Tras el cierre de los estudios Kamata, que ya comentamos al hablar de El hijo único que se habían quedado obsoletos, la producción de Shochiku se estableció definitivamente en Ofuna, lugar en el que Ozu rodaría el resto de sus films para la productora. Ese no sería el único cambio en su vida aquel año de 1937. Se fue a vivir también a un barrio pijo de Tokio, Takanaka, abandonado el más popular Fukagawa. Él mismo se preguntaba en alguno de sus escritos si habría alguna relación entre esta mudanza y ascenso en el estatus social y el hecho de que ¿Qué ha olvidado la señora? trate temas puramente burgueses, problemas casi insustanciales de la clase media alta, en comparación con los dramas sociales de miseria y extrarradio que había trabajado últimamente. ¿Es que decidió dedicarse a películas burguesas (burujoa eiga se llama el género) porque se había aburguesado él mismo? Mi respuesta sería algo así como no a corto plazo pero sí a largo plazo. Me explico.

Ozu ya había tratado antes el mundo de la gente rica, por ejemplo en Dónde están los sueños de juventud? y tangencialmente en sus historias gansteriles. Además, después de 1937 aún volvería a lidiar con la pobreza en todos sus rangos, como veremos al hablar por ejemplo de Historia de un vecindario, de 1947. Sin embargo, lo más interesante de ¿Qué ha olvidado la señora? en el contexto de la filmografía de Ozu es lo muchísimo que se parece a películas que hará 20 años más tarde. El tono de comedia ligera que tiene este film, y su acusado alejamiento emocional contrasta con el desgarro templado pero profundo que desarrollaban los personajes de Un albergue en Tokio o de El hijo único. Decía Ozu que como estas no tuvieron mucho éxito le encomendaron desde las oficinas centrales cambiar de aires, probar otros temas más amables. Por otra parte, como explica Bordwell, en aquellos años en los que arreciaba el conflicto bélico con China y el gobierno imperialista apretaba cada día más con la censura, en Shochiku decidieron hacer más películas de ambiente frívolo y acomodado en el que no apareciera la menor mención de las inquietudes que la guerra y la pobreza provocaban al pueblo nipón. En cualquier caso Ozu cambió de registro y, aunque esta no esté entre sus mejores películas, sobre todo en contraste con la anterior, está llena de interés cinematográfico y crítico. No quieran leer lo que piensa Nöel Burch de ella, pues es una de las chinas en su zapato analítico y en su teoría de la época clásica de Ozu de la que ya hablamos. Personalmente creo que es inferior en general a cosas que ya había hecho, pero que en ella prueba o descubre algunos recursos a los que volverá después para construir con ellos su cine más recordado por el público no experto o completista.

La monótona existencia del Doctor Tomilla, profesor en la facultad de medicina (vuelve el primer protagonista habitual de Ozu, Tatsuo Saito) y de su tradicional esposa (Sumiko Kurishima) se ve alterada por la llegada de una sobrina que viene de Osaka a pasar una temporada en la ciudad. Setsuko (Michico Kuwano) resulta ser un poco díscola. Viste a la occidental, fuma siendo aún soltera y guarda el respeto justo por sus tíos. No sabe hacer otra cosa que divertirse -bueno sí, dice que estudia recitación- y, para no aburrirse, lía a su tío para acompañarle en sus francachelas nocturnas a espaldas de su mujer que, además, quedan al descubierto.

En paralelo a las situaciones cómicas que esto provoca tenemos a las amigas de la madre con sus cosas. Una de ellas necesita un profesor particular para su hijo, y casi fuerzan a uno de los estudiantes de doctorado del Doctor Tomilla para que le atienda. Aparte de propiciar buenos momentos cómicos cuando queda claro que este doctorando tiene menos idea de geometría que un alumno de primaria en una curiosa escena en la que se calcula la superficie terrestre, es un personaje destinado al cruce romántico con Setsuko, la sobrina díscola. Sin embargo la película no va por ahí, sino que se centra en la curiosa relación de tío y sobrina, que con sus juergas en Ginza donde las geishas y sus borracheras en el Bar Cervantes convierten la película casi en una buddy movie. A pesar de algún momento dramático, como cuando tío y sobrina humillan a la matriarca, toda la historia es ligera, los conflictos son menores y la diversión se superpone a la emoción.
Sobre Cervantes, ya vimos, y veremos, que Ozu tiene un especial cariño por nuestro héroe nacional, aquí “Don Quichotte”, del que esta vez se recrea mostrando en dos ocasiones, en riguroso travelling dedicado, una frase apócrifa, pues no está en la novela cervantina.

