Uno de los primeros papeles protagónicos de la gran Barbara Stanwyck. A pesar de que le falta “pulido” en la actuación, tiene un carisma que llena la pantalla y derrocha poderío, lo que resalta en el contraste con su aspecto frágil y no especialmente sexy. Quizá para compensar esto tenga de partenaire a la magnífica Joan Blondell, de aspecto más carnal e igual capacidad interpretativa. Desparpajo total.

Nos cuenta la historia de Nora Hart, una chica que quiere ser enfermera por encima de todo, y para ello entra a pedir trabajo en un hospital en el que tras ser admitida como interna con alguna simpática treta, pues no tiene formación alguna, y ser castigada después por hacer vida nocturna con tener que hacer turnos de noche junto a su compañera de correrías (Blondell) se encuentra envuelta en una trama sórdida para dejar morir de hambre a unas niñas, hijas de una rica heredera alcohólica.
En poco más de una hora, pues, se mezcla el tema laboral y la vida de las enfermeras con el cine de gángsters, el thriller y la comedia ligera. En un gazpacho que hoy sería irrealizable e indigerible la película va sumando minutos de cine social, otros de destape descarado (medio metraje se lo pasan Stanwick y Blondell cambiándose de ropa para deleite del público), escenas de una truculencia moral inaudita y todo ello por supuesto con la agilidad y el non stop marca de la casa. Aunque tanto ingrediente tan diverso no permite a la película profundizar en ningún aspecto de los que se tratan, y que además como era habitual en el cine de estos años está hecha muy deprisa y como siempre a Wellman se le nota, es un film notable y que merece la pena revisar y rescatar. Y como guinda del pastel está la oportunidad de ver a un joven Clark Gable en un breve papel -de los 11 que hizo ese año- haciendo de malo malísimo como El chofer Nick.

Como es habitual en el cine digamos más “industrial” de Wellman, es decir, en aquellas películas que no son proyectos personales sino compromisos contractuales, la tónica en lo que a la dirección respecta es buscar la agilidad y la claridad en el discurso fílmico, como era obligado en Hollywood, pero dejando siempre un ramillete de escenas, situaciones o imágenes más elaboradas y personales. Menciono algunas.

- Me parecen memorables las llamativas imágenes subjetivas desde el interior de la ambulancia que abren y cierran la película.
- La idea del “baño en leche” y cómo se resuelve, con la intervención de la mafia en simpática elipsis y con la ternura con la que se desarrolla la situación.
- Curiosa la solemnidad del “Juramento Nightingale” , recordando a la patrona laica de las enfermeras, que yo desconocía.
- Y sobre todo, quiero destacar la escena de la intervención quirúrgica por como está rodada sin palabras apenas. Se nota que ha sido cuidadosamente planificada y montada para, terminado el aturullado planteamiento de la película, aposentar un poco el espíritu del espectador con un momento solemne y dramático que nos recuerda la importancia de la medicina y de sus límites. Cuando Wellman decide aminorar la marcha y detener el tren frenético que suelen ser sus películas, procura hacerlo con pausas memorables en sí mismas, aquí un buen ejemplo.

- Además de todo ello, como siempre en el cine precode, es llamativa la curiosa mezcla de modernidad y tradición que atesoran sus mecanismos morales. Por ejemplo: la puesta en valor de una heroína del pueblo llano, una chica como tantas que se realiza vocacionalmente abriéndose paso con trabajo e inteligencia pero que el primer consejo que recibe cuando comienza a trabajar es sobre qué marido hay que intentar encontrar en el hospital. Lo mejor, un enfermo rico. Y nada de médicos residentes…

Barbara Stanwyck es una de mis actrices favoritas del cine clásico. También me chifla el periodo pre code, y esta película de Wellman merece mucho la pena para analizar esa etapa del cine. Qué gozada descubrir a ese Gable malvado.
Efectivamente uno de los momentos a destacar de esta película es el empleo de la cámara subjetiva en la ambulancia. Qué momentazo.
Me gusta descubrir a la Stanwyck pre code. Está maravillosa en Baby Face o en La amargura del general Yen. Aquí de sensual y atribulada enfermera da el pego…
Beso
Hildy
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¡Y además era toda una profesional!
Es de las pocas actrices (y actores) de las que Wellman habla con cariño, por su tremenda bondad y profesionalidad. Era una trabajadora infatigable, seria y que trataba a todo el equipo como a iguales, que no entraba en rivalidades absurdas con sus compañeros para robarles protagonismo. Debió ser una mujer encantadora y se llevó muy bien con Wellman, de hecho prologa el libro sobre él del que saco muchos datos.
Y me encanta el cine de estos años, que voy descubriendo desde hace poco, poco a poco…
Un beso fuerte
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