Los únicos libros serios que hablan de William A. Wellman, el de su propio hijo y el de Frank T. Thompson, y que son de los que saco mucha información para esta retrospectiva low cost, pasan totalmente de esta película. Apenas la mencionan, es como si no hubiera existido, o hubiera existido fugazmente como un error. Sin embargo Barbara Stanwick, su protagonista, la mencionaba a veces como una de sus películas favoritas, y de largo la mejor que hiciera con Wellman. ¿Qué le pasa a So Big!?

So Big! es una peli extraña pero nada anómala en su época. En apenas 80 minutos comprime 60 años de la vida novelada de su protagonista y, como es previsible, lo que queda es un retablo apresurado de la vida de una mujer y su hijo, sin espacio para requiebros narrativos ni vericuetos caros de rodar. Barbara Stanwick es Selina Peake, hija de un maverick que antes de ser apiolado por deudas de juego o vaya usted a saber qué malignidades da a su hija un par de consejas y enseñanzas morales que, muerto él, ella va a aprovechar en un pueblo de interior al que se marcha como maestra.
En este pueblo agrícola todo el mundo es estúpido y nadie quiere aprender. No quieren aprender porque con saber cultivar coliflores se creen realizados, y son estúpidos porque tienen a la Stanwick ahí, con 25 añitos, y no sé cómo se lo montan ellos y ella, pero se casa con ella un infraser (llamado Pervus de Jong) gracias a una subasta estúpida. Este infraser la deja embarazada, y afortunadamente muere (el infraser) siendo el niño pequeño. Esta primera parte de la película es la más floja con diferencia. Todo es un poco incoherente y apresurado y la verdad es que cuando la veía poco más pude disfrutar que no fuera la belleza y naturalidad de la joven protagonista.


Más tarde, y aquí empieza a ponerse interesante, el hijo crecerá y será mitad idiota como su padre, mitad brillante como su madre. Por eso, mientras que ella hace progresar la hacienda rural con su inteligencia e iniciativa, él se hace arquitecto pero, como vago redomado que es, aspira a vivir de la compraventa de valores. Vago redomado y tontolaba sin gracia que liga con una jovencísima Bette Davis, todo gracia y saber estar, que interpreta a una joven pintora creativa y especial, que en cuanto sabe de su madre, ahora próspera terrateniente, quiere conocerla. Hay otra historia paralela, la de un chico del pueblo que se convierte en un famoso escultor gracias a la influencia que Selina ejerció sobre él en su infancia. Él es realmente el depositario de su legado y el otro gran protagonista de So Big!

So Big! es una peli que empezó gustándome muy poco y terminó gustándome muy mucho. Wellman no tiene la culpa ni de lo uno ni de lo otro, porque se limitó a rodar con la gracia que pudo un guion incómodo que le cayó en las manos, como en tantas otras ocasiones. Como suele suceder en estos primeros años del sonoro, aflora la falta de pericia en organizar los bloques narrativos. El empeño en contar todas las líneas gruesas de la historia no deja sitio al magma dramático. De sopetón pasan los años, se tienen hijos, mueren los personajes sin tiempo a que los hayamos conocido y puedan importarnos… En fin, es una forma de contar las cosas a nuestros ojos primitiva pero que también tiene su encanto si no nos empeñarlos en juzgarla con nuestros códigos.




Y es que, a pesar de estos primitivismos o torpezas, So Big! tiene algo que me ha encantado y que se ha perdido totalmente en el cine comercial actual y en el minoritario se ha embarullado tanto que es artificioso: me refiero a que es una película con un mensaje hermoso, con una moraleja obvia pero tan conveniente y tan poco dicha en nuestros días, que me ha ganado. Selina es curiosa, lleva libros consigo, quiere mejorar el mundo y la vida de quienes le rodean. Su afán en la vida no es enriquecerse por las buenas ni perpetuar tradiciones miserables. Ha venido al mundo a procurar hacerlo mejor y lo hace con humildad y cariño, tanto con Roelf, el chico que luego se convertirá en un gran artista gracias a su influencia, como con su propio hijo, haciéndole ver a regañadientes que de nada sirve el talento si se dedica a la especulación y a la estúpida acumulación de capitales. La moraleja es que hay que ser curioso e inconformista, que hay que traer al mundo belleza y que hay que crear, que hay que aprender para ser mejor que ayer. Además hay una crítica feroz a la especulación y el conformismo. Eso ya no pasa; en nuestro mundo y nuestras pelis lo bueno es pasar por la vida disfrutando de una nada dulzona que nos engorde de aceitosa egolatría y que contribuya a pudrirnos más y mejor cuando muramos ahítos de lo inútil.
Más de Wild Bill en nuestro especial No soy tan duro: el cine de William A. Wellman


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Hola tocayo
No cabe duda que tu relato tiene algunos sorprendentes «jiros» de argumento (incluso un inesperado «afortunadamente muere»). No menos sorprendente es ver a una joven Barbara y, asegurar, envejeció mejor en el mundo real.
Tan malo no sería el pueblo coliflorero cuando florecieron en él un joven arquitecto vago, un escultor y una pintora que ponía el mundo de colorines cada vez que abría esos ojos.
Ese final tuyo parece que le hayas puesto mayonesa cortada a la coliflor. También debe haber pelis que merezcan la pena hoy… y sino ver alguna joyita de ayer. «Ya tú sabé» el mundo del cine es So Big!
Un saludo, Manuel.
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No digo, tocayo querido, que las pelis de ahora sean peores. Me explico fatal porque me pierde el alambicamiento tontín, pero me refería solamente al mensaje, la moraleja, de la película. Si te da por verla lo comprenderás mejor. Lo que dice es simplemente que hay que mejorar el mundo y a nosotros mismos siendo curiosos y creativos, y que eso está por encima de la egolatría. Ese mensaje, con tal sencillez, es absolutamente imposible en el presente por muchos motivos que se pueden resumir en que ni compra ni vende.
Saludos!
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Pues no la he visto, pero si están mis adoradas Barbara Stanwyck y Bette Davis… ¡sé que merece la pena! Y además Wellman. ¡Madre mía, madre mía!
Me ha gustado tu forma de analizarla. Sí, esas películas que crees que no van a valer nada y, de pronto, te atrapan por lo que sea… y no las sueltas.
Beso
Hildy
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Queridísima Hildy, si le dedicas un rato seguro que te acaba gustando. La querrás por sus defectos, como te pido que hagas conmigo, y me refiero a este que tengo yo de ser maleducado y contestar tras tanto tiempo, pero es que he estado unas semanas fuera de órbita.
Un abrazo
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