Crepúsculo en Tokio (Tokyo boshoku, Yasujiro Ozu, 1957)

Tan grande es Ozu que uno de sus mayores fracasos es una incontestable obra maestra. Ni a la crítica ni al público gustaron Crepúsculo en Tokio. El ranking anual de Kinepa Jumpo, la revista que por seis ocasiones encumbrara a  Ozu como el mejor director del año, récord hoy no igualado, llevó esta historia nada menos que hasta el decimonoveno puesto. Toda una humillación. Patinazo absoluto.

Ni Ozu ni Kogo Noda, su guionista y amigo, estaban seguros de que esta historia fuera a funcionar. Que sea la película más larga de su filmografía quizá sea buena pista de que para poder pulirla hubo que alargarla por incluir todo, en vez de simplificar. Un contradiós.

El caso es que Crepúsculo en Tokio es indiscutiblemente más cercana a nuestros gustos occidentales contemporáneos que cualquiera de las más conocidas películas de Yasujiro Ozu. Doblaría en número de oscars a Primavera tardía (Banshun,1949), por ejemplo. Para pegarse un tiro. En occidente nos gusta el dolor a flor de piel, el desgarro con santo y seña. Nos extrañan las quejas a medio emitir, los absurdos por no denunciar, y todo esto abunda aún, junto a lo otro en armonía, en Tokyo Boshoku, y desde el punto de vista cinematográfico rebosa elegancia y saber narrar. Pero nada de esto la salvó de un público japonés que captaba cosas que nosotros no.

Al igual que otras muchas, casi todas las películas del Ozu de posguerra, Crepúsculo en Tokio cuenta la descomposición de una familia de clase media. Descomposición invisible pero irreversiblemente destructora de lo que podría haber sido una armonía que, realmente, no sabemos si pudo haber sucedido alguna vez. Chishu Ryu es el padre de Takako (Setsuko Hara) que vive con él por alejarse de su esposo, diletante borracho que la hace infeliz. La otra hija es Akiko (Ineko Arima), joven descarriada embarazada (lo sabremos en el minuto 46, perdón por el destripe) de un insignificante estudiante irresponsable. En este Tokio de extrarradio donde tantas películas Shochiku tienen lugar el mahjong (juego que vuelve locos a los orientales, mezcla de naipes y dominó) y el alcohol ocupan el tiempo de ocio de personas que, como hormigas de una colonia sobrepoblada, parecen resignadas a pasar por la vida significando lo justo.

¿Qué hace diferente Crepúsculo en Tokio de otras películas de Ozu?

  • Lo primero: nieva y hace frío. En el cine de Ozu lo normal es el sol radiante y si acaso una lluvia que limpie la atmósfera. Estamos en invierno, es la única película invernal -con la carga deprimente que ello arrastra- de Ozu. Tampoco hay apenas planos-almohada, supongo que porque la carga dramática es lo suficientemente potente -en exceso según el mismo Ozu- como para que haya que recalcar nada con mecanismos secundarios.
  • Crepúsculo en Tokio está llena de indicaciones, premoniciones y lecciones. Todos sus planos son oscuros hasta hacernos dudar de posibles problemas con la fotografía, que no fueron. Su trágico final exige un aparato dramático excesivo que Ozu sabe disponer con toda perfección, pero que es extraño a su modo de representar habitualmente la comedia humana. 
  • Hay muy poco humor en esta película. Y Ozu es un autor bienhumorado. En contra de lo que puedan decir sus criticones ignorantes, hizo películas muy entretenidas, llenas de gracia, simpatía e incluso pedorretas. Aquí sin embargo una ola oscura se lo lleva todo. La estrella es un bar en el que perderse, y un pañuelo en la cabeza marca a la pobre Akiko, que no es dueña de sí misma. Y los policías llevan mascarilla, y Setsuko Hara también…

  • Quizá porque Ozu era consciente de que el excesivo dramatismo de la historia podía hacer mella de alguna manera en su legado artístico, hay un esfuerzo especial por la composición bella y elegante de cada plano. Con este poderío estilístico-visual es como si quisiera compensar el menoscabo que, con tan trágica historia, estaba haciendo a su estilo. 
  • Crepúsculo en Tokio fue la última película en blanco y negro del maestro. Fue tal el golpetazo con crítica y taquilla que se dijo que había que cambiar, pasar a un color realista y hermoso, es verdad, pero que a la vez aleja quizá demasiado a la realidad visual nuestra de este mundo nuestro del asombrosamente fantasioso y hierático que se disuelve para siempre en el endemoniado paso a nivel que lleva de este mundo al otro, de esta sombra a esa luz al final del túnel.
  • Hay un plano feo, o extraño. No lo entiendo, ¿es por el perrito? lo muestro:

Casi todo lo que habría que decir de esta peli queda en mi tintero. Por ejemplo sobre el tremendo destino que ha de sufrir Kisako, (Isuzi Yamada) madre a oscuras esperando en la estación, o de la soledad que le queda a Chishu Ryu al final, que es la misma de otras ocasiones pero con sutilísimas variaciones que la hacen quizá menos dolorosa y más inmerecida. Es algo que podríamos comentar, pero esta película tan larga requiere un apunte corto que no la exprima demasiado. Por compensar.

