Qué enigmática es esta película. Cuenta la historia de la desaparición de Saskia, una chica holandesa, en una área de servicio de Francia mientras viaja con su novio. La rapta Raymond Lemorne, un meticuloso profesor de química sociópata y simpático. Rex, el novio de Saskia, no deja de buscarla durante tres años. De hecho, curiosamente buena parte de la película transcurre en el “futuro” 1990, pues el secuestro tiene lugar en julio de 1987 y Spoorloos se estrenó en 1988.

El guión de Tim Krabbé, autor también de la novela El huevo de oro en la que se basa, se desarrolla en varios bloques temporales independientes. De forma algo aleatoria, pero con buen criterio para mi gusto, recorremos toda la historia del secuestro, desde la misma toma de conciencia de Lemorne, aún en su adolescencia, de su sociopatía y su falta de moral, hasta la conclusión de las investigaciones de Rex sobre la desaparición de Saskia.



Cada detalle de la preparación, cada ingeniosa estratagema del raptor, y cada uno de sus errores de entrenamiento se nos representan. Conocemos cómo ha concebido el plan, cómo lo ha preparado y también vemos la importancia del azar, o de su falta de experiencia en esto de raptar jovencitas, en las muchas ocasiones fallidas que preceden al secuestro de Saskia. Si algo inquieta de Desaparecida, que es lo mismo que permite verla sin inquietud, al menos hasta su última parte, es que la rutina preparatoria de este monstruo inhumano es tan banal, tan inteligente y a la vez tan expuesta a los imponderables de la vida que, sin quererlo, terminamos empatizando de alguna forma con él. Porque es un tipo simpático y razonable dentro de su locura. El mismo Max, cuya vida ha destruido porque raptó a su novia, no puede evitar reír con él, amistarse de alguna forma con este malvado secuestrador que le ha partido la vida en dos.
A pesar de lo escabroso del tema, con muy buen criterio no tenemos noticia alguna de la suerte de Saskia una vez secuestrada hasta el final de la película, con lo cual, liberada la trama de escenas truculentas y dolorosas que en otras ocasiones serían el magma del dramón, queda espacio para el humor negro, para la ironía y para esas afrancesadas reflexiones pequeñoburguesas sobre la vida y sus cosillas que tanto importan como dan igual.

En mi opinión el problema que tiene Spoorloos es su dirección. Más allá del carácter frío y documental por momentos que se le ha querido dar, George Sluizer no logra con sus decisiones de puesta en escena nada que vaya más allá de lo que oímos en las conversaciones. Su realización (uso este sustantivo a sabiendas) es plana, exasperantemente conformista y ramplona. Esto hace que algunos momentos de clímax rocen el ridículo, porque tampoco los actores están bien dirigidos. Al menos la intensidad dramática de su recta final y la inteligencia de su estructura ayudan a que esta sosez cinematográfica quede en segundo y soportable plano. Por todo esto me resulta sorprendente que contrataran al mismo director para rodar el remake estadounidense de 1993. Este, como era de esperar, es igual de soso fílmicamente hablando y además pierde ese carácter fragmentario de la narración de la original, no sea que el público se nos despiste, por no hablar de su resolución… Es un refrito potable pero fácil de olvidar, que solo mejora el original en las actuaciones y el acabado artístico.

Y se estarán preguntando ustedes qué hace esta película en este especial sobre cine y bicicletas. Pues les digo: el secuestro de Saskia tiene como telón de fondo el Tour de 1987. Se oye en las radios, se ve en las portadas de los periódicos, y además la pareja vuelve a su Holanda natal tras hacer cicloturismo por Francia. Que la ronda gala sirva escenario al secuestro de Saskia refuerza además el ambiente veraniego, lo mismo que esa atmósfera populosa y vacía al tiempo de las frías áreas de descanso de las autopistas francesas. Que el Tour se oiga por ahí es una ocurrencia de Tim Krabbé, autor de la novela original y cicloturista pro. En los años 70, la época mágica del ciclismo centroeuropeo, probó suerte como aficionado en unas cuantas carreras y no le fue mal del todo. El mejor fruto de esos años, sin embargo, no será la magra sala de trofeos de su casa, sino que decantó aquellas experiencias en una novelita, El ciclista, que es en mi opinión la ficción literaria que mejor conecta con las mientes y las piernas de quienes montamos en bici, hayamos competido o no. Su argumento es sencillo: narra de principio a fin una carrera de medio pelo que el autor rememora: El Tour du Mont Aigoual. Libro breve, certero, vívido y lleno de sabiduría inútil quizá para quien no sea ciclista, pero que empieza con una frase que, especialmente a quien no es ciclista, podría hacer pensar:
Meyrueis, Lozére, 26 de junio de 1977. Tiempo caluroso y nublado. Saco las herramientas del coche y monto la bicicleta. Desde las terrazas de los cafés, turistas y lugareños observan. No son corredores. El vacío de esas vidas me turba.


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Hola tocayo
No recuerdo nada de Spoorloos -ni de su remake, que no nombras- pero, viendo el cartel, se adivina un «mejor film del 88». Aparte del carácter barre-para-casa de los premios esa sosez y esa frialdad en los planos puede que le vayan bien a esa historia contada de forma tangencial.
Pero, parafraseando a aquel gran escritor: He venido aquí ha hablar de ESTE libro (y del vacío de los demás que le turba).
Un saludo, Manuel.
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Tienes razón tocayo que no entitulo el remake. Sr llamó Desaparecida aquí y lo protagonizó Jeff Bridges con una actuación de esas que uno tiene la impresión de que, aunque el resultado final es potable, es posible que el bueno de Jeff se pusiera a llorar cada noche al llegar a casa.
Este remake se puede ver, es entretenido y como digo arriba mejor actuado que el original. Dejo enlace https://m.filmaffinity.com/es/movie.php?id=923966
Sobre la sosez de los planos y demás… Me reafirmo en lo que digo, es una película torpemente planificada y visualmente nada interesante, más allá de que a la historia le venga bien o no cierta sobriedad. Es fea pero interesante.
Sobre Krabbé y el libro, es verdad que si no se ha visto la peli mi escrito da esa impresión de que es una excusa para llegar al libro. Pero su la ves comprobarás que el fondo ciclista está más presente de lo que a lo mejor he sabido transmitir.
Un abrazo!
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¡Manuellllll, qué ganas de ver esta peli! La de Jeff Bridges me suena, pero juraría que no la he visto o solo una vez y hace años. Y me ha llamado también mucho la atención la novela de El ciclista. La frase que pones en negrita ¡claro que hace pensar! «El vacío de esas vidas me turba». Voy a por el significado más en la superficie. Pienso que cuando tenemos una pasión, quién no la tiene o comparte, nos parece una vida sin sentido.
Otro ciclo de películas escalofriantes puede ser las que tratan la cuestión de desapariciones o secuestros. Qué títulos más estremecedores se me ocurren. Dejo uno: El coleccionista de William Wyler.
Beso
Hildy
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Querida Hildy, lo primero, disculpa la tardanza pero estoy bastante desconectado últimamente.
Tienes que hacer por verla porque sé que a ti te va a gustar aun con sus defectos, pero ya te aviso que deja sabor amargo.
Con El coleccionista no se puede ni comparar en valía, claro, pero incluso te diría que son mucho menos comparables de lo que parece a primera vista, así simplemente contada, y es que aquí la «desaparecida», es decir, la secuestrada, realmente lo está y apenas aparece en pantalla hasta el momento del rapto.
Un beso muy fuerte.
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