Retorno al abismo (Conflict, Curtis Bernhardt, 1945)

Hay que llegar hasta el último minuto de la película para comprender el porqué del rimbombante título español. A pesar de su sonoridad engolada quizá sea  más adecuado que el original, frío y desganado. Más curioso, ya que estamos, es el que llevaba la historia original, de Alfred Neumann y Robert Siodmak: The Pentacle. Hubiera sido un nombre cogido por los pelos, la verdad, pero hubiera pegado más con el tono misterioso de la cinta. Qué pena, por cierto,  que no la rodara el mismo Siodmak, que quizá -especulación mía- intermedió para que se la dieran a su amigo y compatriota Curtis Bernhardt que, como procuraré explicar, creo que desaprovecha una buena oportunidad para lucirse.

Y es que la trama es intrigante y no está mal estructurada, aunque al guion le falte chispa y le sobre alguna explicatio ex machina… ¡Ay Dr. Freud, que bien le vino usted a Hollywood! Bogart interpreta a Richard Mason, un ingeniero frío y cuadriculado que se lleva mal con su esposa (Rose Hobart... Yo me llevaría bien con ella) entre otras cosas porque está enamoriscado de la hermana pequeña de esta, Evelyn (Alexis Smith) así que aprovechando una circunstancia propicia -que se queda cojo y aparentemente impedido- planea el crimen perfecto contra su mujer, que lleva a cabo aparentemente de forma impecable. Sin embargo, apenas unos días más tarde de su desaparición -lo ha hecho tan bien que ni se encuentra el cadáver- empiezan a aparecer a su alrededor los objetos que su mujer llevaba encima, y su fantasmal presencia se va haciendo cada vez más poderosa y el frío ingeniero empieza a perder el oremus, teniendo en cuenta que tiene que compatibilizar este regreso de entre los muertos de su esposa asesinada por él mismo con apremiar a la policía para que resuelva un misterio que, según cómo se resuelva, podrá terminar muy mal para él. No desvelo el final, aunque sin duda sea lo más digno de comentario de esta estimable película que, lástima, se queda en tres pentaculares estrellas sobre cinco posibles.

Y es que Retorno al abismo es un buen ejemplo de esa gran cantidad de películas rodadas de forma tan fordista, tan bajo fórmula, que teniendo unos ingredientes adecuados para desembocar en obra maestra, o al menos en clásico memorable, se queda justo en ese escalón por debajo que, sin embargo, no es tan bajo como para barrerlas bajo la alfombra de la Historia del cine. De hecho es una película que sería muy útil para usarla como ejemplo de puesta en escena funcional y atractiva. Por ejemplo en las escenas en las que algo misterioso se va a manifestar (un nuevo objeto de la mujer muerta que aparece, una nueva pista que ofrece la policía) las sombras se alargan y los planos se angulan. En las conversaciones va creciendo progresivamente la cercanía de los personajes con cada plano-contraplano y  el tiempo atmosférico se va estropeando, llenando de lluvia y niebla unos decorados que remedan la torturada mente de Bogart. Es una película bien planificada, con algún reencuadre atractivo, con un ritmo adecuado y con unos actores que cumplen sobradamente, aunque el careto de pagafantas que le pone Bogart a su cuñada la pequeña no sabe uno si apuntárselo en el haber o en el debe a él o al director. 

Y, sin embargo, es una película carente de ideas propias. No hay ningún hallazgo creativo memorable, el intrigante argumento se desenvuelve a buen ritmo, insisto, pero con fría eficacia que se nos contagia a unos espectadores -hablo por mí y mi familia- expectantes y algo indiferentes al tiempo. Es inevitable pensar, mientras la vemos, lo que un Hitchcock hubiera hecho con los mejores ingredientes de esta trama (bueno, sí, hubiera hecho Vértigo, como insinúo arriba) o la reciedumbre moral que le hubiera sabido dar un Fritz Lang inspirado, o la personalidad visual que hubiera logrado el mismo Siodmak, que parió la idea.

Y, sin embargo, pienso que está bien rescatar estas películas, desenterrarlas y que les dé algo la luz. Por eso escribo esto y buena parte de lo que apunto por aquí. Porque esta clase media del cinema son los ladrillos con los que se construye el palacio de su historia, y está feo mirar solo a lo alto. Se comprenden mejor los mecanismos del oficio en sus productos cotidianos que en sus inesperadas genialidades. El Cine como arte se parece más a Retorno al abismo que a Ciudadano Kane, a pesar de todo, y por eso creo que bien merece verse la primera, porque ya nos sabemos la segunda, y además algún alma caritativa la ha subido a ese endemoniado youtube ruso, así que no hay excusa para no disfrutarla, aparte del doblaje regulero.

