
El cine le pone a uno, en ocasiones, en situaciones complejas. Quiero escribir sobre Jesucristo Superstar y me encuentro con que la objetividad se da de tortas con mi vida. Me encanta esta película, me emociona hasta lo más hondo y la veo por lo menos una vez al año. Los primeros acordes de alguno de sus temas, como Heaven on their minds, si aparecen en mi mente la toman y ya no salen por días.
La miremos desde la perspectiva temporal que queramos, esta película siempre pareció, parece, quizá parecerá, una mala idea. Es el mejor ejemplo de film al que se califica con el tópico de que “no ha resistido el paso del tiempo” y similares. Pero es que en su momento ya estaba fuera de onda. Llevar el musical que llevaba un tiempo triunfando en Broadway a la pantalla fue idea de Norman Jewison, un señor ya madurito entonces al que los rollos hippies no le iban nada, pero que con la inteligencia del buen creador optó por hacer, en vez de una especie de Rey de reyes musicado, como parecía razonable, un pastiche (me ha sorprendido encontrar este término en la wikipedia en inglés, no sabía que se usaba en ese idioma) mezclando presente y pasado… ¡Y qué presente! ¡Y qué pasado!

El pasado
De la pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo qué quieren que les cuente… Jesucristo Superstar se concibió con la intención de no ofender a nadie. Por lo tanto hasta donde fue posible se usaron casi literalmente los evangelios, mayormente el de San Marcos. También se alteró alguna frase de las canciones originales del musical. Por lo visto al papa de entonces, Pablo VI, le pareció una peli estupenda, quizá porque no la vio entera. Realmente el único aspecto polémico en el plano doctrinal sea la evidente relación amorosa y sexual que se adivina entre Jesús y María Magdalena. Por ello hubo protestas de algunos grupos radicales, pero nada que no ayudara con publicidad extra ni perjudicase la distribución.

Quizá el aspecto relacionado con el pasado -aparte de que los hechos narrados son ficticios- que más llama la atención al ver la peli es que se rodara en Oriente Medio. Uno piensa que es un gasto innecesario irse hasta allí cuando, total, para mostrar tres trozos de desierto, una cueva y unas ruinas, bien podrían haberse quedado en el Mojave. Pero no, fueron a Israel porque el estado judío puso mucha pasta en la producción a cambio de promoción turística y de dar algo de brío a la cinematografía patria. Parece algo irónico que esta historia de un hombre que predicaba el amor y tal y cual, traicionado por sus amigos y sus líderes religiosos, ajusticiado por una potencia ocupante, se rodara precisamente en territorios que Israel acababa de arrebatar a sus vecinos árabes tras la Guerra de los seis días. De hecho aparecen en la película unos estupendos tanques y dos bonitos reactores de entrenamiento del ejército israelí a modo de indisimulada propaganda armamentística. Por lo visto en el rodaje se veían soldados árabes apostados con metralletas en lo alto de las colinas circundantes, viendo el espectáculo. El coreógrafo, Robert Iscove, se sentía atemorizado por ello, pero eso demuestra su poquísimo conocimiento de la naturaleza humana, pues quién podría querer disparar a un gentío tan molón.
El presente
Más que con el pasado, Jesucristo Superstar, hasta hoy, tiene que lidiar con su presente de 1972, cuando se rodó. Como decía antes, se le critica sobre todo lo presa que está de su tiempo. Pero es que, en su tiempo, ya resultaba como proyecto algo anacrónico. El movimiento contracultural que se enseñoreó de la juventud norteamericana en los 60 estaba ya de retirada. Esclerotizados y subsumidos en la cultura de masas, y esta peli es quizá el penúltimo y mejor ejemplo de ello, estos movimientos, sobre todo el hippie, había empezado a rotar desde años antes hacia un misticismo agilipollado que derivó, entre otras cosas, en un peculiar resurgir la figura de Jesús en su versión más guitarrita-cura rojo y menos pantocrátor. Jewison supo ver esto y, sobre todo, caer en la cuenta de que a todo el mundo le encanta que le cuenten historias que ya conoce de maneras que desconoce, así que se lanzó al arriesgado ejercicio de contar la pasión y muerte de Cristo con el atrezo de una función escolar, un autobús lleno de bailarines melenudos y el respaldo de una major, Universal, claro. Costó 3,5 millones de dólares -que en buena parte pagó Israel, recuerdo- y hasta 2022 ha recaudado 161, 24 el año de su estreno.

