Castigo merezco por no haber visto hasta ahora esta obra maestra del gran maestro Fritz Lang. Confieso que su olor a propaganda y la ausencia de renombre y estrellas han demorado este rato mágico que he pasado en ella. Dura más de dos horas y parece menos de una.

Como es sabido Los verdugos también mueren cuenta hechos ficticios ocurridos en Praga durante la ocupación alemana tras el no ficticio asesinato de Reinhard Heydrich, jefe del gobierno nazi en esa ciudad. Lo que se se narra en el film es el funcionamiento del mecanismo de represión de la Gestapo, el sufrimiento del pueblo checo sometido a la arbitrariedad de la injusticia nazi y los procedimientos de la resistencia organizada para desafiar al invasor. El guion cuenta con la colaboración de Bertolt Brecht y es un torrente de sucesos, conversaciones, ideas, asechanzas, miedos, pequeños éxitos, engaños verdades… Es una película imparable, una engrasadísima máquina de entretenimiento sin alegría. Exige una contemplación seria y madura, no hay concesiones al lirismo, la ñoñería, el romanticismo sobrevenido y, en fin, toda la morralla sentimental con la que disfrutamos cuando hay tiempo.
Pero es que “no hay tiempo”, la película se estrenó en 1943 y sus trama sucede en 1942. Eran años en los que el cine tenía la valentía de afrontar el momento histórico en que se vivía; las razones de que esto ya no suceda, y que actualmente las películas y series se atrevan solo con lo sucedido hace 10 años al menos -piénsese en la Guerra de Irak como ejemplo- merecen una reflexión que dejamos para otro momento.

Decía que no hay tiempo; y así es, la trama es acelerada y compleja, pero nunca confusa, hay una linealidad de los acontecimientos que se trunca en escasa ocasiones, como en el caso de todos esos interrogatorios presentados en un acongojante montaje paralelo. Para lograr esta velocidad endiablada Fritz Lang, además de contar con un guion de hierro y la libertad de no tener que usar estrellas rutilantes que chupen plano, lo que hace, decimos, es crear una catarata de escenas que se van sucediendo a una velocidad y en un número absolutamente inaudito. La acción en el mismo escenario no se mantiene nunca más de un par de minutos, incluso los mismos encuadres no suelen reiterarse dentro de las mismas escenas, generando la sensación de inquietud y precipitación que nos atenaza durante todo el metraje. Además de esto hay un uso de los recursos llamados expresionistas que se van enfatizando según avanza la historia, que progresivamente se va volviendo menos realista y más formal y abstracta conforme el sistema de represión nazi y sus oponentes ocultos de la resistencia checa van echando sus respectivas redes sobre los personajes centrales de la trama.
Por expresarlo de una forma sencilla, es como si el Lang de EEUU se volviera progresivamente el Lang de la UFA con el paso de los acontecimientos. Pienso que esto se debe a varias razones, pero que se pueden resumir en que presentar acontecimientos -que deberían ser- extraordinarios y además violentos y crueles invita a un aparato visual que distraiga a los ojos de lo que sucede, sin que se distraiga nuestra mente. Así, en la parte final de la película las sombras van ocupando cada vez más espacio. Sombras, siluetas, personajes en off, mobiliario “metafórico”, fachadas, líneas verticales… Cualquier cosa puede sustituir a la carne herida o al ser humano acorralado si se juega la partida con la irrepetible habilidad de Lang.
Un plano-reencuadre portentoso, y que podría resumir más de media filmografía del maestro del monóculo, es el fusilamiento final que es un baile sobrio y barroco al tiempo de sombras, realidades y dignidad. Lo enlazo aquí para no destripar el desenlace de la peli a quien no la haya visto.

otras sorpresas:
- llama la atención que el régimen de tortura y detención ilegal que se muestra o insinúa es con diferencia mucho más benigno que el que sucediera en la realidad en aquellos mismos momentos, teniendo en cuenta que es un film de propaganda, que debería exagerar. En fin, lo de la ficción y la realidad y qué supera a qué.
- siendo un film de propaganda rodado en mitad de la guerra -cuando el devenir de esta además era bastante incierto- sorprende que no sea más sencilla, menos enrevesada. Aquí se ve que en este tiempo el cine podía contar con la atención del público. Otro tema es la candidez del planteamiento de la cinta en su maniqueísmo y demás.