Es cortita, sale Bogart, tiene intriga, hay un abismo… ¿Por qué no caer en él?

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7 respuestas a “Retorno al abismo (Conflict, Curtis Bernhardt, 1945)

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  1. Hola tocayo
    Confieso que tengo debilidad por estas pelis «industriales» que tocaban temas recurrentes en cadena: crimen perfecto, sombras y nieblas, ese cadáver-chicle que no se despega, tu hermana es cómo eras tú…
    Yo también creo -como mucha gente- que Humphrey era como un buen vino, envejeció maravillosamente y el tiempo corrió a su favor. De hecho en muchas interpretaciones primerizas «perdonamos» cosas porque vemos al Bogart que queremos.
    Un saludo, Manuel.

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  2. Con ganas locas me has dejado de inmiscuirme en la filmografía de Curtis Bernhardt, fíjate tú, querido, querido Manuel, a pesar de los «peros» mencionados. Pues repasando, de su periodo alemán y francés no conozco nada y del americano tengo algunas películas en nebulosa, como la que reseñas, pero de pronto qué ganas me han entrado de algunas de ellas. Además tiene películas con tres de mis actrices clásicas favoritas: Bette Davis, Joan Crawford y Barbara Stanwyck… Varios títulos me han apetecido de su filmografía. ¡Cómo me gustan esas amistades que se vislumbran como la que aquí nombras entre Robert Siodmak y Curtis Bernhardt!
    Un placer leerle, como siempre
    Beso
    Hildy

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    1. Pues querida Hildy mía, también tendré yo que ponerme con su filmografía, porque solo he visto esta. De hecho miro en filmaffinity y la inmesa mayoría de su obra está sin votar, vamos, que no la ha visto ni el tato. Esta que comento a pesar de mis peros es una peli estupenda y se lo pasa uno muy bien con ella.

      Son curiosas esas solidaridades inesperadas… A mí me sorprendió saber por ejemplo cuánto quiso ayudar Robert Flaherty a Renoir cuando llegó a EEUU. Y es que nunca habría relacionado a dos directores que a la vez son tas distintos y se parecen tanto.

      Un besazo

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  3. Al margen de la película que reseñas – que desconocía pero tendré en cuenta como obra menor entretenida con el bueno de Bogie – acabas de tocar un tema hacia el que siento debilidad.
    Hace años una profesora de la carrera dijo que en su opinión lo que le fallaba al Hollywood actual no era la ausencia de grandes directores-autores, porque seguía habiéndolos (salvando las distancias con los de antaño). Para ella lo que marcaba la gran diferencia con el Hollywood clásico era la ausencia de esos cineastas eficientes de estudio que te hacían un montón de películas más que notables y alguna obra maestra aunque fuera de rebote. Ella mencionó a Henry Hathaway, yo añadiría otros como Michael Curtiz, Victor Fleming, Allan Dwan… ya me entiendes.

    Desde entonces le he dado vueltas a esa idea y estoy bastante de acuerdo, e incluso me atrevo a bajar el listón a directores o películas más menores pero que funcionan muy bien, como creo que debe ser la que comentas hoy. No sé hasta qué punto el tema está en que me gusta más el acabado de las películas de estudio impersonales del Hollywood clásico que las actuales. O si realmente, aunque fuera eso, no es en absoluto un tema menor a desdeñar como mero gusto personal. O si sencillamente es que antaño había más películas meramente comerciales/industriales de calidad que hoy día; y que, con todos sus defectos, quizá el sistema de estudios realmente conseguía con su sistema de fábrica industrial que la calidad de la película media fuera superior.

    Son reflexiones hacia las que no tengo una respuesta clara y a las que llevo tiempo dándole vueltas… disculpa que me esté enrollando aquí en tu blog sobre el tema, pero me ha gustado tu metáfora de los ladrillos que construyen el palacio. Lo que es innegable es que, sea por un motivo u otro, encuentro muchísimas más satisfacciones en obras menores del Hollywood clásico que en películas medianas producidas ahí en las últimas décadas.