Quizá el aspecto que cinematográficamente más le afecte a causa de su tiempo es que, aparte de su aparato artístico, que tienes que querer mucho a los primeros 70 para disfrutarlo, es que también es víctima de los tics fílmicos del momento: zooms, congelaciones, trucajes de todo a cien, etc. Esto lo compensa, es verdad, una escenografía natural espectacular y simple -¡es un desierto!- y que, no lo olvidemos, en definitiva lo más importante de esta peli no es lo que se ve, sino lo que se oye. También hay que decir que el tiempo de rodaje era muy limitado, por lo que excepto para algún número musical el posicionamiento de las cámaras se improvisó sobre la misma localización, una vez preparada la coreografía. Aquí Jewison demuestra mucho oficio. A mí no me gusta, y esa es casi la única pega que soy capaz de poner a la película, cómo dirige algunas escenas, como las de la cueva, en las que abusa de los planos generales, pero por otra parte hace un uso de la grúa muy inteligente y casi imperceptible en algunas secuencias como la del mercado que son un ejemplo a estudiar de espectacularidad y economía. Es cierto, no se puede negar, que el aspecto de esta película no es intemporal, que se ha quedado encerrada en su tiempo y que habrá quien me diga que con esos gorros que le han puesto al sanedrín nadie se la puede tomar en serio a día de hoy, pero qué quieren que les diga, algunos vivimos en tiempos que ni siquiera vivimos (nací después) y necesito, para que me saquen de ellos, algo más que una frase de mierda como “no ha resistido el paso del tiempo”

Personajes
Hace unos meses mi tocayo comentador, que ya es parte de este blog como el tren escacharrado por Keaton de la portada, me puso las pilas bien puestas cuando me replicó en un comentario que el mejor secundario de la historia podría no ser -como yo afirmaba allí- El Gordo de Minnesota de El buscavidas, sino el judas de Jesucristo Superstar. Como San Pablo camino de Damasco caí del caballo: totalmente de acuerdo. Sin embargo ahora me digo… ¿Es realmente Judas, interpretado por el gran Carl Anderson, un secundario? La verdad, en el evangelio sí, pero en la película creo que no. De hecho, creo que lo que me sorprendió de esta peli la primera vez que la vi fue la reacción de Judas cuando se ve obligado a suicidarse, culpando a Dios, llamándole asesino. Lo mismo Pablo VI tampoco llegó a este momento. Es un Judas que, queriendo lo mejor, se convierte en lo peor y se cuelga de un tronco seco. No he contado los minutos con que cuenta Jesucristo en el metraje pero, sean los que sean, la peli pertenece por completo a Judas, a Anderson, ese negro vestido de rojo que canta con todo el cuerpo, que es el tío más grande del mundo y que también protagoniza, después de muerto, el número más flipante de la peli… ¡Qué trajes!, ¡Qué bailoteos! ¡Qué pelazos! ¡Qué pelucones! ¡QUÉ CANCIÓN!
Jesucristo, estupendamente interpretado por Ted Neeley, uno tiene la sensación de que podría haber sido otro, al contrario que con Judas. Lo cierto es que ambos provienen del reparto teatral. Al parecer Jewison aspiraba a que a Jesús lo interpretaran John Lennon, Mick Jagger, Robert Plant o alguna otra estrella musical del momento. Solo llegó a contactar con Ian Gillan, que le dio largas. A mí, que soy muy de Led Zeppelin, me hubiera encantado ver a Robert Plant en la cruz, pero la verdad es que Ted Neeley hace un buen Cristo, si bien bizco (en eso Robert Plant no lo hubiera mejorado). Se le da tan bien que, a sus casi 80 tacos, sigue representándolo por ahí. Les dejo el antes, la escena del huerto de la peli y un remedo de 2021 (es otro momento de la peli, pero da igual), con mítico gritito en playback y todo. Juzguen ustedes.
Por lo visto el equipo artístico era tan hippie y tan espiritual que en la escena en que Jesús entrega su alma lloraron todos a una. Yo por este cristo no hubiera plañido, pero con Camilo Sesto otro gallo me hubiera cantado.
Hablando de gallos, ¿qué hay de San Pedro? Pues que en la película cuenta poco, apenas un par de temas, pero tiene gracia saber que Paul Thomas, el actor que le da vida, poco después penetró en el mundo del porno, como actor primero y luego como laureado director
A Herodes lo interpreta un simpático Josh Mostel, hijo del conocido Zero Mostel que sufrió las listas negras y protagoniza entre otras, La tapadera, que habla de aquello, o Golfus de Roma. María Magdalena es Yvonne Elliman. Protagoniza uno de los números más exitosos de la película, I Don’t Know How To Love Him
Aunque no sabía nada de ella hasta hace unos minutos, les informo de que en 2017, a los 66 tacos, la policía de la isla de Guam la detuvo por posesión de marihuana y metanfetaminas. No sé cómo quererla.
