La mujer proscrita/Una mujer fuera de la ley (Hijosen no Onna, Yasujiro Ozu, 1933)

El mes de marzo de 1933 el tiempo estuvo revuelto en Yokohama, donde se debían filmar los exteriores de La mujer proscrita. El rodaje estaba previsto que empezase el día 1, pero se tuvo que retrasar al menos una semana, según se adivina en los diarios de Ozu, porque estaba nublado, y después hubo algún otro aplazamiento a causa de la nieve. El rodaje se le debió de hacer pesado y cansino. De hecho, una vez que empieza no tiene tiempo ni para anotar una frase en su diario, que se vacía dos semanas. En esos días nublados aprovechó para dibujar con más detalle el storyboard de la película. Porque siempre que era posible Ozu dibujaba cada plano en hojas que llenaba de anotaciones. Aunque esta película no debió interesarle apenas por la temática, y la recordaba después sin mucho aprecio, quizá debamos a ese tiempo libre inesperado para dibujarla la muy cuidada puesta en escena y la magnífica composición de los planos, sobre todo de los objetos que entran en cuadro. Claramente en esta película lo visual está muy por encima de la historia en general, idea de Ozu o su heterónimo James Maki,  y del guión yo creo que algo rudimentario de Tadao Ikeda que, por cierto, creo que apenas ha sido mencionado en este recorrido por la filmografía de Ozu. Ikeda fue el libretista de casi todas estas primeras películas suyas, aunque también participaban en la escritura Kogo Noda, el más conocido escritor de sus películas de posguerra, y por supuesto el mismo director.

Decía que el guión de La mujer proscrita no es gran cosa, la verdad. Hay una ida y vuelta cansina de las decisiones y pensamientos de los protagonistas. Además la historia tarda como media hora en arrancar -la sensación de que lo escrito daba para 45 minutos de película, y no los 100 que dura, es constante- y además todo es bastante tópico y extremadamente previsible. Esto sin embargo es un mal menor, pues el público que acudía a la sala a ver una historia de yotomono, de pandilleros occidentalizados, pues ya sabía un poco lo que le esperaba: alguna pelea, algún delito, algunos pecadores, alguna figura redentora y alguna redención. Sin salir del mismo Ozu, esta película es una mezcla casi perfecta de Caminad con optimismo, de la que toma el ambiente y de La mujer de Tokio, de la que toma el conflicto entre hermanos y amantes. Todo esto no quiere decir, por supuesto, que carezca de interés y calidad. Luego vamos con eso pero antes el argumento.

Tokiko (Kinuyo Tanaka) está empleada en una oficina en la que la corteja el hijo del dueño. Ella le da cuerda para mantener su empleo, pero realmente está enamorada de Joji (Joji Oka), un boxeador que lidera una pequeña banda de rateros desde el gimnasio que parece dirigir. Siente celos por la relación que aparenta su chica con el jefe, y después de arreglárselas para darle una buena paliza, la trama se desplaza hacia otro punto de interés. Y es que aparece Hiroshi, un chaval flacucho que falta al colegio y que dice admirar mucho a Joji, y quiere entrar en la banda. Joji le pone a prueba haciéndole robar en la tienda de discos en la que trabaja su propia hermana, la decente y tradicional Kazuko, que interpreta Sumiko Mizukubo, una actriz que lamento mucho que abandonara tan pronto el trabajo en cine, solo dos años más tarde, porque tengo la sensación de que su rostro y su presencia podrían haber aportado mucho al posterior cine de Ozu. 

Kazuko, enterada de que su hermano se está metiendo en problemas, tiene el arrojo de presentarse en el club donde se reúne la banda y hablar directamente con Joji, el líder que, oh casualidad, se enamorisca de ella. Enterada su novia Tokiko se va a verla con la intención de, si no deja de ver a Joji, apiolarla, pero resulta que también queda prendada con su carácter íntegro y su actitud ejemplar, así que termina por casi enamoriscarse también de ella. Esta parte es muy curiosa, porque realmente la impresión que tenemos es que es en eso, en amor, en lo que momentáneamente se ha convertido el desprecio anterior causado por los celos. De hecho Tokiko, en vez de dispararle como era su intención, besa a Kazuko, beso que por supuesto Ozu deja en off, exactamente igual que dejará en off los que le da a Joji, su amante. A partir de aquí, pues ya se pueden imaginar, Tokiko se empeña en que Joji tome el buen camino y abandone la delincuencia, pero para poder hacerlo hay que dar un “último golpe” con el que pagar deudas morales y, bueno, con la resolución de este golpe termina la película.

A pesar de que desde un punto de vista crítico es innegable que La mujer proscrita representa un pequeño paso atrás en profundidad y riqueza fílmica  en la trayectoria de Ozu, no deja de tener varios aspectos más que interesantes que reseñar. Por ejemplo, el peculiar protagónico que hace Kinuyo Tanaka. Y es que su personaje es una mujer que, sobre el papel, es justamente lo contrario de lo que su aspecto evoca. Tanaka era pequeña, frágil. Aunque después la hemos visto en decenas de papeles inolvidables de mujer combativa y enérgica, aquí es aún tan joven, tan poca cosa, que se hace extraño contemplarla revólver en mano. Tenemos también la ocasión de verla en traje de noche y hay un momento curioso en el que se le cae la manga o el hombro o como se diga del vestido, que parece requerir espaldas más anchas. No sé si fue un efecto sensual buscado por Ozu, pero desde luego queda como una imagen curiosa de una decisión de casting que, al fin y al cabo, no resulta errada (eso con Tanaka es un imposible) porque en el tramo final su gran poderío emocional compensa su pequeña presencia física.