    Un saludo y, volviendo a la metáfora del ladrillo, disculpa por el tocho.

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  4. Pues lo primero: esta es tu casa y puedes dejar todos los tochos que quieras, que son recibidos con alegría y alboroto. Todo lo que dices es pertinente y dialogable, así que bienvenido es.

    Creo que en todo lo que dices tienes razón, me refiero a que todas las causas que enumeras son ciertas, pero yo añadiría o pondría al margen que aquí hablamos gente que ve pelis viejas y que tiene el ojo hecho más a ellas que a las actuales. Hay un componente sensorial importantísimo en cómo nos agrada el cine, y eso tú (bueno, tu cuñado el Dr. Caligari) como experto en cine mudo seguro que lo tienes muy presente. No me quiero ni imaginar el cachondeíto constante al que eres sometido por parientes y conocidos al respecto, pues sabes perfectamente que para la mayoría de la gente es complicado ver una peli muda que no sea espectacular sin pasar un mal rato. Pues yo creo que a nosotros (hablo por mí pero creo que puedo pluralizar con matices) nos pasa un poco lo mismo con el cine mediano actual, que simplemente no nos entra por los ojos con la misma facilidad que el de hace 80 años.

    Otro debate interesante sería por qué no nos entra, si es porque estamos acostumbrado a ver cosas más complejas desde el punto de vista técnico, como son la inmensa de estas obras medianas del Hollywood clásico, y todo nos sabe a poco, o es que simplemente somos unos carcas. Personalmente, a nivel técnico creo que sí se puede defender que el cine digamos mediano es hoy muchísimo más mediocre que el de antes por una suma de varios factores, pero sobre todo dos: la mayor pobreza de recursos del cine mediano actual respecto a lo de entonces y, relacionado con esto, la inmensa facilidad que los medios tecnológicos actuales dan para sacar algo «visible» con recursos mínimos.

    La mayoría de los cortos y pelis sencillas actuales se hacen, porque se puede, con poco más que luz natural y dos o tres cámaras en mano con algún sistema de estabilización. Estos dos factores combinados son terribles, pues hacen que haga falta mucha menos gente, gente además menos experta (que cobre poco o nada, miel sobre hojuelas) y que se pueda arriesgar sin miedo a tener que repetir o apañar las cosas en «pospo». Esto hace que se lleven a la pantalla ideas por las que antes nunca hubiera puesto nadie un céntimo para negativo, pero también hace que, a la larga, la gente joven se haya acostumbrado ya a ese modo de representación digital-lowcost, que además practican en casa para grabarse ellos. Yo me pongo malo cuando veo películas enteras que consisten en un tipo o tipa que pone caras raras y habla vaguedades con otros tipos y tipas que ponen caras raras, y que la puesta en escena en cualquier no gran producción consista únicamente en enfocar y desenfocar al que habla cosas raras y el o la que escucha las cosas raras. Pero es que la gente de hoy lo ve con gusto porque para eso tienen un móvil que les hace el efecto Bokeh o como se diga.

    Vamos, es que precisamente se ha escacharrado un móvil en casa y tengo que mirar para comprar otro (se aceptan consejos: que haga buenas fotos y no pase de 300 y pico) y no hago más que leer «el cine en tus manos» y cosas por el estilo.

    Bueno, ves que yo también sé enrollarme. De guionistas hablamos otro día.

    Un abrazo

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  5. Magníficas tus reflexiones, Manuel. Realmente es un tema que da para mucho y que aquí no podemos profundizar o dialogar como convendría para su complejidad, pero tus argumentos me parecen muy interesantes. Hace tiempo leí a alguien esbozar la teoría de que el cine empezó su decadencia con la primera generación de cineastas que no se crió viendo cine mudo, porque eran directores que no se iniciaron con la mentalidad de buscar siempre recursos visuales para narrar historias y en su lugar se apoyaban ya perezosamente en la palabra. No estoy seguro de hasta qué punto eso es cierto, pero lo dejo aquí como otra de las muchas teorías al respecto.

    Lo que es innegable es que al menos en cuanto a preferencias cinéfilas somos unos carcas y estamos fuera de nuestro tiempo cinéfilamente hablando… pero al mismo tiempo en la época en que tenemos más acceso a más películas de ese pasado mítico. Ni tan mal.

    ¡Suerte con el móvil y un saludo!

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