Esta entrada forma parte del Especial kanreki de Yasujiro Ozu

Todas las citas literales de Ozu, salvo que se indique lo contrario, están extraídas de La poética de lo cotidiano. Escritos sobre cine de Yasujiro Ozu, traducido por Amelia Pérez de Villar y editado en Gallo Nero. o bien de Antología de los diarios de Yasujiro Ozu, Edición a cargo de Nuria Pujol y Antonio Santamarina. Filmoteca de la Generalitat Valenciana.

Si menciono a Antonio Santos suelo referirme a lo leído en su monografía sobre Yasujiro Ozu editada por Cátedra.

Se pueden consultar la ficha de cada película y otros análisis en IMDB, Filmaffinity y Letterboxd.

En inglés se puede leer el análisis técnico de David Bordwell de cada película legal y gratuitamente de su libro Ozu and the poetics of cinema en este enlace.

En Internet Archive hay algunas películas de Ozu que no se pueden encontrar en las plataformas habituales.

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España.

13 comentarios sobre “Crepúsculo en Tokio (Tokyo boshoku, Yasujiro Ozu, 1957)

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  1. Hola tocayo
    Supongo que la palabra clave es: crepúsculo. Con ese antecedente -y sin colmillos- ya puedes hacerte cargo del tono de la peli.
    Me hace gracia que comentes la longitud del filme… ¡y pongas un rosario de documentos gráficos!
    En cuanto al «planito feo»: contando con que lo más blanco es el perrito y la lámpara ¿No te dan ganas de cantar «esse torooo enamoraooo de la lunaaaaa»?
    Un saludo confiando en que después del crepúsculo casi siempre amanece -que no es poco-, Manuel.

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  2. Pues sí es cierto, tocayo querido, que en esta ocasión el título evoca lo titulado, pero considéralo casi una casualidad, pues lo que motivan los nombres de las pelis de Ozu es tan misterioso a veces como el plano del pandero de Setsuko Hara; ya me dirás, si no las has visto, de qué te parece que tratan otras pelis de Ozu como «Una gallina en el viento» o «El sabor del té verde con arroz» o «¿Qué ha olvidado la señora?».

    Lo del rosario de fotogramas a lo mejor es cierto que me paso, pero me encantan los fotogramas en sí porque tengo la vista totalmente ozuficada y, si es posible, me divierte ponerlos a conversar con lo que escribo.

    ¡Saludos de amanecida!

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  3. Reconozco que soy un enamorado del cine clásico japonés, y entre sus realizadores, muy posiblemente, el maestro Yasujiro Ozu esté en la cima. Ni una de sus películas me ha dejado indiferente, me gustarán más o menos, pero solo contemplar esos maravillosos planos de aparente sencillez formal es un deleite. Su cine se cocina a fuego lento pero deja una huella indeleble.

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    1. Pues bienvenido y qué más que decir, si lo que comentas es justo lo que me pasa a mí.

      Como le decía a mi tocayo con Ozu en concreto tengo una conexión muy fuerte sobre todo en el aspecto visual. Es como que mi mirada, al ver su cine, entra en una especie de trance, y no necesitara más para comprender algo que sé que en el fondo no estoy entendiendo del todo (me refiero a la trama o el significado cultural de la conversación que se está teniendo). Sé que suena muy pedante, pero es algo que me sucede casi exactamente igual con la música de Bach, que no es solo que me guste o la disfrute, sino que noto que se acomoda en mi cerebro de una forma invasiva, pero a la vez deseable.

      ¡Un saludo!

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  4. Gracias, un placer.
    Vamos, Manuel, que casi podríamos decir que tienes algo así como una especie de conexión mística con el cine del maestro Ozu. Lo que está claro es que con su cine nunca nos haremos un Homer Simpson como con Dune, ¿verdad?
    Yo soy más de Mozart.
    Un abrazo.

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  5. No me lo puedo creer, estoy alucinando.
    Tenía un post preparado de esta película para el martes pasado y lo pospuse una semana porque tenía que cambiarlo por otro que corría más urgencia. Te lo prometo, jajaja, está escrito, maquetado y todo. De todas las películas que hay en el mundo y ha surgido esta extraña coincidencia.
    No he querido leer nada de lo que has puesto para no condicionarme o echarme atrás, porque siendo tú un mayor experto de Ozu seguramente el mío en comparación me sepa a poco o querría cambiar cosas para evitar coincidencias. Será un ejercicio curioso comparar la semana que viene qué hemos escrito cada uno… pero créeme, ¡ha sido una extrañísima coincidencia!
    Un abrazo.

