola tocayo
    ¿Qué sería del universo melodrama sin las aportaciones de todos los Caínes y Abeles en sus distintas facetas?
    El rótulo de «Bar Acacia» comparte tipo de letra y formato con el bar «Balboa» donde Noriko reparte sake de calabaza. Eso y que el cartel quixotero comparte plano con Johnnie Walker nos pone muy alto en el ranking alcoholeros por Japón.
    Otro Caín y Abel: la frase sobre la oreja de conejo y ese último fotograma con «La sombra que me invade acabaría contigo» parecen anunciar la llegada de «Tigre y Dragón».
    Un saludo, Manuel.

    Me gusta

    1. Hola tocayo,
      es curioso lo de la tipografía y el formato del cartel, porque aún saldrán otros bares del mismo estilo.
      Esas sombras que Tanaka nombra, la verdad, se hacen extrañas, alquitranadas. «Tigre y dragón»… ¿Te puedes creer que no me acuerdo de si me gustó?

      Un saludo con la oreja limpia

      Me gusta

  2. Qué lujo poder ir repasando la filmografía de Ozu en orden cronológico. Fíjese que no tenía ni idea de las circunstancias de producción de esta película, ni de que tenía un estilo «menos Ozu». No tengo el ojo tan entrenado como usted. Sí que es cierto que el personaje de Hideko Takamine aporta un tipo de vitalidad y espíritu joven muy diferente a como solía hacerlo Setsuko Hara, pero desconocía que a Ozu no le convenció su interpretación – y ha hecho bien en aclarar que usted discrepa, ya estaba preparando un misil en dirección a su casa por si acaso se atrevía usted a pronunciar un juicio negativo contra la gran Hideko Takamine… a Ozu se lo permito, claro, pero excepcionalmente.
    Ah, y aparte de su análisis me ha hecho mucha gracia conocer de este cameo que, por descontado, se me pasó por completo por alto. ¡A ver si la revisiono!
    Un abrazo.

    Me gusta

    1. Hola Doctor,
      curiosamente ayer leí un artículo de Ozu -después de haber escrito yo esto y usted el comentario- en el que elogiaba al tiempo a Setsuko Hara y a Hideko Takamine, comparándolas entre sí. Así es que lo mismo estoy confundido y de ella sí quedó satisfecho. El artículo, eso sí, promociona esta película, así que también puede ser que solo hiciera la pelota.
      Es curioso leer sus escritos porque salta a la vista que casi todos ellos están redactados con un inmenso desinterés. Supongo que en su mayor parte eran compromisos promocionales o favores, pero se le nota mucho que no le gusta nada teorizar ni dar explicaciones, y por eso repite una y mil veces algunos tópicos, como lo de que él es un especialista en tofu-films, es decir, que es como cineasta lo mismo que un cocinero que solo hace tofu, pero de excelente calidad.

      En cualquier caso creo que Takamine no volvió a trabajar con él, ni él con ella.

      Un abrazo Doctor, le agradezco sus parabienes, que el repaso cronológico ya se me está haciendo largo, y ahora llega la traca final…

      Me gusta

Deja un comentario

Crea una web o blog en WordPress.com

Subir ↑

Diccineario

Cine y palabras

Pre-Code.Com

Celebrating Pre-Code Hollywood, 1930 -1934, when movies were sexy, smart, complex and a hell of a lot of fun.

sin sentido

opiniones irrelevantes sobre cine y otras cosas

Movies Silently

Celebrate Silent Film

Japanonfilm

beyond Kurosawa, ninja, and Godzilla

cinelibrista

Cosas de libros, cine y series

Insertos Cine

Estrenos, críticas, comentarios de cine y algunas notas sobre las visiones

Cine hasta el amanecer

"Un mundo nuevo no es más que un nuevo modo de pensar"

Esbilla cinematográfica popular

"Forgotten, but not gone"

La mano del extranjero

Blog sobre ficciones del cine, la literatura y el cómic

elcriticoabulico

Crítica de cine informal pero esmerada

39escalones

Reflexiones desde un rollo de celuloide

El blog de Hildy Johnson

Simplemente, un blog "de cine"

El Testamento del Dr. Caligari

Web dedicada al cine mudo con reseñas de películas, curiosidades, crónicas del Festival de Pordenone e información sobre Charles Chaplin, Buster Keaton, F.W. Murnau y todos los grandes cineastas de la era silente.

El Gabinete del Dr. Mabuse

Blog de reseñas cinematográficas

WordPress.com en Español

Blog de Noticias de la Comunidad WordPress.com