Hosanna Superstar
La película empieza y acaba con un autobús viejo y bilingüe -hebreo y árabe- que trae al equipo artístico con la cruz en lo alto. Se bajan los actores y actrices. Vienen vestidos de jóvenes del 72. Ponen la túnica a Ted Neeley, bajan la cruz y, entonces, la historia puede empezar. Cuando muere Jesús, hora y pico después (Oh J.C., J.C., would you die for me) recogen todos los trastos y se montan de nuevo en el estrafalario bus bilingüe, y se van.
Yo soy ateo, estoy convencido de que no existió el Jesucristo que todos conocemos, y de que sus aventuras y enseñanzas son un invento posterior. Pero también fui monaguillo de niño, y vivo en Europa, en el occidente que nunca termina de colapsar como está mandado que ocurra. No sé si eso influyó en que, de joven, esta película me llegara tanto. Quizá, más que eso, es que escuchaba la música de ese tiempo, y por una suerte de pregnancia perceptiva se convirtió en parte de mí. No lo sé.
Sí sé que la veo ahora, mientras escribo esto, y comprendo no solo al que la ignore, también al que la desprecie. Jesucristo Superstar está fuera de circulación, en la vía muerta de las producciones hijas de su tiempo, mal medidas, circunstanciales. Sin embargo su música me posee y me digo a mí mismo: ¿Qué es más poderoso, lo que vemos y adorna la memoria o lo que escuchamos una vez y se queda dentro de nosotros, dando forma a nuestro mismo cuerpo, nuestros órganos? Me gusta mucho el cine pero, sinceramente, creo que estoy más hecho de lo que he escuchado que de lo que he visto.


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Hola tocayo
La peli se llama Jesus Christ, no hace falta medir tiempos, el prota es Jesús y Judas (el miserable) le roba la función. A mi, que no la he visto hace mucho, me emociona sólo (segundo intento) con recordarla. Desde el momento en que baja la troupe del autobús y uno de ellos se marcha a su bola, ya empieza a funcionar la grabadora emocional.
Porcierto Carl Anderson no era el Judas de la función original, era el actor de reserva; cuando Ben Vereen enfermó le sustituyo Carl y después los dos alternaban el papel. La única que estuvo, en el disco -anterior a la obra de teatro con Ian Gillan de Jesús y Murray Head de Judas- en Broadway y en la peli fue Yvonne, una hawaiana representando a una palestina ¡toma globalización!
Otro dato interesante es que dos de los más grandes musicales de los setentas tienen un «lince» en común; Robert Stigwood, a la sazón productor musical, fue el co-productor de este JesusChrist y también de Saturday Night Fever.
Puede que el tiempo no haya pasado bien para esta película pero estas «raves» de varios días que se monta la gente hoy tienen un antecedente claro en como se desarrolla Superstar.
Me voy bailando antes de que lleguen esos ángeles de la muerte en forma de cazas israelíes. Manuel.
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Hola tocayo,
me hago el sueco con tu segundo intento porque Judas me ha enseñado a no denunciar en balde. Es cierto lo de que Carl Anderson era reserva ascendido. De sustituto de secundario a MC del más allá. Gracias por los demás datos que aportas. Yo he mirado estas cosas a veces, pero las olvido cada vez porque no conozco la historia de la música en profundidad, la verdad.
Tienes toda la razón en lo de las raves, pero es algo tan ajeno a mi vida y a mis gustos que jamás se me habría pasado por la cabeza la comparación pero es que sí, es que es lo mismo pero en sintético.
El día que te aburras tienes que verla de nuevo, ya verás que no te arrepientes.
Un beso en la mejilla…
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Hola, Manuel.
¡Madre mía, qué mayor me estoy haciendo! Esta película la vi en el cine cuando la reestrenaron, y no recuerdo si la he vuelto a ver, aunque sí he visto escenas puntuales en algún momento.
Fue un bombazo en aquel entonces, pero creo que no ha envejecido bien. Y sinceramente, tampoco me apetece un revisionado de la misma, posiblemente por mi recalcitrante ateismo y una indigestión de cultura cristiana escolar. Ya tengo para unas cuantas reencarnaciones.
Aunque en un sentido diferente, a mí me pasa algo parecido con el cine, necesito el sonido de una voz, una palabra, de ahí posiblemente venga ni escaso interés en el cine mudo,
Un abrazo muy fuerte.
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Hola nuncaelolvido!
en lo del recalcitrante ateísmo vamos parejos, aunque en mi caso he de reconocer que no me provoca especial grima la parafernalia folclórica, que según cual, hasta me roza la nostalgia.