Otro aspecto reseñable, memorable, de La mujer proscrita, es la enorme belleza y madurez compositiva que poseen alguno de sus planos, así como el uso de la luz. En el aspecto visual creo que sí se puede afirmar que en general la maestría de Ozu fue creciendo con cada film, es más, casi con cada escena. En estos años a Ozu se le nota muchísimo que está, si no en el momento más brillante y maduro de su carrera, sí en el tiempo en el que más y mejor aprendía su oficio, y que disfrutaba innovando, pensando soluciones hermosas pero discretas para cada segundo filmado. Esto se aprecia por ejemplo en el peculiar comienzo, con los relojes y los sombreros de la oficina, o en los bellos planos finales de casa vacía pero llena aún de la vida de los que la habitaron hasta pocas horas antes.

Sin embargo, si tuviera que resumir en un breve epígrafe el mérito de esta película en la filmografía de Yasujiro Ozu, me quedaría con que es la última película del primer Ozu. Y es que es así. Como en otras anteriores, el ambiente es casi por completo occidental. Eso se termina aquí. Se habla de pandillas, bajos fondos, asuntos policiales… Eso se termina aquí. Hay delincuentes, relaciones frívolas, cochazos, revólveres… Eso se termina aquí.

Aunque veremos aún alguna referencia al cine occidental en películas que están por venir, esta es la última en la que la decoración se basa en carteles de boxeo y cine provenientes de occidente. Por ejemplo vemos el poster de El campeón, de King Vidor, y uno curioso, en francés, de Sin novedad en el frente de Milestone. 

Ni siquiera en las películas posteriores perdidas se volvía a estos temas de arrabal. Ozu ahora se va a dedicar a la gente sencilla de los barrios pobres y tradicionales. Se podría decir que durante unos cuantos años se va adentrar en un peculiar proto-neorrealismo en el que asentará definitivamente las señas de identidad de su estilo. Quedan atrás pues los yotomono, los estudiantes pasotas, las historias delincuenciales, y con ellos se marcharán algunos rasgos de estilo que Ozu aún podrá usar puntualmente: los travellings, las metáforas visuales muy obvias, las luces demasiado duras y toda la cartelería en inglés, los trajes occidentales, que solo volverán para vestir a aburridos ejecutivos borrachines y desde luego adiós a los trajes de noche insinuantes y a los bailecitos ridículos de contraseña. Aquí por cierto uno con España al fondo.

No sé decir si el abandono de estos temas más banales y occidentales se debe a la voluntad de Ozu, al signo de los tiempos o a los designios empresariales de la Shochiku. Lo que sí está claro es que a nuestro maestro le vino muy bien soltar este lastre, el del cine de género, que más pesado se le iba haciendo cuanto más iba depurando su estilo y su personalidad creadora. Por cierto que cuenta Ozu en su diario que el 18 de abril, suponemos que para descansar del rodaje ya finalizado (La mujer proscrita se estrenó el 27 de abril) se fue al cine con Mikio Naruse a ver Scarface. Lo que daríamos por presenciar la charla posterior.

Esta entrada forma parte del Especial kanreki de Yasujiro Ozu

Todas las citas literales de Ozu, salvo que se indique lo contrario, están extraídas de La poética de lo cotidiano. Escritos sobre cine de Yasujiro Ozu, traducido por Amelia Pérez de Villar y editado en Gallo Nero.

Si menciono a Antonio Santos suelo referirme a lo leído en su monografía sobre Yasujiro Ozu editada por Cátedra.

Se pueden consultar la ficha de cada película y otros análisis en IMDB, Filmaffinity y Letterboxd.

En inglés se puede leer el análisis técnico de David Bordwell de cada película legal y gratuitamente de su libro Ozu and the poetics of cinema en este enlace.

En Internet Archive hay algunas películas de Ozu que no se pueden encontrar en las plataformas habituales.

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España.

2 comentarios sobre “La mujer proscrita/Una mujer fuera de la ley (Hijosen no Onna, Yasujiro Ozu, 1933)

Agrega el tuyo

  1. Hola tocayo
    Pues esta peli bien podría llamarse «Todo el mundo quiere a Kazuko» (incluso el comentarista). Cine pandillero, ensalada de amores equivocados y relaciones fronterizas ¡Qué intuición!
    Curiosamente vi hace poco una peli en la que Fay Wray -la amas o la odias- tenía el mismo problema con el ¿tirante? de su vestido; es de un año después de esta. «Woman in the Shadows» https://www.youtube.com/watch?v=tzGcs9LAEdE (el vestido es parecido al de la oriental y diré, siendo malo, que es de lo mejor de la película).
    Un saludo, Manuel.

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  2. Hola tocayo, disculpa el retardo
    Fay Wray será opinable, pero hecho objetico sí es que rellena mejor los vestidos con caidita que la pobre Tanakita-Kazuko a la que, es verdad, queremos más en esta casa. Incluso mucho. A lo peor demasiado.
    Un abrazo con caidita

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