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    1. Publica, publica… Ahí se va a ver que soy un bluff, jeje. No soy ningún experto en nada y en Ozu menos.
      Tú sí que sabes de todo lo que escribes, y esta entrada no es más que un apunte ligero con el que completar lo que tú sabrás decir como se debe.
      A veces me siento raro porque alguien pueda esperar algo de este blog, que empecé solo para apuntar cosas, sin ser experto en nada.
      Estoy deseando leerte. Aquí y en el papel.

      Un abrazo

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  6. «A veces me siento raro porque alguien pueda esperar algo de este blog, que empecé solo para apuntar cosas, sin ser experto en nada.»

    Amigo Manuel, así es exactamente como empecé mis dos blogs. No fue hasta pasado un tiempo que me di cuenta de que, contra todo pronóstico, había gente por ahí que me estaba leyendo.

    En una semana nos reencontramos por aquí para comparar impresiones sobre este filme.

    Un abrazo.

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  7. Ay, maravillosas coincidencias.
    Ha sido un gusto leer a Manuel, así que también sé que descubriré algo del doctor Mabuse.
    Eso es lo que me gusta mucho de las críticas y los análisis de las películas, que siempre se descubre algo de miradas distintas, incluso de las discordantes. Es lo que me fascina de las buenas críticas de cine: cómo pueden aportar llaves y claves distintas para disfrutar y entender una película.
    Lo que yo tengo claro es que me gusta visitar vuestros blogs y leeros, porque descubro películas y también aspectos nuevos sobre obras que conozco.
    Además no he visto Crepúsculo en Tokio, así que voy a tener varios motivos para acercarme a ella.

    Beso
    Hildy

    PD: ¡saludos también para el tocayo y nuncaelolvido!

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    1. Gracias Hildy querida. Pues sí que es un placer leer al doctor, como a ti. Lo importante – y lo difícil- es no repetir tópicos y encontrar aristas como dices. Por eso estoy deseando leer la versión Mabuse.
      También estoy deseando sacar un buen rato para ver la de Sorrentino y decirte algo, que tu entrada es bien certera y sentida, y me encanta.
      Yo li que más lamento es que el tocayo no se haga un blog, con la pluma y la chispa que tiene, y lo que sabe. A ver si le pinchamos para que se ponga a ello.
      Un besazo

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  8. Y un besazo para ti, querida Hildy. Se me hace extraño que no hayas visto «Crepúsculo en Tokio».
    He de deciros a ti, a Manuel, al dr. Mabusse, a Alfredo y a algún otro que está (o eso espero) de año sabático, que os envidio –sanamente– porque veis cosas que yo no veo y sacáis conclusiones que yo no alcanzo a expresar. Me descubro; bueno, llevo haciéndolo desde os leo, a algunos desde hace años.
    Y otra cosa más que admiro, y es que cuando todos vosotros escribís no pretendéis sentar cátedra, ni resultáis pedantes, y que en cada una de vuestras opiniones se trasluce la humildad y el respeto por todos vuestros lectores al no poneros en un plano superior, aunque haya motivos por vuestros conocimientos. Os lo agradezco.
    No es adulación –la desprecio por falsaria e interesada– lo que os traslado con mis palabras, sino sincero agradecimiento.
    Un fuerte abrazo para todos vosotros.

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  9. Bueno, bueno, por fin puedo leer tu post y me he llevado una alegría porque coincidimos totalmente en nuestra apreciación (obra maestra pese a que a Ozu no le gustaba) y además nuestros posts son complementarios.
    Me gusta mucho la idea que dices de que esta película potencialmente nos gustará más en occidente, donde entendemos mejor este tipo de tragedias más abiertas y a menudo se nos escapa cierta sutileza del cine japonés.
    No se me ocurrió pensar eso que comentas de ese esfuerzo extra en el apartado visual quizá como una forma de compensar su inseguridad respecto al contenido, y creo que tienes razón porque visualmente es apabullante… y desconocía que era el filme más largo de su carrera (tampoco me sorprende, me parecía inusualmente largo para ser un Ozu) ni que era el único ambientado en invierno, siendo este último detalle esencial.
    Gracias por tu post y gracias al maestro Ozu que desde el cielo ha hecho que coincidamos (no puede haber sido fruto de la casualidad), porque ha sido muy interesante contrastar puntos de vista en que, aunque en esencia opinamos igual, cada uno se ha fijado en cosas distintas.

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  10. Gracias a ti por tus comentarios y sobre todo por tu artículo que, como te he dicho en el Gabinete, mejora en mucho y completa lo que digo aquí.

    Ozu desde el cielo o desde esa «nada» («MU») bajo cuyo kanji reposan sus cenizas en kamakura, sabe hacer las cosas tan bien como cuando habitaba entre nosotros, o entre ellos.

    Un abrazo y que sigamos coincidiendo

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