Mercaderes de la muerte (The President Vanishes, William Wellman, 1934)

Según IMDB esta película se estrenó en Barcelona en enero de 1935, motivo por el que dejo el título castellano que no encuentro en la bibliografía que manejo. Y es que es tan lamentable el estado de la copia que circula de este curioso melodrama político que, antes de informarme sobre él, hasta dudaba de que alguna vez se hubiera estrenado de forma seria incluso en EEUU. Pero no, estaba confundido. A veces no somos conscientes de lo que supone el olvido y el paso del tiempo. Resulta que The President Vanishes fue un éxito, y que dio mucho que hablar en su época, sobre todo antes de su estreno, por miedo a que causara revueltas o levantamientos sociales, pero nada de esto ocurrió afortunadamente.

Estos temores se debían al contenido político de la trama, que resumo brevemente: la temida guerra ha vuelto a estallar en Europa, y frente al rechazo del presidente y la mayoría de la población a la intervención en ella de EEUU, un pequeño grupo de poderosos conspiran para su propio beneficio y por una parte patrocinan a un movimiento fascista, los camisas grises, liderado por un iluminado llamado Lincoln Lee (nombre del norte, apellido del sur, para no levantar suspicacias) y por otra promueven que se vote en el congreso la declaración de guerra inmediata. Ante esta situación -lo siento, voy a hacer spoiler- el presidente simula su propio secuestro, aunque eso lo sabremos casi al final. Con su desaparición consigue que la nación se distraiga del fascismo y el militarismo rampantes y, tras una serie de enredos y vaivenes entre colaboradores suyos y las fuerzas conspirativas, termina consiguiendo no solo que la nación abandone el camino de la guerra, sino, mediante una artimaña, que se carguen al tal Lincoln Lee cuando este creía que podría apiolarlo a él, el presidente desaparecido. 

Es una pena que el tan ruinoso estado de la copia no permita apreciar más esta película, para poder juzgarla en igualdad respecto a otras contemporáneas suyas. Desde luego es una pieza curiosa que pertenece a esa época extraña del Hollywood rooseveltiano en el que una ideología entre progresista y patriotera se enseñoreó de parte de la industria del cine. Es curioso como el presidente se pone en contra del grupo de conspiradores cuyos argumentos escuchamos hoy como parte del discurso oficial de una nación que se ha arrogado el papel de policía del mundo. En consonancia con la mentalidad mayoritaria entre la población del EEUU de entreguerras el Presidente Stanley aboga por la no intervención, la no militarización y en centrar la política en la eliminación de las desigualdades sociales. De hecho pensaba mientras la veía en que buena parte de su contenido habría podido ser invocado por el Comité de Actividades Antiestadounidenses apenas una década después para liminar de la industria al bueno de Wellman y al productor de la cosa, Walter Wanger, que saltó a los titulares unos años después por sus problemillas de celos con Joan Benet, que gestionó con gatillo fácil.

Mercaderes de la muerte tardó en salir a la luz. En teoría no estaba claro que la polarización ideológica que refleja la película -que a su vez remeda lo que ocurría en Europa en aquel tiempo- no pudiera causar problemas a la productora, así que el proyecto, para el que desde un principio se pensó en Wellman, quedó en el congelador mientras este se casaba por quinta y definitiva vez con Dorothy Conan, el amor de su vida. La había conocido en el set de Vampiresas 1933, a cuyo grupo de baile pertenecía. Cuenta Bill Junior, hijo de ambos, que Dottie, de 19 años entonces, se negó a salir con Wellmann hasta que el último divorcio de este no quedara sentenciado. Esto y el rodaje de Wild Boys of the Road, en el que ella interpretaba a la chica de entre los chicos, retrasó la boda. Después disfrutaron de una larga luna de miel y tras esta el padre de nuestro director falleció. Tras estos meses de asueto, cuando Wellman volvió al tajo se encontró con que el proyecto de The President Vanishes seguía en pie y finalmente se llevó a término. Aunque se temieron revueltas y problemas, como decía arriba, la sangre no llegó al río probablemente porque esos temores no fueran más que propaganda de la misma industria. Además Wellman opta por un tratamiento bastante tosco y maniqueo de la cosa, lo que aleja la historia del realismo o la verosimilitud. Por ejemplo, emplea recursos que ya debían de verse añejos en 1934, como mostrar un nido de buitres justo después de la reunión de los conspiradores. La película está hecha muy deprisa, abundan las escenas resueltas por completo con el plano maestro y ligeros movimientos de cámara para ahorrar tiempo de preparación. En fin, es una película no muy trabajada pero extremadamente ágil y entretenida, sin un segundo de respiro.

Es difícil no asociarla mentalmente con El despertar de una nación (Gabriel over the White House, Gregory La Cava, 1933) en la que por cierto Arthur Byron, que en la de Wellman es el presidente, ya medraba como Secretario de Estado de Walter Huston. Los minutos iniciales de ambas son prácticamente idénticos, pues representan la toma de posesión y posterior sarao-recepción de sendos presidentes que, sin embargo, tienen personalidades muy distintas. El de Walter Huston es un idiota redomado, un vago y un inane hasta que él mismo provoca un accidente del que vuelve con “mensaje”, y hasta ahí leemos. El presidente wellmaniano que se autosecuestra, por el contrario, es un hombre extremadamente responsable, sereno, educado, familiar, bueno hasta la ñoñería. De hecho no recuerdo haber visto llorar a ningún otro presidente en ninguna otra película como lo hace este, y además de pura emoción humana, no porque se le muera el perrito.