De todas formas en esta peli yo creo que el componente religioso es lo de menos, pero te entiendo. Sobre lo de que no ha envejecido bien… Pues claro que no pero… ¡Y QUIÉN LO HACE! La verdad es que me gustaría no haberla visto nunca para comprobar la reacción que me provocan las pintas y los tópicos visuales del momento. Hace poco vi por primera vez Tommy, que en ese aspecto (el de lo demodé) es similar a esta, y de la misma época, y aunque la peli me interesó lo justo, la verdad es que hizo mucha gracia la imaginería horterilla de estos primeros 70, qué le voy a hacer.
Un abrazo recalcitrante!
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Madre mía, qué sorpresa, hace unas semanas me estaba usted recomendando la película y ahora me encuentro esta maravillosa entrada, tan sentida y tan bien escrita. Es que viendo los fragmentos que ha puesto me temo que he disfrutado más leyéndole a usted de lo que probablemente vaya a disfrutar de la película cuando la vea. Espeluznante el documento del tipo que hacía de Jesús todavía interpretando ese papel a su edad… eso sí que es estar encasillado de por vida. Y muy interesante lo del Judas robándole protagonismo, que ya me comentó en persona. A veces ya pasa que los malos acaban siendo más carimásticos que los buenos…
Un saludo.
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Mi querido Doctor,
por una vez me apena que sea usted tan sabio y que tenga tanto gusto y sensibilidad cinematográfica. Ojalá pudiera volverse algo majara por dos horas, si acaso evadirse también de esta época grisácea que atravesamos, y pudiera ver Jesucristo Superstar totalmente libre de la carga crítica que su erudicción cinematográfica le ha puesto sobre los hombros.
Quizá si mirara la película así, frente a frente, bizqueando un poco los ojos para conectar mejor su mente con la del bueno de Ted Neeley -mejor con el joven, porque al viejo podría rematarlo del soponcio- lo mismo resulta que entre el mismísimo Jesucristo Superstar y el legendario Dr Mabuse hay alguna conexión, algo en común entre ellos, o un parecido. Epifanía.
Me libero de los clavos un momento (soy el de al lado, no sé si Barrabás o el buen ladrón o Brian) para darle un sentido abrazo.
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Pues me viene de perlas esta nueva entrada del blog, porque así aprovecho y veo por fin una película que desde pequeño me llamó la atención, pero que realmente por pereza, nunca llegué a ver hasta hoy. Vaya movida más hippie flower se montaron estos… jajajaja. La verdad es que me ha entretenido bastante y me ha dejado buen sabor de boca. Me ha llamado la atención la voz del protagonista, muy aguda y a mí parecer flojilla. Tal vez al estar acostumbrado al Getsemani de Camilo Sesto, no me cuadra muy bien la voz de Ted Neeley, pero bueno… para gustos. El papel de Judas muy importante, es más, me parece el único personaje coherente de la trama, al menos hasta que entrega a Jesucristo. En fin… muy curioso todo: la puesta en escena en el desierto, el vestuario, la música (para mí la mejor y con creces Getsemani), las letras y esas coreografías tan furiosa y extravagantes.
Saludos.
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Hola Bill!
joer, me alegro un montón que te hayas decidido a ponértela y que te haya merecido la pena. Estoy seguro de que si yo la viera hoy por primera vez diría de ella algo muy parecido a lo que comentas. Coincido contigo en que me quedo con Camilo, como decía arriba, pero es verdad que va en gustos.
¡Un saludo!
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Queridísimo Manuel, jajajaja, yo siento devoción por este musical. Y siempre que lo veo vibro con él. Tiene canciones y personajes principales maravillosos. Pero los secundarios no tienen desperdicio como Herodes o Pilatos (que fue un actor kubrickianoooo).
Te vas a reír… pero me regalaron en 2019 entradas para ver a Ted Neeley. ¡¡¡Madre mía!!!, acabamos todo el público de pie en las butacas bailando como posesos, jajajajaja.
Para mí esta ópera rock cinematográfica siempre ha sido la representación maravillosa de una amistad entre Judas y Jesús. Una amistad que se rompe por amor y dolor. Porque todo lo que hace Judas es por proteger a Jesús y porque no está de acuerdo con cómo está manejando ideológicamente su liderazgo. Son los dos personajes centrales y ambos están maravillosos.
¡¡¡Anda que no habré cantado la versión traducida de María Magdalena!!!… Bueno, no provoqué muchas tormentas, pero casi.
Beso
Hildy
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Mi quirídísima Hildy!
No sé si alegrarme o compadecerme de ti por haber visto a Neeley ya talludito. Seguro que lo pasaste bomba, pero seguro también que si hubiera ido yo lo mismo me pongo a llorar, jeje.
La verdad es que no sabe uno qué pensar sobre su empeño en mantener el personaje. Por un lado es entrañable, y a él le habrá permitido vivir sin muchas estrecheces todo este tiempo, pero por otra parte…
Un besazo!
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