Una avería en la línea (Looking for Trouble, William Wellman, 1934)

En otro cambio de aires Wellman deja la Warner en 1933 para rodar con Zanuck, que acababa de fundar la 20th Century Fox, esta buddy movie sobre unos empleados dedicados a la resolución de averías telefónicas interpretados por Spencer Tracy y Jack Oakie. Tracy interpreta a Joey, un Trouble-Shooter (título de rodaje de la película) con novia en el servicio de información de la misma compañía y Oakie es Casey, un graciosete que llega a la compañía para aportar chiste y picante a una historia escasa de alicientes que promete poco. Y que cumple con lo que promete.

A la película le cuesta despegar debido al poco atractivo de su contexto y el énfasis en las gracietas de Oakie, que personalmente me resultan insoportables. El retrato del personaje de Tracy, cuya actuación es quizá lo único que da sustancia a la película, resulta reiterativo en un guión que, por lo demás, está lleno de agujeros y deus ex machina de toda clase y condición. A Joey un compañero de trabajo le levanta la novia. Este tipo es un borracho mentiroso y vago y es expulsado por la compañía, así que forma una banda que se dedica a pinchar teléfonos con el fin de acceder a información privilegiada que les ayude a especular o delinquir. Mientras están investigando esto los dos telefoneros protagonistas, se comete un crimen del que acusan a la antigua novia de Joey y, en fin, hay que resolver el entuerto. La segunda mitad es claramente más interesante que el arranque, y el desenlace, aunque repleto de inesperadas casualidades propicias, a cada cual más tremenda -terremoto incluido- tiene su miga y su emoción. Además la peli es corta, así que su sinsustancia no llega a aburrir ni cansar.

Comparada con otras cintas de estos años llama mucho la atención el poquísimo interés que Wellman pone en su realización. Toda ella se basa en conversaciones plano-contraplano y de vez en cuando un reencuadre en travelling de retroceso quiere remover algo la pantalla, pero no hay ninguna idea de buen director, ningún momento memorable o curioso que no sea una mala ocurrencia de guion. Está rodada con prisas -como siempre- y poco interés, a pesar de que la historia no le fue impuesta y de que tuvo en su momento críticas satisfactorias quizá por lo peculiar de su fondo temático. Vista hoy en día lo que da más valor a Una avería en la línea es su retrato de  las posibilidades que la tecnología telefónica ponía al alcance tanto del bien como del mal. Podría decirse que es la abuelita achacosa de The Wire. Y poco más.

Lo más llamativo de Looking for Trouble, sin embargo, no se ve en pantalla, ni siquiera se atisba. Y es que el rodaje de esta película haría que la fama de salvaje y el apodo Wild Bill -que no obstante viene de sus tiempos de aviador- cayeran sobre Wellman como una losa que le acompañará por mucho tiempo, provocando que los estudios no firmaran contratos a largo plazo con él por miedo a las consecuencias de su agrio carácter y su afición a la bebida. Y es que fue un rodaje lleno de tensiones. Tracy -otro que tal- y Wellman se detestaban mutuamente y las discusiones eran continuas, con conatos de violencia física que finalmente eclosionaron en una tumultuosa pelea en el Hollywood Club que saltó a los medios. A esa le seguirían otras más en los años siguientes, hasta tres cuenta el hijo de Wellman en su biografía, una de ellas a causa de Loretta Young, quien al parecer gustaba a Tracy y de la que en esos momentos Wellman no tenía el mejor concepto por historias surgidas en el rodaje de Call of the Wind (1935) que en su momento contaremos. Además de estas peleas con Tracy, Wellman montó una trifulca de aúpa en el mismo set de rodaje cuando se presentó allí un antiguo ayudante de dirección, Mike Lally, a tocar las narices. Realmente lo que tocó fue el puño derecho de Wellman, que terminó lesionado igual que su mandíbula

Quizá sea este un buen sitio para recordar que Wellman, salvo estas discusiones con estrellas desobedientes y personajes patibularios, no tuvo problemas serios con sus equipos de rodaje. Con alguno de sus técnicos, que procuraba mantener en el tiempo, trabajó desde Wings hasta el final de su carrera, y ninguno de ellos, en lo que yo he leído, tiene una mala palabra que decir de él como jefe o como persona. Y es que debemos ponernos en el contexto de lo que sería la producción de estas películas. Jornadas maratonianas en las que rodar no sé, alrededor de 50 o 60 planos al día, y en las que el director, un empleado muy bien pagado pero sin implicación personal ni artística en la historia en buena parte de los casos, tiene que poner orden y mantener la jerarquía además de concebir visualmente la historia, cuidar la continuidad y dirigir a los intérpretes. Wild Bill podía, entre rodajes, ser un borracho agresivo, pero en sus horas de trabajo la eficiencia y la responsabilidad eran la norma -con sus contadas excepciones-, y solo el ego de los actores, que detestaba especialmente, podía sacarle de esa profesional concentración.

Más de Wild Bill en nuestro especial No soy tan duro: el cine de William A. Wellman

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5 comentarios sobre “Una avería en la línea (Looking for Trouble, William Wellman, 1934)

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  1. Algo que me encanta de algunas películas clásicas de Hollywood (sobre todo de los años 30) es cómo a veces utilizan como protagonistas o argumento a personajes con profesiones que uno diría que son lo menos cinematográfico del mundo. En este caso operadores de teléfono… con todos mis respetos para la profesión, ¿qué productor pensaba que tenían potencial para una película de Hollywood? Y me encanta cómo los pobres guionistas tienen que exprimir la idea como pueden, en este caso por lo que leo haciendo que los malos, claro está, pinchen teléfonos.

    Un saludo.

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  2. Bueno, es que si ves la peli comprobarás que es un poco un publireportaje de una compañía, y lo más interesante de ella, y creo que un poco el fín último de la producción es mostrar los límites de la tecnología de la época. Desde luego es curiosísimo el personaje de Tracy, el típico buscavidas que va de aquí para allá y que se dedica a arreglar teléfonos porque es un aventurero y un culoinquieto y tal… Vamos, como si fuera un cazacocodrilos o un probador de patinetes atómicos o algo por el estilo.

    También tenemos que transportarnos aquel tiempo con clase trabajadora de verdad, y no lo que hay ahora… El trabajo marcaba la identidad de cada persona y de todo un colectivo, por lo que es natural que generara curiosidad en el público. Hoy en día ya verás que los Oscars se los va a llevar Nomadland, que es un poco el reverso doloroso de esto que comento.

    Chao!

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