Lo más curioso y más característico de estos desquiciados años 30 es, sin embargo, el extraño dilema que toda la historia deja en el espectador. Y es que este presidente íntegro, honrado, pacifista y patriota realmente ha incumplido la ley. Ha simulado un secuestro -delito- para suspender sin fundamento la reunión de una cámara legislativa -delito- y de paso montar una intriga que le permita cargarse a Lincoln Lee al margen de la justicia -delito- para reaparecer mintiendo a toda la nación -¿delito?- por la radio. Solo un selecto grupo de personas cercanas y queridas están al tanto de su treta, y les promete guardar silencio y ahí es cuando llora, emocionado porque ha salvado al pueblo de la guerra y la miseria que esta trae al margen de la voluntad del pueblo mismo delegada en sus representantes y de la ley. No sé qué haría usted en su lugar, pero yo le apoyo porque en ese grupúsculo de fieles está también Rosalind Rusell, irreconocible por el infecto estado de la imagen, que gracias a Wellman dio un paso firme hasta establecerse en la industria y terminar siendo, no mucho después, nuestra querida Hildy Johnson, y eso aquí se defiende y promueve muy por encima de toda legalidad vigente.

Más de Wild Bill en nuestro especial No soy tan duro: el cine de William A. Wellman

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España.

4 comentarios sobre “Mercaderes de la muerte (The President Vanishes, William Wellman, 1934)

Agrega el tuyo

  1. Hola tocayo

    Esto es lo que se decía «llegar y besar el santo»; hacen un argumento basado en el calor del momento y les sale un tema de perpetua actualidad. Pena que el mantenimiento no alcance para una buena copia.

    También tiene película -para buen director- todas las circunstancias que rodeaban a Wellman en aquella temporada.

    Si «El Presidente se desvanece» parece frase-comodín para Jefe de la Oposición, «Mercaderes de la Muerte» parece comodín-del-público para productor sin imaginación (me imagino al jefe preguntando ¿este año hemos llamado a alguna «mercaderes de lo-que-sea? ¡Pues adjudicado!).

    Un saludo escrito con lipstick Rosalindero en el espejo, Manuel.

    Me gusta

    1. Hola tocayo,

      recibo tu beso rosalindero con una sonrisa picarona.

      Me pregunto qué «mercaderes» quedan hoy disponibles para titular y pienso, por ejemplo, en «Mercaderes de la verdad», o «Mercaderes de la honradez» o «Mercaderes de la tocayería». Todos ellos me venden algo que no sé si querrías comprarme.

      Un saludo presidencial de parte de un funcionario de tercera

      Me gusta

  2. Pues curiosamente no he visto la de Wellman (y eso que salgo yo misma, qué paradoja…, jajajaja), pero sí El despertar de una nación (Gabriel over the White House, Gregory La Cava, 1933)…, así que imagino qué tipo de curiosa sesión doble saldría. 

    Me encanta la combinación que siempre haces de las películas con el momento creativo y personal del bueno de Wellman, porque eso también da mucha información y aporta un montón al análisis. Me alegra un montón que hayas vuelto al dossier de este interesantísimo director, porque estoy segura de que me esperan muchas más sorpresas.

    Beso

    Hildy

    Me gusta

    1. Seguiré con el especial, queridísima Hildy, porque es mi compromiso,

      La cosa no es fácil porque lo bueno ya está dicho, pero no renuncio a encontrarme con la sorpresa.

      Un besazo libre de política y preso de cariño por el cine.

      Gracias Hildy por la presencia. La ausencia sería dolorosa.

      Me gusta

Replica a Manuel Pozo Cancelar la respuesta

Crea una web o blog en WordPress.com

Subir ↑

Capricho Cinéfilo.

Blog de Fernando Usón Forniés sobre análisis cinematográfico.

Diccineario

Cine y palabras

Pre-Code.Com

Celebrating Pre-Code Hollywood, 1930 -1934, when movies were sexy, smart, complex and a hell of a lot of fun.

sin sentido

opiniones irrelevantes sobre cine y otras cosas

Movies Silently

Celebrate Silent Film

Japanonfilm

beyond Kurosawa, ninja, and Godzilla

cinelibrista

Cosas de libros, cine y series

Insertos Cine

Estrenos, críticas, comentarios de cine y algunas notas sobre las visiones

Cine hasta el amanecer

"Un mundo nuevo no es más que un nuevo modo de pensar"

Esbilla cinematográfica popular

"Forgotten, but not gone"

La mano del extranjero

Blog sobre ficciones del cine, la literatura y el cómic

elcriticoabulico

Crítica de cine informal pero esmerada

39escalones

Reflexiones desde un rollo de celuloide

El blog de Hildy Johnson

Simplemente, un blog "de cine"

El Testamento del Dr. Caligari

Web dedicada al cine mudo con reseñas de películas, curiosidades, crónicas del Festival de Pordenone e información sobre Charles Chaplin, Buster Keaton, F.W. Murnau y todos los grandes cineastas de la era silente.

El Gabinete del Dr. Mabuse

Blog de reseñas cinematográficas