La frase volverá a aparecer, creo que en Las hermanas Munekata, y Ozu, borrachín que era, debía de tenerla por divisa.
En lo que respecta a la cinematografía llama la atención, como decía arriba, que aunque Ozu sigue una línea de estilo continuista y ya totalmente personal, en esta película se percibe que ha probado algunas cosas nuevas. Algunas se quedarían con él, como la distancia desenfadada, no sé si crítica, pero sí sarcástica, con la que trata estos dramas insustanciales de la gente acomodada. Son cosas de guion en general estas que perdurarán. Hay también pruebas en la puesta en escena que luego no quedarían, por lo contrario, en su cine. Por ejemplo el juego con la banda sonora, adaptándola con ritmillos a lo que vemos en pantalla, como en los dibujos animados, o el recurso de montaje tan extraño en su cine de cortar hacia lo que se está diciendo.


De entre los cambios que se produjeron en la vida de Yasujiro Ozu en 1937, el más importante desde luego no fue su mudanza al barrio pijo, ni rodar un burujoa eiga. Fue su llamada a filas al frente de Manchuria primero y China Central después. Estuvo movilizado hasta 1939, lo que provocó el primer parón importante en su carrera. Incluiremos en este especial kanreki un escrito dedicado a contar lo poco que sabemos de la experiencia de Ozu en el frente (y luego como prisionero de guerra años después, al final de la IIGM) y a elucubrar sin mucho fundamento sobre cuánto pudo esta dolorosa experiencia afectar, o no, a su percepción de la realidad y a su forma de representarla.

Esta entrada forma parte del Especial kanreki de Yasujiro Ozu
Todas las citas literales de Ozu, salvo que se indique lo contrario, están extraídas de La poética de lo cotidiano. Escritos sobre cine de Yasujiro Ozu, traducido por Amelia Pérez de Villar y editado en Gallo Nero. o bien de Antología de los diarios de Yasujiro Ozu, Edición a cargo de Nuria Pujol y Antonio Santamarina. Filmoteca de la Generalitat Valenciana.
Si menciono a Antonio Santos suelo referirme a lo leído en su monografía sobre Yasujiro Ozu editada por Cátedra.
Se pueden consultar la ficha de cada película y otros análisis en IMDB, Filmaffinity y Letterboxd.
En inglés se puede leer el análisis técnico de David Bordwell de cada película legal y gratuitamente de su libro Ozu and the poetics of cinema en este enlace.
En Internet Archive hay algunas películas de Ozu que no se pueden encontrar en las plataformas habituales.
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Hola tocayo
Película costumbrista que recuerda -muy vagamente- a las del «desarrollismo». Curioso que sea el equivalente a nuestra «muchachita de Valladolid» la más avanzada socialmente. Eso sí, cuando una mujer fumaba ya tenías dibujado al personaje; más tarde se normalizó… y ahora ya no fuma nadie en la pantalla.
Un saludo de un ex-fumador (he extraviado el diploma -por la afamada Universidad de Oxforterrón- que me acredita como la persona que cambió las mayorías en cuestión fumetíl. Se me habrá hecho humo). Manuel.
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Hola Tocayo,
aquí otro que también dejó hace mucho er joío fumeque, aunque lo cierto es que nunca tan esclavo del pitillo como por ejemplo el maestro Ozu, que probablemente murió por ello.
De todas formas fíjate en el detalle de que lo que le recriminan a la sobrina protoyéyé es que fume «antes de casarse». De hecho se lo dice su tía con un cigarro en la mano, si no recuerdo mal. Ahora que lo pienso, las mujeres en el cine de Ozu tienden a fumar cada vez menos. En estas pelis de los 30 fuman la mayoría pero en las últimas en color no recuerdo ahora mismo, pero diría que ninguna no camarera.
Saludos desahumados
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